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Aunque lejos de ser lo que pueda considerarse una película mála, con la mayoría de los involucrados haciendo trabajo que va desde genuinamente bueno a por lo menos competente, El Juego de Ender no deja de sentirse como una oportunidad perdida, ya que prepara terreno fértil para hacer una interesante exploración de asuntos como la percepción de la guerra como un juego o sumergirnos en la mente de alguien bajo la tremenda presión en la que se encuentra el protagonista.
Pero al final presenta todo de una forma tímida y superficial, sumergiéndonos en un universo interesante del que vemos y aprendemos poco, de la mano de un protagonista que podría resultar verdaderamente fascinante si la película se tomara el tiempo para hacer que lo conozcamos mejor.
Y es que tanto el mundo que rodea a nuestro protagonista Ender (Asa Butterfield), como el propio personaje, tienen gran potencial. Nos encontramos 30 años después de que la humanidad repelió, a costa de millones de vidas, una invasión de una raza extraterrestre insectoide; el adolescente Ender es uno de los cadetes de una academia militar que forma a jóvenes para liderar las fuerzas espaciales de la Tierra para atacar a los alienígenas en su mundo de origen.
El director Gavin Hood (X-Men Orígenes: Wolverine) pierde una gran oportunidad de hacer algo memorable al mostrar muy poco del mundo fuera de lo que rodea a Ender, quien se pasa la mayor parte del tiempo en el espacio, con solo algunas secuencias de melodrama familiar y poco más en la Tierra.
Un acontecimiento como una guerra con extraterrestres es algo que cambiaría enormemente el mundo en muchos aspectos, y al menos unos vistazos al mundo de la post-guerra -como hizo magistralmente Guillermo del Toro en Titanes del Pacífico, donde todo desde la arquitectura hasta la cultura popular se ve tocado la invasión- hubiera servido para darle una atmósfera mucho más inmersiva y una escala mucho más amplia a la historia.
Aspectos del universo creado por Orson Scott Card en la influyente novela en la que se basa la película, como la razón por la que las autoridades terrestres deciden poner sus fuerzas en las manos de jóvenes son sacadas del camino con una frase, en vez de darles un tratamiento más acorde a las circunstancias.
Y luego tenemos a Ender. Más allá de algunos vistazos semi-abstractos a su psique en la forma de una especie de videojuego usado como herramienta psicológica -un ratón enfrentándose a un gigante, una metáfora adecuada- y unos breves vistazos a su vida familiar, es poco lo que el filme dice sobre su personalidad, lo que es una pena porque es un personaje que debe lidiar con problemas extraordinarios. Está siendo entrenado para tener el destino de dos razas sobre sus hombros, y además se enfrenta a situaciones “menores” como medias verdades de sus superiores, la total y completa falta de privacidad.
Todos los ingredientes para buen drama están ahí. No digo que Hood debió intentado hacer Solaris o algo por el estilo, no había necesidad de sacrificar la acción por la introspección, pero responder interrogantes del tipo de “¿Cómo afecta a Ender la perspectiva de la tremenda presión del liderazgo militar?” hubieran resultado en un personaje más sustancial.
Aunque Butterfield da una actuación competente, Ender se siente vacío, robótico y plano. Las escenas del videojuego fue un buen intento, sin mencionar uno original, de explorar la mente del personaje, pero acaban sin decir demasiado. Esa falta de profundidad en el protagonista acaba costando cierta fuerza al clímax de la película, un momento que depende demasiado de que nos metamos en la piel de Ender.
Pero fuera del guión, la mayoría de los involucrados en el filme hacen un trabajo lo suficientemente bueno, que si bien no salva del todo a la película sí la convierte en algo disfrutable. Tras el despropósito que fue X-Men Orígenes, Hood recordó que tiene talento y presenta un filme visualmente interesante, con batallas espaciales únicas, un clímax con gran tensión y algunas escenas inspiradas como las sesiones de entrenamiento en gravedad cero de los cadetes, que establecen bien a Ender como un estratega prodigio.
Como dije, Butterfield hace lo que puede en el papel protagónico, y es efectivamente apoyado con un elenco que incluye a Harrison Ford como su severo comandante, Hailee Steinfeld -inolvidable en Temple de Acero de los hermanos Coen- como una habilidosa compañera suya en la academia espacial, Viola Davis como una psicóloga militar y un Ben Kingsley con tatuajes maorí, como una leyenda de la milicia.
El Juego de Ender no es una mala película, pero una molesta sensación de superficialidad en el guión y una falta de inspiración a la hora de trasladar un mundo y personajes interesantes a la pantalla no le dejan pasar de aceptable.
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EL JUEGO DE ENDER (Ender's Game)
Dirigida por Gavin Hood
Escrita por Gavin Hood (basada en una novela de Orson Scott Card)
Producida por Orson Scott Card, Robert Chartoff, Lynn Hendee, Alex Kurtzman, Linda McDonough, Roberto Orci, Gigi Pritzker y Ed Ulbrich
Edición por Lee Smith y Zach Staenberg
Dirección de fotografía por Donald McAlpine
Banda sonora compuesta por Steve Jablonsky
Elenco: Asa Butterfield, Harrison Ford, Hailee Steinfeld, Ben Kingsley, Abigail Breslin, Viola Davis, Aramis Knight, Suraj Partha, Nonso Anozie y Moisés Arias