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Una intriga militar de apariencia simple pero tras la cual se esconde una enrevesada conspiración, un idealista personaje que se alía con un rebelde rudo y astuto para sacar a luz la verdad, autoridades potencialmente corruptas y buenas dosis de acción. Hacía cierto tiempo que no veía el resultado de la mezcla de estos ingredientes en una pantalla de cine, y es ciertamente refrescante ver un thriller a la antigua, como los que pululaban en los ochenta y noventa.
Lo mejor es que no solo se trata de un thriller como los de antes, sino que es uno bueno.
Un día, un francotirador sube a uno de los pisos superiores de un edificio de estacionamiento con un rifle de precisión y abre fuego aparentemente al azar, matando a cinco personas y dejando atrás bastantes evidencias de su identidad, lo que permite a la Policía tener a un sospechoso en sus manos. Dicho sospechoso, un veterano de Irak llamado James Barr, pide por un tal Jack Reacher, un ex investigador de la Policía Militar, quien aparece y, junto a la abogada defensora de Barr, comienza a urgar en busca de la verdad.
Con ese argumento, basado en la novela “One Shot” del autor estadounidense Lee Child, el director debutante Christopher McQuarrie –un veterano guionista con un premio Oscar en su haber por “Los Sospechosos de Siempre (1995)- deja en claro que tiene facultades para dar las órdenes detrás de las cámaras y entregar un producto final de gran factura técnica, excelentemente armado y presentado con estilo y un muy buen ojo para la acción, apoyándose en su pericia como guionista para complementar su trabajo con diálogos interesantes, por momentos incluso excelentes.
McQuarrie filma con confianza, permitiéndose escenas de pelea coherentes y emocionantes –nada de cámaras epilépticas ni tomas de medio segundo, aquí la acción se entiende-, un tiroteo climático muy bien logrado y una persecución vehicular que sencillamente se hizo un lugar entre mis favoritas personales; me atrevo a decir que está al nivel de la persecución de mitad de película de “El Caballero de la Noche” o la increíble persecución final de la película de Quentin Tarantino “A Prueba de Muerte”, aún cuando no cuenta con elementos extravagantes como Batimóviles o mujeres aferradas al capó de un auto.
Se nota el esfuerzo por dejar en claro que es una escena filmada en calles de verdad con vehículos de verdad, sin efectos de computadora para aumentar la espectacularidad ni trucos de cámara para dar una sensación falsa de velocidad y peligro.
El filme logra un buen balance entre esas escenas de acción, las escenas de introspección para dar algo de profundidad a los personajes –no serán muchas pero allí están, y cumplen el objetivo de hacer que los personajes más esenciales sean más que seres unidimensionales-, los momentos de investigación para avanzar con la historia y los ocasionales puntos graciosos del filme, con algunos chistes y situaciones que le quitan algo de oscuridad a la sórdida trama, y lo digo como un cumplido.
Y hablando de cumplidos, Cruise se merece los suyos: a sus 50 años, el actor demuestra que no tiene problemas para llevar sobre sus hombros un filme de acción, sin la necesidad de recurrir la técnica de hacerlo parte de un equipo de héroes de acción, como en la excelente “Misión Imposible: Protocolo Fantasma”. Aquí el filme le pertenece a él, y lo lleva adelante a base de carisma y una presencia que logra convencer de que el petiso personaje es alguien con quien uno no debería meterse.
La película no carece de puntos débiles, sin embargo. Específicamente, los villanos. Y es una pena, porque el rol de la mente maestra criminal de la película es interpretado nada menos que por el legendario cineasta alemán Werner Herzog, un ícono del documental y el cine de ficción menos convencional a quien de alguna forma convencieron para que se coloque frente a las cámaras en un filme de acción de Hollywood.
Con su voz carrasposa e inquietante y su mirada congelante, el alemán es una presencia poderosa, pero lastimosamente no pasa de ser eso; la motivación de su personaje es confusa –su objetivo parece demasiado simple para un villano que por su apariencia no estaría fuera de lugar planeando la conquista del mundo y enfrentándose a James Bond-, su plan es poco claro –aunque ingenioso al principio- y su participación en el filme es mucho menos prominente que lo que hubiera sido ideal.
El resto de los personajes cumple sin destacarse demasiado: Rosamund Pike como la abogada idealista, Jai Courtney –a quien pronto estaremos viendo como el hijo de John McClane en la nueva “Duro de Matar”- como el principal soldado de villano, David Oyelowo y Richard Jenkins como las autoridades sospechosas, Robert Duvall como el viejo soldado que regresa a la acción…todos sólidos, ninguno particularmente memorable.
Pero a pesar de esos defectos argumentales que mencioné antes, creo que “Jack Reacher” es un filme altamente disfrutable, más que adecuado para pasar dos horas en una sala de cine. Personalmente, estoy ansioso por ver qué más puede hacer McQuarrie como director, e incluso la idea de una eventual segunda aventura de Jack Reacher no suena nada mal.
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JACK REACHER
Dirigida por Christopher McQuarrie
Escrita por Christopher McQuarrie (basada en una novella de Lee Child)
Producida por Tom Cruise, David Ellison, Dana Goldberg, Don Granger, Gary Levinsohn, Kevin J. Messick y Paula Wagner
Edición por Kevin Stitt
Dirección de fotografía por Caleb Deschanel
Banda sonora compuesta por Joe Kraemer
Elenco: Tom Cruise, Rosamund Pike, Jai Courtney, Werner Herzog, Richard Jenkins, Robert Duvall, David Oyelowo, Alexia Fast, Josh Helman y Joseph Sikora