Johansen y la nada: música para pensar

El cantante Kevin Johansen, nacido en Estados Unidos y nacionalizado argentino, se presentó por cuarta vez en Asunción; la tercera con su banda The Nada y el caricaturista Ricardo Liniers, en un excelente concierto cargado de fiesta y diversión.

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Kevin Johansen es uno de los últimos trovadores de América Latina. Un tipo distendido que siempre se ríe de sí mismo por haber nacido en Alaska, en los Estados Unidos. Su mamá argentina y su papá yanqui –quienes también son tapa de su último disco, Bi– le dieron una combinación de la que él alardea orgulloso: es más argentino que norteamericano.

Johansen presentó en Paraguay su nuevo material, un disco doble lanzado en 2012 y ya promocionado en distintas partes de América Latina, como así también en España.

El escenario esta vez fue el complejo Textilia de Asunción. Se había presentado por primera vez en Paraguay en diciembre de 2008, en el Teatro del Banco Central del Paraguay, junto a The Nada. En 2010, el sitio fue la discoteca Kandi, donde actuó solo junto a Liniers. La última presentación en nuestro país fue el 7 de diciembre de 2011, en el Ferrocarril, con The Nada y Liniers.

El recital comenzó a las 23:02 del último día de noviembre y se extendió hasta la 1:29 del domingo. Fueron casi dos horas y media de excelente música.

Unas mil personas presenciaron el show. Tal vez el festival de rock que se llevaba a cabo en el otro lado de la ciudad jugó en contra, aunque también es cierto que Kevin Johansen tiene un público selecto y de todas las edades.

El concierto de Johansen estuvo cargado de colores. Su particularidad reside en que Liniers colorea con témpera de mil colores un papel que comienza siendo blanco pero puede terminar mostrando cualquier cosa. Cada canción es única. Luego, se hacen avioncitos que se tiran al público.

El tema que marcó el inicio del show fue Amor Finito, del nuevo disco Bi. Johansen se lanzó con un Mba’eichapa (¿Cómo están?), que marcó lo que iba a ser la constante interacción con el público.

Le siguió Baja a la Tierra, segundo corte de Bi, una canción que marca de alguna forma el mensaje social y político de Johansen.

Las personas que estaban en el sector de Generales empezaron a pedir que les dejaran ingresar al sector VIP, que estaba ocupado solo hasta la mitad. “Hay que romper barreras”, dijo Liniers, y unas cuatro canciones después la barrera de sectores se sacó: todos estaban en un área común.

En mi cabeza, corte del disco The Nada de 2000, fue el siguiente tema que marcó la noche. Siguieron El Palomo, No Voy a Ser Yo, No Seas Insegura, Vecino, My Name Is Peligro, McGuevara’s o Che Donald’s, Hindue Blues, El Círculo, Picaflor, Alta, fea y linda, en ese orden.

Luego llegó un corte. Johansen invitó a uno de los músicos a lo que él llamó “un proyecto alternativo” de la banda llamada Charango Sensation 2000. Tocaron –con el charango, claro– Hotel Patagonia (cover modificado de Hotel California de Eagles) y Take On Me de A-ha.


El humor acompañó constantemente el espectáculo, a tal punto que se hizo algo muy íntimo. Kevin Johansen y su banda no son de pavonearse ante el público; al contrario, parece una peña entre amigos.

Luego siguió la canción Desde que te perdí. La clásica Cumbiera intelectual fue diseñada para que algunas chicas suban al escenario y bailen, imitando a esa chica tan culta pero que a la que al final el cuerpo le respira, de la que habla la música.

Después, Johansen se calzó algo que hace en todos sus conciertos: una guitarra rosada con el dibujo de Hello Kitty. “Hay que ser bien macho para hacer esto”, dijo, y empezó a ejecutar los acordes de S.O.S Tan Fashion, a la que le siguió Basta ya de bastas, Party Girl y el cover del clásico Modern Love de David Bowie, un himno del pop ochentoso.

Ya sobre el final del espectáculo sonaron Down With My Baby, un simpático cover (si es que se puede decir así) de Iron Lion Zion de Bob Marley; solo que aquí sonaba I’m like a lion Asun-zion.

El recinto explotó con Anoche soñé contigo, del disco Logo, de 2007. Luego, Liniers improvisó una música con el poema The Fly, de William Blake y Knocking on Heaven’s Door de Bob Dylan.


The Nada volvió con No Digas Quizás, Apocalypso, Guacamole y cerró Fin de Fiesta, en que todos los músicos cantaban una estrofa de la canción. A este punto, ya Textilia se convirtió en una pista de baile.

Antes del show de Johansen, Liniers y The Nada actuó la banda instrumental nacional Pepe del Oeste.

Hay que destacar la prolija organización de la productora Planeador, que puso baños y guardias de seguridad, así como asistencia médica en puntos estratégicos del sitio. Inclusive, permitió el acceso de los visitantes de Generales al VIP luego de haber comenzado el show.

Kevin Johansen y los The Nada marcaron una vez más una jornada de música en Asunción con letras que hacen pensar, que hablan del amor y de la existencia misma; todo al son de la milonga, el charango, las trompetas, el saxofón y muchos instrumentos más que recuerdan a Gieco, a la Negra Sosa, a Blades, al Buena Vista Social Club, pero con mensajes del nuevo milenio y con mucho, mucho rock.

Puede leer la entrevista exclusiva de Johansen con ABC Color en este enlace. 

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