Majestades del caos

El grupo de figuras históricas del rock Kings of Chaos presentó la noche del miércoles un show en el que reinaron las guitarras, los bajos, las baterías y el descontrol.

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Solo la música consigue esa misteriosa sensación de lograr detener el tiempo, adelantarlo o volverlo atrás, en no más de tres o cuatro minutos. El rock brota de sus vértebras para recuperar la magia y rebeldía, y esos sonidos que nunca llegarán a viejos.

Es lo que nos recuerda en Asunción una banda integrada por historia del género y parte de lo mejor del rock de las últimas décadas, como parte de la primera jornada del Personal Fest.

La llegada a Paraguay de grupos y artistas musicales de renombre mundial se ha vuelto frecuente en el último par de años, quizá perdiendo algo del impacto que tuvieron los primeros grandes shows de aquel inolvidable y vital 2011 que puede ser marcado como el inicio de la presencia de Paraguay en el mapa de las giras más importantes.

El rock ha sido especialmente protagonista en estos dos años en Paraguay y la noche del miércoles volvió a reunir a miles de personas, como viene haciendo frecuentemente, en el Jockey Club de Asunción, con motivo de la presentación en el país del “supergrupo” Kings of Chaos.

Una especie de versión actualizada del grupo Rock 'N Roll All Stars –que se presentara allá por abril de 2012 en el hipódromo asunceno–, la agrupación traía como principal figura a Slash, el legendario guitarrista exintegrante de los Guns 'N Roses, junto con otros rostros jamás vistos en vivo por el público local como Myles Kennedy (Alter Bridge) y Corey Taylor (Stone Sour, Slipknot), y el regreso de Duff McKagan, Gilby Clarke, Matt Sorum (ex Guns 'N Roses), Joe Elliott (Def Leppard), Glenn Hughes (ex-Deep Purple y Black Sabbath) y Steve Stevens.

Un año y medio luego de aquel memorable show en el Jockey, los reyes del rock estaban de vuelta y, como aquella vez, parecía que iban a tocar bajo lluvia, con amenazadoras nubes y ominosos truenos y relámpagos iluminando intermitentemente el cielo sobre las cabezas de los miles de fans reunidos. Efectivamente, la previa al show tuvo lluvias dispersas.

Quizá por eso es que a las 21:20, con diez minutos de adelanto, las pantallas gigantes se encendieron y una fanfarria como de realeza anunció el inminente inicio del show.

Pronto, parte del grupo, con Glenn Hughes a la cabeza, saltó al escenario y, sin más preámbulos, dieron inicio al show con “Highway Star”, el recordado éxito de Deep Purple que dio al vocalista británico la oportunidad de dejar ver –o más bien oír– que los años parecen no pesar en su voz, aún perfectamente capaz de esos impresionantes alaridos que lo caracterizan. Momentos de brillantez por parte de Stevens –habitual colaborador de Billy Idol– insinuaban que era inminente otra clase magistral de guitarra de parte suya, como la que ya había dado en abril del año pasado en el mismo recinto.

Luego de frecuentes declaraciones de amor por parte de Hughes hacia su público local, el espectáculo continuó con más de Deep Purple, con Hughes encabezando una versión del clásico “Smoke on the water” que hizo explotar a la audiencia, y dio a Stevens más oportunidades para lucirse con el apoyo de McKagan (bajo), Sorum (batería) y Clarke (guitarra). “Los extrañamos, los amamos, ¡ustedes son el rock and roll!”, sentenció el vocalista para delirio de un público rendido ante tanta historia.

Tiempo después aparecía en el escenario el cantante estadounidense Corey Taylor para relevar a Hughes como la voz principal de la banda, con el clásico de Billy Idol, “Rebel Yell”; la lluvia ya había parado por completo, como por arte de magia (rockera) y respeto a los artistas. “Es mi primera vez en Paraguay, y déjenme decirles que no voy a esperar tanto para volver”, aseguró Taylor entre canciones.

Posteriormente tomó el micrófono Joe Elliott, iniciando su presentación con “Animal” de Def Leppard, seguida de una muy coreada “Pour some sugar on me”.

El público finalmente pudo ver en el escenario, por primera vez tocando en vivo, a ese guitarrista convertido en rockstar, Slash, quien salió acompañado del cantante Myles Kennedy, con quien lanzó el año pasado el disco “Apocalyptic Love”. Con Kennedy en el micrófono y Slash saltando mientras tocaba, el grupo siguió su show con el tema de Guns 'N Roses “Nightrain”, seguido de “It's so easy”; Kennedy emuló de forma bastante acertada el estilo de Axl Rose, mientras Slash ponía los riffs como un lienzo para que sus compañeros pintaran encima.

La nota de color: la camiseta que tenía puesta el legendario guitarrista, con el estampado en guaraní “Japiro” y una imagen representativa.

Tras un breve intermedio, los artistas regresaron para presentar una serie de canciones acústicas que iniciaron con Glenn Hughes interpretando el tema de Deep Purple “Mistreated”, rodeado de sus compañeros sentados, como si de una peña musical se tratara. Casi una ronda de amigos con el rock como mejor excusa. Un grato momento con otra gran intervención del británico, algo deslucida por momentos, pero principalmente por los notorios problemas en el sistema de sonido del evento.

No tardó para que Stevens tome el protagonismo para lucirse con un imponente solo de guitarra española que hizo estallar en aplausos al público, y al que siguió Joe Elliott en el micrófono, interpretando “Two steps behind” de Def Leppard, seguido de la balada de Stone Sour “Though glass”, con Corey Taylor cantando; de nuevo se registró otra breve pero molesta falla en el sonido, y un momento anecdótico en el que alguien arrojó un cigarrillo de marihuana encendido al escenario, lo que el cantante agradeció entre risas.

A continuación, Kennedy –previa canción de feliz cumpleaños por parte de sus compañeros y el público, ya que el cantante cumplió ayer 44 años– pasó a interpretar la canción de Velvet Revolver “Fall to pieces”, seguido por Clarke y Slash con una muy celebrada versión del clásico de Bob Dylan “Knockin' on Heaven's Door”, con un nuevo lucimiento por parte del melenudo guitarrista. El público agradecía el episodio musical, con los coros en simultáneo y la energía intacta.

Las cosas volvieron a ponerse eléctricas luego cuando Hughes volvió a tomar la posta, previo cambio de instrumentos, para interpretar “Burn” y homenajear a Led Zeppelin con “Communication Breakdown”, enganchándola con “Immigrant Song”, que fue cantada por Kennedy.

Siguió, con Taylor en el micrófono, una versión del tema “Slither” de Velvet Revolver, a la que siguió un cover de “Mr. Brownstone” que dejó al público rendido ante el icónico Slash. Elliott volvió a tomar el micrófono y propuso “démosle un poco de amor a Freddie Mercury”, con una magistral interpretación del clásico de Queen “Tie your mother down”.

El público paraguayo pudo disfrutar también de una “exclusiva”, ya que Kings of Chaos interpretó luego, de forma magistral, una canción que afirmaron nunca haber hecho antes: el recordado éxito de David Bowie “Heroes”.

El show llegó a una recta final por y para el lucimiento de Slash –sin dudas, la gran figura de la noche– y el resaltamiento de su historia con los Guns 'N Roses. Primero llegaron los inconfundibles primeros acordes de “Sweet Child O' Mine”, que hizo perder el control al público, seguida de una versión de “Paradise City” que acabó por convertir a los artistas en reyes y monarcas del caos, representado por sus miles de súbditos convertidos en un mar de camisetas revoleadas, cabezas sacudidas y cuerpos saltando y rebotando.

Una vez más, el rock cumplió su cometido: unir a varias generaciones, sacudir recuerdos y exhibir el virtuosismo de músicos con historia y (todavía) mucha tela por cortar.

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