Elton John inmortaliza una noche en Paraguay

Elton John dio un concierto para el recuerdo en el Court Central del Yacht y Golf Club del Paraguay.

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Pocas veces, a lo largo del tiempo, el Paraguay ha recibido a figuras internacionales que marcaron verdaderas huellas en el panorama mundial. Esta vez, el caso rige a rajatabla: una figura histórica de la música británica actuaba por primera vez aquí. El año pasado fue el multitudinario concierto de Paul McCartney, mientras que el pasado miércoles siguió la racha el emblemático Elton John, en un show sin tanta gente como el del ex Beatle, pero no menos histórico ni impresionante.

Se había prometido un show íntimo, en un lugar como el Court Central del Yatch y Golf Club, con capacidad para poco más de 5.000 personas, por elección del propio artista, que llegó a Paraguay apenas unas horas antes del inicio programado del show (y que partió apenas terminado el mismo).

Aún quedaban algunos centenares de localidades vacías, en especial en los sectores más caros (los tickets se acercaban a los 3 millones de guaraníes), cuando llegaron las 20:00 del miércoles y el joven cantante paraguayo Iván Zavala salió al escenario a amenizar la espera. Ejecutando primero la guitarra y luego el teclado, y acompañado de una banda, Zavala dio un correcto espectáculo de media hora en el que interpretó canciones de su autoría como “Imposible”, “Te regalo”, “Junto al mar”; se atrevió a cantar en inglés con las canciones de su autoría “Take you home” y “The heartbreak”, y una versión del clásico de John Lennon, “Imagine”, que dedicó al artista principal de la noche.

Otra media hora pasó sin novedades luego de culminada la presentación de Zavala, pero minutos antes de las 21:00, las luces del Court Central y del escenario comenzaron a atenuarse, señalizando el inminente inicio del espectáculo principal, mientras la gente seguía ingresando de forma apresurada. Luces de un color lila intenso iluminaban a medias el escenario y el objeto más prominente que se hallaba en él: el icónico piano de Elton John, el único instrumento que sonaría durante todo su recital. Quizás, hasta la estrella de la noche –después de John, claro–.

De pronto, el legendario Elton John –paradójico entre el divismo y la humildad que proyecta– apareció en el escenario, con la estética que acostumbra: vistiendo una chaqueta con lentejuelas y unos lentes de sol de marcos azules. Fue recibido con una larga ovación de pie del público, al que respondió saludando sonriente. “¡Hola, Paraguay! Estoy muy contento de estar en este hermoso país”, dijo, en tono cómplice.

Modesto en sus movimientos, aunque sin resultar estático o apático, el artista imponía una presencia poderosa, testigo de una carrera de casi 50 años, unos 250 millones de discos vendidos alrededor del mundo y reconocimientos como el título de Sir, que le nombrara el imperio británico.

Una vez que la música comenzó con la canción “The One”, se pudo comprobar en vivo y en persona que aunque los años del cantante se notan en su físico, no tienen influencia negativa en lo más mínimo en su rol de 'frontman': su voz, hoy, sigue tan potente y evocativa como siempre. “Estoy tan feliz de estar aquí”, dijo el artista. “Me tomó 43 años, pero finalmente estoy aquí”.

Siguió “Sixty years on”, abierta con profundas y dramáticas notas del versátil piano del británico, instrumento que anoche valió por toda una orquesta en las manos de uno de los más grandes talentos pianistas con vida. Mirando de cerca, en cada movimiento, cada verso, se podían ver esas décadas de carrera, de perfeccionamiento. Ovaciones de pie siguieron a casi todas sus canciones; gesto que él respondía, también de pie y saludando.

Continuó deslumbrando con “Border song” y puso al público a cantar con la emotiva “Your song”, una canción que sigue la progresión característica del artista de comenzar sus canciones de forma melódica y comedida para terminarlas en un clímax a viva voz, dando al espectáculo un toque épico que no cualquiera añade a sus canciones. “¡Gracias!”, decía el icónico artista, en castellano.

El espectáculo siguió con “Levon”, una vitrina más para la versatilidad del artista, que pasa de tonos sentimentales a notas más rápidas y alegres sin que en ningún momento la canción deje de ser una cosa o la otra, por paradójico que suene; el público acompañaba con palmas el ritmo de la canción, y aplaudió de pie. “¡Muchas gracias!”, dijo el artista en nuestra lengua, para luego dedicar la siguiente canción a las damas presentes: se trataba de “Tiny dancer”. Cada tanto, durante la canción, el carismático artista lanzaba una mirada sonriente, como de complicidad, hacia su audiencia. “¡Muchas gracias!”, repetía él.

Con “Mona Lisas and Mad Hatters” volvió a dejar en claro su virtuosa voz, capaz de subir y bajar en tonalidad e intensidad sin ningún problema, y luego volvió a inyectar energía en el público con “I’m still standing”, de corte más alegre y festivo.

El show adquirió de nuevo gran fuerza cuando sonó la canción “Believe”, con el público coreando emocionado ante un siempre carismático; siguió la romántica “Daniel”; la gente vitoreaba durante la canción, pero en intervalos cortos, como si no quisiera perderse parte de la música por estar gritando y aplaudiendo.

Un momento verdaderamente impresionante fue cuando Elton John interpretó su famosa “Rocket man”, haciendo explotar en aplausos y vítores a las más de 1.000 personas reunidas en el Yacht, que siguieron de pie la canción, en un instante casi cinematográfico que culminó, como no podía ser de otra forma, con el cantante dándose rienda suelta y cerrando el tema con un expresivo gesto de triunfo. El artista repartió besos y recibió un ramo de flores.

A la melancólica “I guess that’s why they call it the blues” le siguió la fuerza del rock: se trataba de la vibrante y movida “Philadelphia freedom”, en la que el cantante parecía canalizar a precursores del Rock ‘N Roll como Jerry Lee Lewis, haciendo con su piano lo que a muchos les resultaría difícil con una guitarra eléctrica.

El concierto volvió al lado del romanticismo, con la sugerente y poderosa “Nikita”, muy festejada por la audiencia, seguida de la no menos celebrada “Don’t let the sun go down on me”, otro clásico de su cancionero y cuyos poderosos acordes encendieron la euforia. Luego de ese tono épico y emocional, de nuevo Elton John le ponía fiesta a la noche con “Honky cat”, que el público lo disfrutaba durante cada minuto.

El artista siguió exhibiendo sus credenciales como uno de los músicos más importantes de las últimas décadas con “Candle in the wind” –escrita originalmente en 1973, en honor a Marilyn Monroe, e interpretada en 1997 en honor a Lady Di–. El éxito fue de nuevo recibido con ovaciones, seguido de la igualmente emocional y contundente “Sorry seems to be the hardest word”.

Todo indicaba que eran los últimos minutos de una intensa noche, pero el entusiasmo apenas iba in crescendo, con la euforia que el británico proponía en clave de rock con “Bennie and the jets” y “Crocodile rock”.

Las luces se apagaban; sin embargo, el canto de “Olé, olé, olé, olé… ¡Elton! ¡Elton!” llevó al 'encore' de la noche: esa icónica figura reaparecía en el escenario para interpretar una entrañable versión de “The circle of life”, en pequeño medley intermedio con “Can you feel the love tonigth”. Ambas canciones habían sido escritas en 1994 para el filme animado de Disney “El Rey León”.

Antes de eso, agradecía de nuevo a su público –una y otra vez–, haciendo saber sus deseos de volver, ya con su banda completa. Antes, también recordaba a su público que pronto tocará en nuestro país The Killers, en referencia al concierto que la banda estadounidense dará el próximo 26 de marzo, en el Jockey.

No faltaron hits; mucho menos, carisma. Ni aplausos, gritos ni coros… ni besos, que el artista lanzaba –cada vez que podía– desde el escenario. El público, claro, estaba allí para compensarlo. La emoción fue constante a lo largo de la noche, tanto como el factor sorpresa de sus fans, que lograban ver en vivo a esa leyenda que hace de las suyas con grandes discos y composiciones, desde finales de los ’60, cuando se codeaba con artistas de la talla de John Lennon.

Imponentes y multitudinarios espectáculos no faltarán; pero conciertos con la sencillez e intimidad de un verdadero y complejo Elton John formarán por siempre parte del recuerdo colectivo.

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