"Lincoln": madera de Óscar

“Lincoln” es todo lo que uno esperaría de una película sobre una de las figuras más veneradas de los Estados Unidos, hecha por uno de los cineastas más aclamados de Hollywood.

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Tres nombres. Steven Spielberg, Daniel Day-Lewis y Abraham Lincoln. El primero es uno de los directores más emblemáticos de Hollywood y todo el mundo, responsable de auténticos sucesos mundiales como “Tiburón”, la saga “Indiana Jones” o “Parque Jurásico”, además de aclamados filmes como “La Lista de Schindler” o “Munich”; una leyenda del cine en todo sentido. El segundo es uno de los actores más respetados con vida, famoso por un nivel de compromiso con sus papeles que raya lo surreal.

Y el tercero…el tercero es una de las figuras históricas más importantes de los Estados Unidos y, quizá, del mundo entero, el responsable de abolir la esclavitud en su país mientras el mismo era destrozado por una sangrienta guerra civil.

Un filme dirigido por Spielberg, protagonizado por Day-Lewis, sobre Lincoln suena como el tipo de filmes que se hacen expresamente para ganar Oscars. Solo pensando en la idea y basándose en avances y la trayectoria de Spielberg, uno puede imaginarse más o menos cómo sería el resultado final: una altamente emocional superproducción con actuaciones fantásticas para homenajear al 16° presidente de los Estados Unidos, acompañada por una conmovedora banda sonora de John Williams.

Y “Lincoln” ciertamente es todo eso. Pero también es mucho, mucho más.

En vez de hacer una película biográfica que nos mostrara a Lincoln durante distintas etapas de su vida, el “Lincoln” de Spielberg se enfoca en los últimos cuatro meses de vida del mandatario, que estaba empeñado en lograr que se apruebe la enmienda a la Constitución que declarara la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos antes de que el conflicto civil con los estados del sur llegara a su fin, ya que el regreso a la Unión de aquellos estados, cuya economía dependía enormemente de la mano de obra esclava, haría extremadamente difícil pasar la enmienda luego.

Vayamos primero por los puntos más obvios: las actuaciones en la película son sencillamente soberbias. Daniel Day-Lewis establece una identidad bien propia para su Lincoln desde las primeras escenas de la película, dándole un caminar apacible, una voz serena y amigable y un aire carismático que contrasta con la imponente presencia de un hombre de considerable estatura que además es la persona más poderosa de todo un país. El actor establece claramente al personaje con gestos, movimiento y comportamiento mejor que cualquier cantidad de líneas de diálogos jamás podría; nos dice “este es Abraham Lincoln”. Y luego de esto pasa el resto de la película literalmente siendo Abraham Lincoln.

Y es un goce. Es un goce verlo responder con metáforas y anécdotas a sus interlocutores, siempre apacible y sereno hasta el punto que parece exasperar aún más a quienes debaten con él, para luego recordar su autoridad con gran fuerza declarando imponente que es “el presidente de los Estados Unidos de América, cubierto de inmenso poder”. No queda nadie con vida que pueda decir qué tan cerca está el Lincoln de Day-Lewis del verdadero, pero el personaje que formó el actor es uno inolvidable; para nada envidio al próximo actor al que le toque interpretar al legendario presidente.

El amplio elenco de reparto también es excelente, con un Tommy Lee Jones que no se sale demasiado de su habitual estilo de actuación interpretando al congresista republicano Thaddeus Stevens, un papel más bien discreto en la mayor parte del tiempo, pero que brilla en momentos clave, cuando le toca dar deliciosamente incendiarios discursos. Sally Field invoca gran fragilidad a la vez que tremenda autoridad como la Primera Dama, Mary Todd Lincoln.

En lo que a música se refiere, el legendario compositor John Williams, autor de melodías tan emblemáticas como los temas de “Star Wars” o “Indiana Jones”, confeccionó una banda sonora poco memorable pero efectiva y acorde al tono del filme, no muy distinta a la música que escribió para “Caballo de Guerra” (2011), también de Spielberg.

Ahora lo no tan obvio. “Lincoln”, salvo por alguna que otra muy esporádica escena que ilustra la guerra entre la Unión y los rebeldes confederados, no es una película con escenas de acción, sino que, lógicamente, transcurre mayormente entre negociaciones y conversaciones. Sin embargo, Spielberg logra hacer de la búsqueda de votos de Lincoln una emocionante experiencia comparable a los mejores thrillers de suspenso, una tensa carrera contra el tiempo en la que Lincoln y su equipo recurren a todo tipo de técnicas y presiones políticas, tratos bajo la mesa, evasiones y, en cierto momento, mentiras directas con tal de lograr su objetivo antes de que sea demasiado tarde.

Ver a Lincoln y compañía navegar los laberintos de la burocracia política, sorteando con ingenio cada obstáculo, termina resultando más emocionante que verlo tomar un hacha y matar vampiros (por mucho que “Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros” me haya parecido una muy buena película de acción).

Por momentos el filme puede volverse algo confuso por la cantidad de giros y las constantes –aunque necesarias- referencias a los tejemanejes de la política partidaria estadounidense en esos momentos, aunque el filme en ningún momento es inaccesible, y Spielberg, viejo conocedor que es, sabe perfectamente en qué momento meter una escena más tranquila, simple y personal de Lincoln –una conversación con su hijo aquí, una discusión con su esposa allá- para dar un respiro al espectador y darle tiempo de asimilar los últimos giros y distinguir quiénes son aliados y quiénes oponentes del presidente y su enmienda.

“Lincoln” es el producto de un Spielberg en su mejor forma, dejando bien en claro que su estatus de leyenda de Hollywood es más que merecido; no es que necesite probarlo después de una vida de marcar hitos en el séptimo arte, pero de todos modos lo hace, y ojalá lo vuelva a hacer muchas veces más.

El 2012 fue un gran año para el cine, uno de los mejores de los últimos tiempos, y si este domingo la Academia decide premiar a “Lincoln” o a la también magnífica “Argo” –que creo que va a ganar- como Mejor Película, creo que ambos filmes se merecen ese calificativo.

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LINCOLN

Dirigida por Steven Spielberg

Escrita por Tony Kushner (basada en un libro de Doris Kearns Goodwin)

Producida por Steven Spielberg y Kathleen Kennedy

Edición por Michael Kahn

Dirección de fotografía por Janusz Kamisnki

Banda sonora compuesta por John Williams

Elenco: Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones, David Strathairn, Hal Holbrook, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Lee Pace, John Hawkes, Bruce McGill y Jackie Earle Halley

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