“Oblivion”: más que efectivo

Lo que al principio parece perfilarse como un entretenido pero olvidable filme de acción post apocalíptica acaba convirtiéndose en toda una sorpresa.

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Una de las cosas que más me gustan del cine –y la televisión y los videojuegos, y básicamente cualquier otro medio artístico en que se cuentan historias– es cuando algo es capaz de desafiar los preconceptos con los que uno empieza a experimentar una historia, y termina por dejarlo sorprendido, auténticamente maravillado.

Como un fan de la ciencia ficción, de las historias post apocalípticas y del cine en general, me da un enorme placer decir que “Oblivion” es uno de esos filmes capaces de voltear a uno sobre sus preconceptos y dejarlo sonriendo el mejor tipo de sonrisa: el que uno no se esperaba.

El filme se desarrolla en el año 2077, y sigue a Jack Harper (un más que correcto Tom Cruise), quien junto a su compañera Vika (Andrea Riseborough) son los encargados del mantenimiento de “drones” –naves no tripuladas– que se encargan de extraer los recursos naturales de la Tierra, devastada por una guerra con una raza extraterrestre que la humanidad a duras penas ganó, pero que dejó el planeta en tan mal estado que sus habitantes han tenido que exiliarse en el espacio, mientras que los despojos de las fuerzas invasoras rondan aún la superficie.

Jack y Vika son "un equipo efectivo". Sin embargo, el hallazgo de una misteriosa mujer (Olga Kurylenko) entre los restos de una nave recién chocada llevan a Jack a descubrir una serie de perturbadoras verdades sobre su misión, la guerra y el destino de la humanidad.

En nombre de la honestidad debo admitir que entré a la sala de cine con cierto prejuicio del filme, en ningún momento esperándome una película realmente mala, pero sí una olvidable, corriente. Era lo que parecían vender los avances, a pesar de que rara vez los tráilers presentan con total precisión el tono, los valores y los defectos del filme.

Y debo decir que, al menos al principio, el filme en sí parecía corroborar mi prejuicio. Poniéndolo de manera simple, la primera parte de “Oblivion” resulta decepcionante. Es un deleite para los ojos, claro -el diseño de vehículos es atractivo sin ser demasiado impresionante, más bien al contrario, es bastante simplista, y la fotografía de Claudio Miranda, el chileno nominado a un Óscar por “Una Aventura Extraordinaria”, ayuda a transmitir la sensación de aridez de una Tierra reducida a escombros-, pero el filme se tarda demasiado tiempo en establecer una auténtica trama más allá de la rutina de Jack y el peligro que supone su trabajo rutinario, y el director Joseph Kosinski suplementa esto con un par de escenas de tensión y acción que pasan sin pena ni gloria.

Pero cuando Kosinski –quien coescribió el filme en base a una novela gráfica de su autoría– finalmente se decide a llevar la historia de Jack a algún lado, las cosas se ponen mucho más interesantes. El filme toma impulso desde el momento del choque y el descubrimiento de la mujer.

Sólo después de eso Kosinski deja ver sus cartas. Lo que parecía un filme de acción futurista del montón, gradualmente va revelándose como una película con un guión genuinamente inteligente, y con unos cuantos giros que realmente sorprenden, y que van atando los nudos y respondiendo las preguntas establecidas en la primera parte de forma más que satisfactoria.

Incluso la acción mejora considerablemente durante el segundo tercio del filme, con el principal momento de adrenalina del filme siendo una batalla aérea en la que el director deja lucir el trabajo de sus diseñadores utilizando la nave del protagonista de formas muy creativas, aunque sin abusar.

Todo esto ya era suficiente para hacer de “Oblivion” un filme totalmente disfrutable, pero entonces llega la parte final, la que lo eleva a una categoría mucho más alta. Aquí el filme termina de volverse una historia humana adquiere matices verdaderamente conmovedores y emotivos –gracias principalmente al buen hacer de Cruise, siempre carismático, y una Kurylenko que por fin recibe un papel con algo de destacable– e incluso toma un tono de historia de horror cósmico que sorprende gratamente, de nuevo cuidándose de no llevarlo demasiado lejos, sólo lo suficiente para lograr una conclusión casi perfecta que automáticamente convierte al filme como un todo en una de las sorpresas del año en mi opinión.

Kosinski como guionista claramente evolucionó mucho desde “Tron: Evolution” (2010), desgranando los secretos y las revelaciones con un ritmo adecuado y de forma elegante, maximizando el impacto de los giros, en especial hacia el final del filme. Se puede decir que la película dura una escena de más, pero esa última escena, aunque inferior a lo que vino antes, no es grave como para desmerecer la excelente conclusión de la película.

De nuevo, el filme no es perfecto, con un primer tercio olvidable con una trama que se antoja poco clara al principio, y uno se queda con ganas de ver un poco más en pantalla a pesos pesados como Melissa Leo –ganadora del Óscar por “The Fighter”, aquí presente solamente como una voz o un rostro en una pantalla– o el inimitable Morgan Freeman, que parece una versión más vieja e imponente del Morfeo de “Matrix”.

Pero cuando los créditos comenazaron a rodar, noté que sonreía ante el saber que había entrado esperando entretenimiento descartable, y acabé recibiendo una gran historia de ciencia ficción de alto nivel. Cualquier película capaz de sorprender así la voy a recomendar de la forma más vehemente posible.

En mi opinión, esta es una de las buenas, y debería usted ir a verla.

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OBLIVION

Dirigida por Joseph Kosinski

Escrita por Joseph Kosinski, Karl Gadjusek y Michael Arndt (basada en una novela gráfica de Joseph Kosinski y Arvid Nelson)

Producida por Joseph Kosinski, Peter Chernin, Dylan Clark, Duncan Henderson y Barry Levine

Edición por Richard Francis-Bruce

Dirección de fotografía por Claudio Miranda

Banda sonora compuesta por M.8.3 y Anthony González

Elenco: Tom Cruise, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Morgan Freeman, Nikolaj Coster-Waldau y Melissa Leo

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