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Ah, M. Night Shyamalan. Rara vez se ha visto una combinación de talento tan grande con decisiones tan cuestionables y, durante un buen tiempo, un ego aparentemente fuera de control.
Este es el director que tomaba el mundo por asalto en 1999 con Sexto Sentido, un filme que se convertiría con justicia en un ícono de la cultura popular y que le ganaría a su director el mote de “maestro del suspenso”, un título que afirmaría luego con la excelente aunque injustamente olvidada El Protegido – el título excesivamente genérico que le dieron en su localización latina no ayuda – y la (casi totalmente) soberbia Señales.
Entonces, la debacle. En La Aldea perjudicó una interesante historia de romance y suspenso con un giro muy mal pensado, en La Dama en el Agua contrarrestó la pureza de la historia de fantasía que quería contar haciéndola innecesariamente complicada y dejando que sus inseguridades se colaran en el guión – poniéndose a sí mismo como un salvador incomprendido y haciendo que un monstruo destroce salvajemente a un crítico de cine – y no se hizo ningún favor con la memorablemente bizarra y mal actuada El Fin de los Tiempos. Luego, de alguna forma que nunca voy a llegar a comprender, tomó una de las mejores series animadas salidas de Estados Unidos en al menos los últimos 20 años y la adaptó en El Último Maestro del Aire, una de las peores superproducciones de fantasía en la memoria reciente. Después de la Tierra es un filme aceptable, pero tan poco memorable que esta oración la estoy escribiendo ya después de haber terminado la reseña.
Ahora, después de casi una década de pasos en falso, Shyamalan vuelve a encaminarse en la dirección correcta con un filme en el que, curiosamente, hace bien lo que trató de hacer y no le funcionó aquella vez que hizo que Mark Wahlberg y Zooey Deschanel huyeran del viento.
Con Los Huéspedes, Shyamalan se sube al tren del “found footage”, el cine de terror presentado como vídeos caseros. En este caso, vemos la acción desde la lente de la cámara de Becca (Olivia DeJonge), una adolescente que viaja con su hermano menor Tyler (Ed Oxenbould) a pasar una semana en la casa de sus abuelos, a quienes nunca han visto antes, mientras su madre Paula (Kathryn Hahn) sale de viaje con su novio. Sin embargo, la cosa toma un giro siniestro cuando, gradualmente, los abuelos comienzan a demostrar un comportamiento extraño y errático.
Al terminar el filme, siendo honesto, no estaba seguro de qué pensar. La excéntrica inconsistencia de tonos que ostenta, yendo repentinamente de tensión y terror genuino a momentos de torpe comedia y sentimentalismo honesto, saltando de un tono a otro con toda la delicadeza de un camión cambiando de carriles en una avenida sin usar el señalero, es francamente desconcertante.
Pero de alguna forma esto, que normalmente sería un beso de la muerte para una película, no perjudica de gravedad a esta película como sí hacía con el previo intento de Shyamalan de hacer “cine B”, El Fin de los Tiempos, una película que a la que esta nueva producción es demasiado parecida. Como Los Huéspedes, El Fin de los Tiempos sufría de la misma esquizofrenia tonal, tomándose a sí misma demasiado en serio a pesar de su obvia ridiculez, y ostentaba un humor que era propio de alguien a quien le gusta la comedia pero no la entiende lo suficiente como para hacerla él mismo.
La única ventaja que Los Huéspedes parece tener sobre aquella película – aparte de tener un argumento mucho más fácil de digerir y un guión mucho menos pretencioso – son sus personajes, la forma en que están escritos y actuados. Si bien los dos abuelos permiten a Shyamalan escribir los personajes raros que tanto le gustan, los protagonistas del filme en realidad son creíbles como seres humanos de verdad, a diferencia de los protagonistas de El Fin de los Tiempos, que parecían alienígenas que intentaban hacerse pasar como humanos con solo un conocimiento muy básico de cómo actúan los seres humanos. Al final, esto acaba haciendo toda la diferencia. La exageradamente articulada Becca y el excesivamente confiado Tyler dan una impresión de simple excentricidad, no de artificialidad.
Si los actores y el guión sencillo ayudan a que los momentos de calma en los que tenemos que escuchar a los personajes hablar pasen bien, el gran sentido de la tensión de Shyamalan, aún bien vigente, hace que el filme esté cargado de momentos de buen terror. Además, siendo un director tan técnico, que siempre tuvo gran consideración por contar sus historias a través de las tomas que elige para mostrar, Shyamalan presenta una variación interesante del “cámara en mano” que mantiene la ilusión de improvisación pero que al mismo tiempo muestra gran cuidado y planeamiento; Shyamalan esconde astutamente sorpresas a simple vista y hace gran uso de lo que se puede y no se puede ver.
Los Huéspedes es un filme altamente imperfecto, cuyas excentricidades sin duda alienarán a quienes busquen una experiencia de terror tradicional. Pero marca un paso en la dirección correcta para uno de los cineastas más interesantes de las últimas décadas; quizá pronto lo veamos estrenando una película digna de ser tenida en el mismo pedestal que el trío de obras maestras que estrenó entre 1999 y 2002.
Si uno lleva la mente abierta y dispuesta para algo extraño y un poco desconcertante, Los Huéspedes vale la pena.
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LOS HUÉSPEDES (The Visit)
Dirigida por M. Night Shyamalan
Escrita por M. Night Shyamalan
Producida por M. Night Shyamalan, Jason Blum y Marc Bienstock
Edición por Luke Franco Ciarrocchi
Dirección de fotografía por Maryse Alberti
Elenco: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Peter McRobbie, Deanna Dunagan, Kathryn Hahn y Jorge Cordova