Cargando...
Seguramente todos escuchamos alguna vez el cuento del pastorcito mentiroso, que gritaba “lobo” una y otra vez, pidiendo auxilio a modo de broma, hasta que los vecinos se cansaron de las falsas alarmas e ignoraron los gritos de socorro cuando estos resultaron ser, eventualmente, auténticos.
Esa historia viene bien como moraleja para ilustrar a los niños los peligros de mentir, pero también los realizadores de cine de terror – por muy adultos que sean – harían bien en recordarla de vez en cuando, como demuestran películas que abusan de los sustos falsos como El Bosque Siniestro.
El filme gira su trama en torno al real pero probablemente no tan sobrenatural bosque de Aokigahara, en Japón, un lugar conocido por ser un destino habitual para suicidas. Nuestra protagonista es Sara (Natalie Dormer), cuya hermana gemela Jess vive en Japón, y de quien últimamente no se tiene noticias. Sara viaja al país nipón y descubre que su hermana se adentró en el mencionado bosque de los suicidios, que los locales insisten alberga espíritus que inducen a los visitantes a autoeliminarse.
Ahí tenemos el gérmen de una idea interesante: lo que sea que hay en el bosque somete a retorcidos juegos mentales a sus víctimas hasta hacer que estas se maten solas. El filme tiene los ingredientes para un buen thriller de terror psicológico con una buena cantidad de imagenes surreales, en una historia ambientada en Japón nada menos; estamos hablando de un país con una mitología particularmente cargada de iconografía capaz de inducir pesadillas, den un paseo por Google y compruébenlo ustedes mismos.
Y para crédito del director yJason Zada y sus guionistas, el filme juega con esos elementos de horror psicológico, metiendo alguna que otra alucinación interesante. Pero para su descrédito, solo comienza a hacerlo hacia la última media hora del filme, para cuando cualquier rastro de buena voluntad que el filme haya logrado conjurar ya se evaporó ante el constante uso de sustos a base de sobresaltos y falsas alarmas.
Apelar a ruidos fuertes y cosas que aparecen repentinamente acompañando ese estruendo para provocar una respuesta de reflejo no es lo mismo que transmitir terror auténtico, pero el “jump scare” es un recurso que puede ser útil en las manos del director de cine de terror habilidoso, aunque sea como elemento para poner en tensión al espectador; como tantas cosas en la vida, la clave es la moderación. Sin embargo, Zada combina ese recurso con otro mucho más frustrante: el de los sustos en falso.
Son tantas las veces en las que el ruido repentino y la aparición aterradora acaban siendo producto de algo inofensivo o algún sueño sobrenatural, que eventualmente uno simplemente deja de darle crédito a la película. Cuando el filme comienza, tras muchos preámbulos, a tomarse las cosas en serio, ya es demasiado tarde: la confianza ya ha sido dañada, la película gritó “lobo” demasiadas veces y, al menos en mi caso, cuando de verdad sí hubo un “lobo”, ya no me importaba.
Con su exagerada dependencia en trucos baratos y falta de creatividad a la hora de armar sus secuencias de terror, el filme desperdicia una premisa potencialmemte interesante y una decente actuación de la actriz Natalie Dormer, que es encargada con darle vida a un personaje que no pasa de la clásica protagonista con pasado trágico y escasa personalidad; Dormer hace lo que puede.
El Bosque Siniestro tiene sus momentos efectivos, pero son demasiado pocos y poco frecuentes.
------------------------------------------------------------------
EL BOSQUE SINIESTRO (The Forest)
Dirigida por Jason Zada
Escrita por Nick Antosca, Sarah Cornwell y Ben Ketai
Producida por David S. Goyer, David Linde y Tory Metzger
Edición por Jim Flynn
Dirección de fotografía por Mattias Troelstrup
Banda sonora compuesta por Bear McCreary
Elenco: Natalie Dormer, Taylor Kinney, Yukiyoshi Ozawa, Eoin Macken, Rina Takasaki y Noriko Sakura