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Que está en uno de sus mejores momentos, nadie lo puede negar. Que hizo una de las mejores carreras latinas a nivel internacional, tampoco. Que Bailando -grabado junto a los cubanos Descemer Bueno y Gente de Zona- es uno de los grandes éxitos de los últimos años, nadie lo duda. Pero que su voz, en vivo, no es de las mejores, tampoco.
Quizás, no es lo que más le importe al público que lo fue a ver en la noche del sábado en el Jockey Club. Ni para quienes acreditan sus más de 100 millones de copias vendidas alrededor del mundo.
Enrique Iglesias volvió al Paraguay 18 años después, a hacer lo que mejor sabe: despertar pasiones en sus miles de fans -en su mayoría, claro, muchachas-. Es ahí cuando vuelan corpiños, se desatan gritos desesperados y una fan astuta desafía la seguridad para acceder -como buena guerrera- al cantante.
Después del inicio a cargo de la agrupación local Dalí y el español Juan Magán -quien puso a bailar a varios, a pesar de los problemas de sonido que remarcó-, Enrique Iglesias subía al escenario alrededor de las 22:35. Con la leyenda de Sex and Love -que da título a su nuevo disco- inserta en una pantalla superior, el cantante empezaba a apelar a su público, con una infalible carga sexual. De ahí el primer tema, Tonight (I'm fuckin' You), con el que empezó a saludar a Asunción, entre sonidos electrónicos.
Así iniciaba una noche a puro hit. La fiesta seguía con Like How It Feels, tema que había grabado junto al rapero estadounidense Pitbull en 2011.
El puertorriqueño Wisin aparecía, de pronto, sobre el escenario, para acompañar a Enrique en el tema que habían grabado junto a Yandel en 2010, No me digas que no. "¡Gracias, Paraguay! ¡Los amo con todo el corazón!", agradeció el boricua, mientras Iglesias iba por más.
Era momento para hurgar en los recuerdos, y volver por un rato a 1999. Después de una introducción con guitarras españolas y percusión, el artista ofrecía su viejo éxito, Bailamos.
De vuelta a tiempos recientes, la música seguía con un tema que grabó con Marco Antonio Solís: El perdedor. Con un formato acústico -acompañado por guitarra española, percusiones y coristas-, el artista siguió con una versión intimista de Loco -originalmente, una bachata grabada con Romeo Santos-. Habrá que decir que las versiones acústicas, no le favorecieron.
"Asunción: la última vez que estuve en Asunción fue en 1997. Cómo pasan los años, ¿no?", expresó el ídolo pop, entre gritos de sus fans. Entonces aprovechó para desfilar por la larga pasarela montada junto al escenario, para interpretar Cuando me enamoro, aquella bachata que grabó junto a Juan Luis Guerra.
El repertorio seguía con Be with you, entre luces y una puesta visual dignas de destacar. Vocalmente, sin embargo, los problemas seguían. Una voz débil, sobre todo en los agudos, no logró pasar desapercibida.
Otro éxito en inglés, Escape, hacía delirar al público, mientras el cantante corría de un extremo a otro, y una lluvia de confetis sobrevolaba el Jockey.
Tras una breve pausa, Enrique Iglesias sorprendió a sus fans de graderías: como acostumbra hacer en sus giras, el cantante apareció en el sector final, para entregar un recuerdo: Nunca te olvidaré ("La escribí en 1997, el año que vine", dijo) y Héroe (aquella superbalada de inicios del nuevo milenio).
La canción más esperada de la noche, Bailando, empezó a sonar, de pronto. Ya instalado sobre el escenario -entre globos gigantes, luces y muchos colores-, el cantante hizo delirar a sus fans con esos acordes ya tan instalados en la conciencia popular.
El reguetón marcó presencia de la mano de El perdón, momento en que una fanática logró sobrepasar a los guardias para subir al escenario, correr la larga pasarela y tomar de sorpresa -por atrás- al cantante. Difícil será olvidar la cara de pánico del español, quien finalmente compartió unos segundos con la valiente chica, a quien llevó, sin embargo... hasta su seguridad.
Tras una breve pausa, el cantante regresó al escenario con otro éxito en inglés: I like It, tema que grabó en 2010, también con el rapero Pitbull. Entre efectos psicodélicos proyectados en pantalla, Iglesias se tiraba al piso, en señal de reverencia, y se desplazaba con velocidad hasta el centro del escenario. "¡Muchas gracias, Paraguay!", repetía el español, ya en señal de despedida.
Sin canciones como Experiencia religiosa y Enamorado por primera vez, Enrique Iglesias cerraba su segundo concierto en Paraguay... entre suspiros de madres, muchachas y hasta niñas, que descubrieron su madrugada de domingo entre eternos y recientes hits. "Cómo pasan los años, ¿no?", había reflexionado el cantante. Y así pasaron 18 años, hasta este sábado, en el Jockey Club.