Retrospectiva: “Skyfall” (2012)

Con una historia de gran impacto emocional y visual que da protagonismo a uno de los mejores personajes secundarios de la saga, acción con mucho estilo y un villano único, “Skyfall” fue el regreso de James Bond a la grandeza.

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Si Casino Royale y Quantum of Solace representaban un salto de la saga James Bond a una nueva dirección, algo más a tono con las aventuras cinematográficas de espionaje más “realistas”, oscuras y complejas que el público había comenzado a favorecer en detrimento del escapismo más fantasioso que siempre había abanderado la saga Bond, la tercera película de Daniel Craig como el 007 tendía un puente entre el nuevo Bond y el viejo.

Aunque aún ambientada en una estética y una mentalidad de oscuridad, complejidad emocional y meditación sobre la naturaleza de alguien como James Bond y su lugar en el mundo, Skyfall deja que algunas de las particularidades más “pulp” de la saga se filtren en el producto final, tradiciones como un supervillano que se robe sus escenas, referencias directas a la historia de la serie y e incluso un poco del humor que siempre había formado parte del ADN de Bond pero que había estado casi totalmente ausente de las dos previas entregas del Bond del Siglo XXI.

Skyfall se saca de encima la pesada mochila que era el argumento compartido de las dos películas anteriores. El filme comienza de fresco con la obligatoria escena de acción introductoria, una trepidante persecución vehicular por las calles y el Gran Bazar de Estambul que acaba convirtiéndose en un tiroteo a bordo de un tren que tiene resultados desastrosos para James Bond (Daniel Craig), quien es herido y desaparece sin poder impedir que un asesino robe un disco duro con datos sobre los agentes británicos infiltrados en organizaciones criminales y terroristas.

Seis meses después, la misteriosa mente maestra detrás del robo comienza a publicar los nombres, y a llevar a cabo ataques terroristas aparentemente personales dirigidos directamente contra M (Judi Dench), lo que convence a Bond de “volver a la vida” y ponerse de nuevo al servicio de la MI 6.

Tras el mal sabor que dejaba la acción en Quantum, con su edición hiperactiva y cámara temblorosa, los primeros minutos de Skyfall son como si el director Sam Mendes viniera personalmente a decirte que todo iba a estar bien. La secuencia de Estambul se filma con una cámara que fluye detrás de los vehículos y deja ver la acción en tomas amplias, a un ritmo rápido pero que deja registrar toda la escala y los detalles de la acción, que además es vista a través de los lentes del brillante director de fotografía Roger Deakins. Sam Mendes, como su predecesor Marc Forster, no entraba a la saga Bond con experiencia en el cine de acción, ya que su filmografía consistía principalmente de aclamados dramas como Belleza Americana y Camino a la Perdición. Sin embargo, el director británico demostró tener un talento oculto para las secuencias de alto espectáculo.

Pero la acción en Skyfall no solo está bien filmada, sino que también tiene un grado de ingenio y creatividad que faltaban en las dos películas anteriores, y que eran una de las características clave de la saga en el pasado. Si en Casino Royale y Quantum of Solace las situaciones eran bastante “ordinarias” - persecuciones a pie, tiroteos, combate cuerpo a cuerpo, carreras vehiculares, todo interesante pero sin demasiados giros de innovación – en Skyfall son mucho más creativas: lo que comienza como una persecución en autos pasa luego a motocicletas, y acaba sobre un tren en una secuencia que incluye una destrucción masiva de “escarabajos” Volkswagen y una retroexcavadora empleada primero como escudo y luego como puente.

En cada escena de acción, Mendes le da un giro especial, grande o pequeño. ¿Bond peleando mano a mano con un asesino? Vemos solo siluetas en la oscuridad contra un fondo luminoso en una sola toma sin interrumpir. ¿Unos matones atacan a 007 en un casino? Genial, pero es mucho más divertido si hay dragones komodo involucrados.

Astutamente, en vez de tratar de poner todo el peso dramático de la película sobre los hombros de Bond – un personaje que sigue siendo demasiado ambiguo para algo así, a pesar de la labor hecha en las dos películas anteriores –, el guión de Skyfall decide centrarse más en la sensación de mortalidad que viene con volverse obsoleto, algo que el filme tira no solo sobre Bond, quien pasa gran parte de la película tratando de probarse a sí mismo y a otros que está en condiciones físicas y mentales para hacer su trabajo, sino también a la propia MI 6 y a su líder M, cuya utilidad es cuestionada por su propio Gobierno.

El villano del filme, Raoul Silva (Javier Bardem) busca venganza contra su antigua empleadora M por haberlo abandonado, y el actor lo interpreta de forma memorable, con manerismos exagerados y una cabellera muy particular que ocultan un resentimiento aparentemente mezclado con alguna especie de complejo de Edipo que acaba arrastrándolo a él mismo, a Bond y a M a un final que, a diferencia de la mayoría de las películas de la saga, no gira en torno a alguna catástrofe inminente que podría destruir el mundo, sino en torno a la violenta resolución de un retorcido drama familiar.

Finalmente libre de interpretar a un bulldog sediento de venganza y cargado de angustia, Daniel Craig finalmente acaba de sentirse como un James Bond total y absoluto en este filme, con una mezcla de amenaza, encanto y humor ácido que es probablemente lo más cerca que algún actor en la serie ha estado de emular al Bond de Sean Connery. Pero el show es principalmente de Judi Dench como M, personalmente mi personaje recurrente favorito de la saga desde que Dench se hizo con el papel en GoldenEye y le propinó a Pierce Brosnan una castración verbal para el recuerdo. Este fue el último filme de Dench como M, y la dama de hierro que daba órdenes al mismísimo James Bond se despide por todo lo alto.

Manteniendo la estética del Bond moderno pero rescatando un poco del sentido de espectáculo y entretenimiento de escape del Bond clásico, Skyfall es, sencillamente, una de las mejores películas de la saga.

Casino Royale (2006)

Quantum of Solace (2008)

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