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Tiene 25 años y la fuerza de un huracán. Teniendo en cuenta que a sus 8 años ya se presentaba en TV -imitó el Cambio dolor de la uruguaya Natalia Oreiro- y que a los 12 se convertía en la estrella infantil del universo Cris Morena -primero hizo Rincón de luz, después Floricienta y ya no paró hasta la revolución de Casi ángeles-, no debería sorprender que la música, el baile y la actuación fluyan en sus venas. Y que el aire de estrella teen que respira no le pese.
Con un segundo disco en manos editado por Sony Music, Soy (2016) y un reciente éxito televisivo también emitido en nuestro país (Esperanza mía, Unicanal), Lali ofreció la noche del sábado un espectáculo digno de una diva pop. No faltó ningún recurso: pantalla gigante con audiovisuales, efectos de luces, humo, confetis; un cuerpo de baile, interminables cambios de vestuario, ritmo, interacción y color.
Antes del recital, el paraguayo Acho Laterza ofrecía un espectáculo de calidad que un público mayormente adolescente celebró. A sus 19 años, el cantante se lució con canciones de su disco Estoy aquí -entre otras versiones- y demostró un crecimiento en sonido y puesta en escena.
Pero la estrella de la noche, sin dudas, era ella. A las 21:30, finalmente, sus fans desataron en grito un saludo de bienvenida. Lali abría la noche con Soy, canción que además lleva el nombre de la gira mundial que inició este fin de semana en Paraguay. También desde el segundo álbum, el repertorio seguía con Irresistible, entre gritos que enardecían un local que -si bien no estuvo lleno- logró llenarse de algarabía.
Desde sus primeros hits y con guitarra eléctrica en manos, sonaba Asesina. Tiempo después llegaba uno de los tantos cambios de vestuario, mientras intentaba -fallidamente- saludar en guaraní.
La noche avanzaba con Cree en mí, la enérgica Boomerang -con coreografía incluida- y Tu revolución -con mensaje de rebeldía y libertad incluida-.
La fuerza volvía a emerger con una Lali convertida en bomba sexy juvenil. La canción era Bomba y realmente mostraba a la cantante en una explosión de sensualidad. ¿La Miley Cyrus argentina?
De allí en más, el concierto se convertía en una verdadera fiesta pop que seguía con Mi religión, Lejos de mí y la inspirada Amor es presente, momento en que los fans elevaron corazones rojos, blancos y azules para halagar a su ídola.
Los efectos de luces y humos seguían con Del otro lado y No estoy sola, mientras el club de fans incondicional armaba con letras la frase “Que nos volvamos a ver”, alusión a una canción de Teen Angels -grupo musical de la serie Casi Ángeles-. Pese a la insistencia, la protagonista de Esperanza mía prefirió presentar solo sus canciones solistas.
Era momento de Histeria y la histeria era real, aunque ya con sabor a despedida. Con ojos de fantasía y una fascinación pop que emana, Lali Espósito se despedía de un público que dio y recibió alegría, amor, ritmo y color. Después de todo, ¿qué sería del pop sin eso?