“La Cenicienta”: encantadora

Aunque nunca aspira a ser más que una “remake” casi directa del clásico animado de 1950, la nueva película de Disney carga el humor, el corazón y el espectáculo visual necesario para tener éxito.

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La reciente tendencia de Disney de revivir su estilo de filmes de fantasía de antaño ha probado ser lucrativa, lógicamente. Sea revisitando historias ya contada (Alicia en el País de las Maravillas, Maléfica) o creando nuevos relatos dentro de ese estilo (Encantada, Enredados, Frozen), el estudio se ha encontrado con resultados artísticos mixtos.

Admirablemente, el estudio ha tomado riesgos, variado sus ideas e incluso desafiando abiertamente varios clichés de sus clásicas “películas de princesas” en estas nuevas producciones. Encantada era una parodia afectiva, mientras que Frozen se convierte en sus últimos instantes en un filme trascendental al demoler el recurso del “amor a primera vista” de una forma ingeniosa, dando modernidad a lo clásico. En una de sus movidas más subversivas de los últimos tiempos, en Maléfica el estudio convirtió a una de las villanas más icónicas de su historia en una alegoría de una superviviente de violación, algo admirable incluso a pesar de que el filme acaba siendo mediocre, nunca capaz de ponerse a la altura de esa poderosa escena en la que la villana convertida en heroína despierta con las alas cortadas.

En comparación, la nueva versión de La Cenicienta es bastante carente de ambición, limitándose a contar de nuevo, casi sin cambios, la historia de la joven que cautiva a un príncipe, aunque los pocos cambios que hace respecto al filme de 1950 son acertados, haciendo del filme un bienvenido relato al estilo clásico pero con acabado moderno, con buenas actuaciones, un guión inteligente e impresionante en lo visual.

La historia es la misma que ya vimos: la joven Ella (Lily James) vive con su padre viudo, quien decide casarse con una aristócrata, Lady Tremaine (Cate Blanchett). Poco después de la llegada de Tremaine y sus dos hijas, el padre de Ella emprende un viaje y muere, dejando a la joven a merced de su madrastra y hermanastras, que acaban convirtiéndola en una sirvienta dentro de su propia casa.

A pesar del desafortunado giro en su vida, Ella se esfuerza por permanecer optimista, recitando como un mantra la lección de vida que le dio su madre antes de morir: “tener coraje y ser buena”. Es algo pequeño, caracterización básica, pero que le da bastante profundidad al personaje, haciéndola más admirable y dando aún más impacto a los momentos en los que aún su increíble entereza se quiebra.

Ella continúa su vida, atendiendo los caprichos de su nueva familia, ignorando en la medida de lo posible su crueldad, y hallando momentos de felicidad en la compañía de los animales de su granja, particularmente un grupo de expresivos ratones computarizados que podrían haber sido más trabajados. Sin embargo, todo cambia para ella cuando se encuentra en un bosque con el príncipe del reino, Kit (Richard Madden). Sin estar ella al tanto de su verdadera identidad de él – la joven simplemente cree que es un aprendiz que trabaja en el palacio real –, ambos quedan cautivados por el otro.

Entre los pocos cambios argumentales que el filme hace respecto al filme anterior, aquí yace el más crucial y acertado: el director Kenneth Branagh y el guionista Chris Weitz le dan una personalidad al príncipe, y un conflicto que hace de su personaje más que solo un arquertipo. El príncipe debe elegir pronto una esposa, y a su repentino enamoramiento por la plebeya desconocida debe contraponer la necesidad de su pequeño reino de que establezca lazos con una princesa de un reino mayor que pueda garantizar protección y prosperidad. En vez de pasarnos todo el filme detrás de Ella, Branagh decide dedicar una saludable cantidad de escenas a este drama político, que en gran medida resulta incluso más interesante que el suplicio de Ella.

Además, el hecho de que Ella y el príncipe comparten varias escenas juntos en las que llegan a conocerse significa que en esta película la historia de amor funciona de una forma más o menos similar a como los seres humanos reales se enamoran, en vez de seguir ese anticuado recurso del enamoramiento instantáneo entre perfectos desconocidos que Frozen descuartizó tan brutalmente.

Hubiera sido bueno que la misma atención al detalle y profundidad fuera aplicada a Lady Tremaine y sus hijas, en particular cuando la producción se da el lujo de tener a una actriz del calibre de Blanchett en el papel de la madrastra, pero lastimosamente este trío de personajes queda relegado a una sola dimensión. Supongo que no se puede tener todo en esta vida.

Aún así, el elenco de actores hace un buen trabajo. Unidimensional o no, Blanchett se divierte con la indiscutiblemente malvada madrastra, y James es un faro de bondad como Ella. El ya mencionado Madden halla un buen balance entre galán suave y ligeramente torpe, y Helena Bonham Carter divierte en su esporádica aparición como el Hada Madrina; y hablando del Hada Madrina, se agradece infinitamente que Branagh haya optado simplemente por la actriz en un vestido, en vez de poner su cara digitalizada en un cuerpo hecho por computadora como las hadas de Maléfica, más inquietantes que entrañables.

Igualmente, Branagh halla el balance correcto entre humor para los más pequeños – con abundantes escenas de los ratones y otros animales haciendo payasadas y transformando la huida de Ella del palacio en una trepidante persecución – y momentos en los que sabiamente deja de lado tales artificios y deja que las imágenes hablen solas. El momento en que Ella ingresa al palacio durante el baile es un momento de triunfo particularmente bien logrado, aumentado por la cautivante banda sonora de Patrick Doyle. Obviamente, en todo lo que se refiere a lo visual, el filme es fantástico, algo de esperarse con todos los recursos de Disney.

Aunque sin la ambición y el atrevimiento del Disney reciente, La Cenicienta es una probada de entretenimiento clásico expertamente confeccionado. Recomendada.

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LA CENICIENTA (Cinderella)

Dirigida por Kenneth Branagh

Escrita por Chris Weitz (basada en un cuento de Charles Perrault)

Producida por David Barron, Simon Kinberg y Allison Shearmur

Edición por Martin Walsh

Dirección de fotografía por Haris Zambarloukos

Banda sonora compuesta por Patrick Doyle

Elenco: Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Sophie McShera, Holliday Grainger, Ben Chaplin, Helena Bonham CarterStellan Skarsgård, Nonso Anozie, Derek Jacobi y Hayley Atwell

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