“Kingsman”: el espionaje divertido

Este afectuoso homenaje a cine de espías de antes, el de los supervillanos con bases secretas y los relojes que también son armas, es fácilmente el filme más entretenido de lo que va del año.

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El cine de espías ha completado el círculo. Aunque las películas sobre espionaje existen prácticamente desde el inicio del cine como medio para contar historias de ficción, con exponentes tan importantes como Fritz Lang y Alfred Hitchcock en la primera mitad del Siglo XX, el cine de espías tal y como probablemente la mayor parte del mundo lo conoce en la actualidad tiene su génesis en los ’60, cuando Sean Connery empezó a recorrer exóticas locaciones alrededor del mundo, frecuentemente acompañado de hermosas mujeres y nunca muy lejos de algún Martini agitado (no batido), valiéndose de todo tipo de espectaculares armas y vehículos para derrotar a teatrales supervillanos como James Bond, el agente 007 creado por Ian Fleming.

Con el Bond de Connery nacía la imagen del caballero espía, armado con bolígrafos explosivos, relojes láser y todo tipo de maravillosa tecnología, enfrentado a villanos con ejércitos personales y bases en montañas o volcanes desde donde planean la dominación del mundo. Su popularidad fue enorme, pronto extendiéndose más allá del propio Bond y abrazando a innumerables imitadores.

Pero todo lo que sube tiene que bajar, y pronto la admiración sin ironía de este tipo de filme, del Bond de Connery y Roger Moore, comenzó a mutar. La interpretaciones más serias y “realistas” del espionaje comenzaron a ganar terreno con íconos como el Jack Ryan de Tom Clancy que interpretaron Alec Baldwin y Harrison Ford, o más recientemente Jason Bourne, enfrentados a amenazas más mundanas como organizaciones terroristas o agencias de inteligencia enemigas; aunque Bond no se desvaneció del cine, eventualmente se adaptó a los tiempos. Mientras tanto, el legado del Bond clásico pervivía más que nada en las parodias como la saga Austin Powers.

Como público pasamos de adorar al caballero espía, a burlarnos de él y cambiarlo por héroes más creíbles, pero en los últimos años el proceso comenzó a revertirse; el regreso de James Bond a una trama ocasionalmente más teatral en Skyfall, a medio camino entre el Bond de antes y el nuevo que nos introdujo la más seria Casino Royale, fue evidencia sutil de un nuevo aprecio por el espía clásico, y ahora Kingsman: El Servicio Secreto llega a dejar de lado esa sutileza y declarar a gritos su amor por la vieja fantasía del espía.

Kingsman es el nombre de una organización privada de espías, separada de todo gobierno pero con base en Inglaterra, cuyos miembros se consideran a sí mismos los herederos de los caballeros de la Mesa Redonda, con el objetivo de luchar simplemente por hacer el bien. Uno de sus mejores hombres es Galahad (Colin Firth), quien decide tomar como protegido a un joven delincuente llamado Eggsy (Taron Egerton), y lo propone como candidato para el reemplazo de un “Kingsman” caído. Mientras Eggsy enfrenta el peligroso proceso de selección, la agencia lidia con un misterio que tiene como figura central a un poderoso filántropo con un plan que podría causar una catástrofe mundial.

El director Matthew Vaughn – de nuevo adaptando un cómic del autor Mark Millar, como ya hiciera en Kick-Ass –, está en su elemento, mezclando acción y comedia en un filme que en gran medida se siente como un hermano espiritual de otra de sus películas, la excelente X-Men: Primera Generación, otra película empapada en el estilo y el tono del cine de espías de los ’60 y que también se centraba en jóvenes excepcionales entrenando para salvar al mundo. Vaughn desliza su película con facilidad entre los momentos de tensión y adrenalina, el drama y las risas, y la película nunca pierde impulso, a pesar de hacer malabares con un montón de personajes y subtramas.

En Egerton, Vaughn encontró a un protagonista impecable, apto tanto para la acción como para la comedia y el drama, y muy versátil, demostrando gran carisma como el diamante en bruto inicial y como la versión final de su personaje. Su historia de transformación y de triunfo sobre los prejuicios sociales no es particularmente original – “como en Mi Bella Dama, dice Eggsy en una conversación con Galahad luego de no haber reconocido referencias a ciertas otras películas similares –, pero tampoco necesita serlo; simplemente funciona.

Como en Harry Potter - otra saga con la que el filme guarda cierto parecido temático - , el elenco joven se sostiene en pilares de reconocidas figuras británicas, siendo el principal Colin Firth como Galahad, visiblemente divirtiéndose con la oportunidad de patear traseros e impartir lecciones de etiqueta de forma simultánea. Michael Caine aprovecha el peso y el prestigio de… bueno, de ser Michael Caine, como el jefe de Kingsman, mientras que uno de los más destacados secundarios es un refrescantemente divertido Mark Strong, un actor que frecuentemente es desaprovechado al ser puesto en papeles de “villano británico de turno” pero que a quien Vaughn suele usar de forma más creativa.

Sin embargo, es cuando el filme se centra en la trama del espionaje que el filme brilla. Hay un elegante grado de ingenio en la trama que enmascara sencillez con un superficialmente profundo misterio, y combina modernidad con algo que no estaría fuera de lugar en las carpetas de planes de villanos como el Dr. No o Blofeld. Samuel L. Jackson hace un gran trabajo como un villano que a la vez es conforme al estereotipo de megalómano de este tipo de filmes, y también es una ingeniosa inversión de ese estereotipo. Un filántropo en vez de un terrorista, cordial, sin estómago para la violencia y convencido de que está salvando al mundo. Es prácticamente Hank Scorpio de Los Simpson.

Su mano derecha tiene un nombre curioso y prótesis de metal, en cierta forma reminiscente de Jaws, el recordado matón de La Espía que me Amó y Moonraker, aunque en esta película no es un enorme y musculoso hombre, sino una atlética mujer que mata con sus letales piernas prostéticas.

Hay más cosas de las que me gustaría hablarles del filme – como su final, enormemente memorable –, pero preferiría que vean eso y las muchas otras virtudes del filme por sí solos. Por ahora, les dejo con mi opinión de que Kingsman es la primera película verdaderamente extraordinaria de 2015 que llega a nuestras salas, entretenimiento del bueno y definitivamente imperdible.

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KINGSMAN: EL SERVICIO SECRETO (Kingsman: The Secret Service)

Dirigida por Matthew Vaughn

Escrita por Matthew Vaughn y Jane Goldman (basada en un cómic de Mark Millar y Dave Gibbons)

Producida por Matthew Vaughn, Adam Bohling y David Reid

Edición por Eddie Hamilton y Jon Harris

Dirección de fotografía por George Richmond

Banda sonora compuesta por Henry Jackman y Matthew Margeson

Elenco: Taron Egerton, Colin Firth, Samuel L. Jackson, Sophie Cookson, Sofia Boutella, Mark Strong, Michael Caine, Edward Holcroft, Samantha Womack y Mark Hamill

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