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Poco más de un año después de su última aparición como el icónico detective de Agatha Christie, el actor y director Kenneth Branagh vuelve a ponerse el prodigioso bigote de Hércules Poirot en una historia que se aleja un poco del encanto clásico y la presentación operática de las dos películas anteriores y adopta un lenguaje visual apropiadamente más cercano al cine de terror.
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Cacería en Venecia encuentra a un Poirot retirado viviendo en esa ciudad italiana, donde es abordado por una vieja amiga suya, la escritora Ariadne Oliver (Tina Fey), quien lo convence de acompañarla a una mansión en la que se llevará a cabo una sesión de espiritismo a cargo de una famosa médium. Inevitablemente, la velada se ve interrumpida por un asesinato y Poirot deberá descubrir quién de los presentes en la mansión es el culpable.
Las películas de Poirot de Branagh – Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y Muerte en el Nilo (2022) - son entidades interesantes dentro del contexto de los “blockbusters” hollywoodenses actuales, ecos de un tipo de superproducción con presentación suntuosa, rosarios de grandes nombres en sus elencos y una identidad visual con un pie en la modernidad y el otro en lo clásico; misterios y aventuras a la antigua con un filtro digital contemporáneo, más cerca de las grandes producciones de Jerry Bruckheimer de hace dos o tres décadas que de las megaproducciones actuales.
Cacería en Venecia se mantiene en ese carril, pero Branagh aprovecha la ambientación tétrica y la historia centrada en fantasmas (metafóricos y posiblemente reales) para pivotar de la estética clásica de sus dos películas anteriores a una presentación más propia de una película de horror gótico, no muy lejos visualmente hablando de su adaptación de Frankenstein de 1994, aunque con un ritmo mucho más mesurado y un volumen mucho menos alto en las actuaciones y el espectáculo en general.
La angustiante noche de Poirot y los demás ocupantes del palazzo donde trascurre la película es presentada en expresivos ángulos holandeses que dan una constante sensación de vértigo e inquietud; en claustrofóbicos planos cerrados que impiden que el público vea más que los personajes; y en la oscuridad constante de una mansión ruinosa, iluminada solo por débiles lámparas y el ocasional destello de un relámpago.
En presentación y ambientación, Cacería en Venecia es sobresaliente.
El elenco de personajes es más compacto que los de Expreso de Oriente y Muerte en el Nilo, lo que resulta en un guion mucho más concentrado y efectivo tanto en los detalles del misterio central como en darles dimensión a esos personajes, ninguno mejor caracterizado que el Poirot de Branagh, cuyo agotamiento emocional ante una vida de exponer crímenes se traduce en una actitud de resignación que la película aprovecha para sacar humor negro y emotividad sincera.
El elenco secundario también es sólido, aunque más discreto, y no se puede negar que se extrañan algunas de las grandes personalidades de las películas anteriores. Aún así, hay excelentes actuaciones que complementan la de Branagh, entre las que destaca la siempre excelente Michelle Yeoh.
Cacería en Venecia es en gran parte más de lo mismo para el Poirot de Kenneth Branagh, pero el filtro de terror que se le aplica hace que el nuevo capítulo de esta saga se sienta fresco y entretenido.
Calificación: 3/5
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CACERÍA EN VENECIA
Título original: A Haunting in Venice
Dirigida por Kenneth Branagh
Escrita por Michael Green (basada en una novela de Agatha Christie)
Producida por Kenneth Branagh, Judy Hofflund, Simon Kinberg y Ridley Scott
Edición por Lucy Donaldson
Dirección de fotografía por Haris Zambarloukos
Banda sonora compuesta por Hildur Guðnadóttir
Elenco: Kenneth Branagh, Tina Fey, Kelly Reilly, Jamie Dornan, Michelle Yeoh, Jude Hill, Camille Cottin, Kyle Allen, Ali Khan, Emma Laird, Riccardo Scamarcio