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El mito de Hércules, hijo de dios supremo del Olimpo en la mitología griega y una de las figuras heróicas más reconocibles de la historia humana, es una figura tan universal que a estas alturas se presta para lo que sea. Un autor o cineasta que quiera contar una historia de Hércules puede hacer básicamente lo que se le dé la gana al ser un personaje tan abierto a distintas interpretaciones, lo que lo convierte en una llave para historias potencialmente muy interesantes.
Sin embargo, esa libertad que otorga trabajar con un mito tan universal es un arma de doble filo, ya que con la misma facilidad se presta para crear una historia genérica, poniéndolo en el papel de guerrero antiguo estándar.
Por un momento al principio de la nueva versión cinematográfica del mito, a cargo del director Brett Ratner, parece que el filme va a dar un giro auténticamente interesante al personaje, poniendo en duda que Hércules (Dwayne Johnson) sea realmente todo lo que las leyendas dicen de él y presentándolo como un guerrero verdaderamente extraordinario, pero definitivamente no un semidios. La película crea una premisa interesante, pero se olvida de hacer nada memorable con lo que tiene.
En esta versión Hércules es el líder de un grupo de mercenarios, aprovechándose de la fama que le granjearon sus legendarias 12 tareas y su supuesto linaje divino. A oídos suyos llega una propuesta del rey de Tracia (John Hurt), quien lo contrata para que entrene a su poco experimentado ejército y lo lidere en una guerra contra un caudillo que supuestamente pelea al mando de una legión de demonios descendientes de Hades.
Como dije, la premisa de un Hércules que no es todo lo que su leyenda lo hace parecer es intrigante, y hacer que se aproveche económicamente de su reputación es un toque ingenioso; aunque queda algo ambiguo, el guión implica que más que un semidios este Hércules es una especie de fenómeno de la naturaleza capaz de enormes hazañas de fuerza, pero nada más.
La primera vez que lo vemos es en la narración de unas de sus grandes tareas hecha por uno de sus acompañantes con el fin de intimidar a unos criminales antes de que Hércules y sus mercenarios aparezcan para acabar con ellos. Si uno fuera confiado, podría decir que esa narrativa poco confiable se extiende incluso al mundo real, con tráilers que mienten sobre algunas escenas dándoles aparentes elementos sobrenaturales ausentes en la película. Claro, lo más probable es que sea una simple estrategia para generar más interés.
Pero los tráilers mienten todo el tiempo. De hecho, los avances de “Hércules” prometen un par de horas de acción competente sazonada con algo de humor y llevada adelante por una figura central conocida por su capacidad de combinar gran carisma y la capacidad física de brindar acción de calidad. En vez de eso, el resultado en pantalla es una historia en la que no pasan muchas cosas de interés, la mayoría de los personajes son dolorosamente olvidables y ni siquiera la acción -que no es tan abundante como uno podría pensar- se presta para momentos que podamos recordar con claridad aún días después de haber visto el filme.
Brett Ratner, un director frecuentemente en la lista negra de la mayoría de los críticos pero que muchos cinéfilos defendemos básicamente en virtud de su muy buena Dragón Rojo (2002) -además, la tercera X-Men no fue buena, pero tampoco fue una catástrofe-, dirige aparentemente en piloto automático, alzándose casi como el “anti Zack Snyder” si vamos a hablar de filmes sobre la antigua grecia. Las peleas con monstruos gigantes y las grandes batallas, momentos que deberían ser los principales puntos fuertes del filme, pasan sin pena ni gloria, no más formidables que las revelaciones predecibles y el ritmo cansino que el guión inyecta en la película.
Hay un breve momento hacia el final en que parece que la película finalmente va a cobrar vida, pero pronto el filme vuelve a estirar su correa y hacerlo volver a modo autómata para un clímax falto de inspiración.
Como dije, Johnson es criminalmente desperdiciado al ponerlo en el papel del héroe atormentado y taciturno genérico, y el resto del elenco tampoco tiene oportunidad de destacarse mucho, básicamente limitándose a arquetipos como “villano genérico”, “mercenario egoísta genérico”, “mujer guerrera genérica”, etcétera. Solo el siempre confiable Ian McShane rompe un poco la monotonía interpretando a un vidente que afirma haber visto el momento de su propia muerte, y es básicamente el encargado de inyectar algunos bienvenidos momentos de comedia.
Nadie espera que un filme como este sea una obra cumbre del séptimo arte, lo único que se requiere de él es entretenimiento. Pero Hércules falla incluso en esa meta. Es un filme con todos los ingredientes, pero aparentemente sin la voluntad de hacer algo con ellos, y al final logra la impresionante hazaña de convertir una historia épica sobre el héroe clásico por excelencia en algo aburrido.
Si las ganas de ver una interpretación del hijo de Zeus son muy grandes, quizá sería mejor darle otro vistazo a la película de Disney.
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HÉRCULES (Hercules)
Dirigida por Brett Ratner
Escrita por Ryan Condal y Evan Spiliotopoulos (basada en un cómic de Steve Moore)
Producida por Brett Ratner, Beau Flynn y Barry Levine
Edición por Mark Helfrich y Julia Wong
Dirección de fotografía por Dante Spinotti
Banda sonora compuesta por Fernando Velázquez y Johannes Vogel
Elenco: Dwayne Johnson, Ian McShane, John Hurt, Rufus Sewell, Ingrid Bolsø Berdal, Aksel Hennie, Reece Ritchie, Tobias Santelmann, Rebecca Ferguson y Joseph Fiennes