Pet Shop Boys, electrizante

El dúo británico Pet Shop Boys dio un concierto visualmente alucinante y puso a bailar a miles en su primer encuentro con el público paraguayo.

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Cuando la nostalgia del pasado se confunde con la efervescencia del presente y lo vanguardista del futuro, solo una cosa puede ocurrir: convertir una noche cualquiera en un instante musical para eternizar. Es lo que unos consagrados Pet Shop Boys lograron en la noche del sábado ante su público local. Música, luces, multimedia; todo puesto al servicio de “Electric”, el álbum de la banda próximo a editarse y convertido en el alma de la gira con la que llearon.

Aún cuando faltaba una considerable cantidad de tiempo antes de que comenzara el show, la electricidad en el aire auguraba una noche memorable. El público comenzaba a colmar el Centro de Convenciones de la Conmebol, y aunque el escenario lo cubría en su mayor parte una cortina con patrones que asemejaban los circuitos de una placa de un artefacto electrónico, lo que se entreveía hacía pensar en cosas espectaculares.

Fue recién a las 23:00 que las luces en general comenzaron a atenuarse, y una potente introducción musical dio inicio a la fiesta de tecnopop que iba a ser el primer concierto en Paraguay de los Pet Shop Boys.

Aún sin materializarse frente al público, desde detrás de la ya mencionada cortina, donde se proyectaba la imagen de dos siluetas bailando dentro de dos cabezas gigantes, Neil Tennant y Chris Lowe abrieron su show con la canción “One more chance”, una canción de ritmo enérgico y altamente bailable que el público acompañó con entusiastas palmas.

“¡Buenas noches, Asunción! ¡Somos Pet Shop Boys!”, declaró una voz femenina ante unas 3.500 personas, mientras el final de la canción se enganchaba perfectamente con la siguiente, “A face like that”, de un sonido más ligero, con menos potencia en los “beats”.

Finalmente la cortina cayó para el delirio del público, revelando a los artistas y –detrás de ellos–, una estructura como de persiana sobre la cual se proyectarían desde entonces los acompañamientos visuales de las canciones. Bailando, Tennant y Lowe –vestidos con extravagantes y brillantes trajes negros– siguieron el show con “Opportunities”, seguida de “Memory of the future”, cambiando a un sonido más atmosférico, lento y emocional.

“¡Buenas noches, Asunción!”, saludó Tennant en un muy bien logrado español, mientras el público derrochaba un entusiasta recibimiento.

El ritmo volvió a acelerar a niveles aptos para el baile con “Fugitive”, muy bien recibida por el danzante público, que deliró aún más con la crecientemente épica “Integral”.

A continuación la impresionante iluminación tiñó de un rojo infernal el recinto, y dos bailarines con tétricas máscaras de animales con cuernos comenzaron a danzar espasmódicamente un ritmo casi tribal, hasta que Lowe y Tennant reaparecieron vistiendo también máscaras con cuernos para interpretar “I wouldn't normally do this kind of thing”.

El público no tardó en explotar al escuchar las notas de uno de los grandes clásicos ochentosos de la banda “Suburbia”, coreando con fuerza en acompañamiento a los artistas que, ya sin máscaras, arengaban al público a que cantara aún más fuerte.

Siguió “I'm not scared”, y el salón de convenciones se volvió otro mundo, uno iluminado por infinidad de lásers blancos, verdes y azules; igual despliegue visual siguió con la mucho más lenta y emotiva “Invisible”.

A continuación el dúo interpretó un cover de la canción de Bruce Springsteen “Last to die”, acompañado de la reaparición de las criaturas cornudas de unas canciones atrás, acompañando con danza el hipnótico ritmo de la canción. Poco después, una fanfarria orquestal digna de John Williams se disolvió en un bailable ritmo electrónico en otro cover, esta vez el de la canción e Leonard Bernstein “Somewhere”.

Un nuevo cambio de vestuario. Lowe reaparece en el escenario con un casco que en realidad es una bola de disco, reflejando la luz de los reflectores al igual que Tennant, quien en vez de casco tiene un sombrero con espejos; así interpretaron “Leaving”, seguida de “Thursday”, con la lumínica volviéndose fluorescente con todo tipo de colores brillantes; dos bailarines danzaban atrapados en cajas de cristal.

El show continuó con “Love Etc.”, con Tennant y Lowe cantante como si estuvieran “acostados” en dos camas paradas en medio del escenario, con cuerpos proyectados sobre la sábana para mayor surrealismo.

“I get excited” dio lugar a otro impresionante despliegue visual, con las “persianas” del fondo adquiriendo un patrón de circuitos electrónicos prendiéndose y apagándose como si se cargaran y descargaran de electricidad, relampagueando. El público acompañó emocionado luego la interpretación de “Rent” y “Miracles”.

Pero la fiesta alcanzó niveles de intensidad mucho mayores cuando llegó el turno de otro de los grandes éxitos del grupo, “It's a sin”, acompañado de una explosión de láseres rojos, destellos blancos y el estruendo de miles de personas coreando y saltando. El entusiasmo y la energía se mantuvieron luego con “Domino dancing”, interpretada junto al público de principio a fin. Tennant gritaba “¡Asunción!”, y el público rugía en respuesta.

Bañado de luz púrpura, el público coreó también con gran fuerza “Go west”, cover de una canción de la recordada agrupación estadounidense Village People, con los artistas y bailarines desplegando gran carisma; fue un momento de auténtica conexión entre artistas y público, a pesar de que no hubo mucha conversación de los artistas con la audiencia en todo el show. No hacía falta: el brillo de su música y la propuesta multimedia bastaban para hacerlo por sí mismos.

El clímax continuó con “Always on my mind”, con todo el recinto poniéndose dorado y anaranjado, con una explosión de confeti naranja pareciendo marcar el final de la noche, y los artistas aparentemente despidiéndose con un “¡Buenas noches!” en español.

Sin embargo, a los pocos segundos de desaparecer regresaron para interpretar “West end girls”, una canción de un tono marcadamente más cercano al hip hop, una de las grandes influencias tempraneras del grupo. Los bailarines hacían lo suyo con coreografías desde la altura, ayudados por plataformas especiales. El dúo volvía a desaparecer, para inmediatamente regresar y cerrar la noche por todo lo alto con “Vocal”.

“¡Somos los Pet Shop Boys. Asunción, ¡han estado fantásticos esta noche!”, exclamó Tennant a modo de despedida. Las palabras se dirigían en un fluido español y guaraní. “¡Muchas gracias! ¡Aguyje!”, repetían, ya en los últimos minutos de la noche.

Eran nada menos que los Pet Shop Boys, representados en unos Tennant y Lowe plagados de vigencia, actitud, vanguardia y una electricidad visual para recordar.

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