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Ella entra ofreciéndonos cigarrillos muy caros -además de venderlos en dólares- y aunque al recorrer las mesas el precio baja, es poco probable, pero no imposible, que alguno acepte el trato inesperado.
Luego de tan extraña presentación, Violeta Acuña (Kassandra), nos ubica en una semblanza íntima y disparatada de la princesa troyana, quien a criterio del texto concebido para éste unipersonal, fue algo dejada de lado por los grandes trágicos griegos y ella lo acentúa con la pena que produce perder un abrigo en el frío.
El franco-uruguayo Sergio Blanco, dio voz contemporánea a las quimeras de un personaje épico, romántico, metafórico y por sobre todo, trágico.
El libreto ahonda características del absurdo en la comedia, fragmentos históricos e interpelaciones a Esquilo, Eurípides, Sófocles y el mismo Homero, con la naturalidad de una charla con una desconocida, de la que podríamos pensar, dejando de lado los simbolismos, que no está muy bien de la cabeza.
Una de las mayores concentraciones que percibí en una artista dramática es lo que Violeta acrecienta mientras nos relata con dulzura resignada sus pericias.
Giros desgravitados la traen nuevamente de los versos vetustos y la llevan a concretar una cita al dejar el bar, para romper definitivamente la barrera del tiempo y deleitarnos con una interpretación universal.
Apenas con dos o tres recursos técnicos para focalizar ciertos momentos, finalmente nos regala una canción memorable y en ese punto, es imposible no amar a Kassandra y rendir la mayor admiración posible a Violeta Acuña, porque logró con éste arriesgado desafío actoral, elevar la bara y trascender la escena.
Las funciones continúan éste fin de semana en El Granel (Juan de Salazar c/ Artigas) y las entradas cuestan G. 50.000.
“Bugs Bunny is very funny”. Kassandra.