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(Disponible en Netflix)
En su debut como director de animación - junto al co-director Mark Gustafson –, el cineasta mexicano Guillermo del Toro vuelve a explorar los que parecen ser sus temas predilectos, la naturaleza finita de la existencia del ser humano, y la desobediencia y resistencia en las fauces del fascismo, creando una adaptación desafiante y visualmente deslumbrante del clásico literario Pinocho, de Carlo Collodi.
Esta versión de Pinocho trascurre a principios del siglo XX en Italia. Durante los años de la Primera Guerra Mundial, el carpintero Geppetto (David Bradley) vive con su hijo Carlo (Gregory Mann) hasta que un bombardeo mata al niño. Veinte años después, un Geppetto aún cegado por el dolor de su pérdida crea un muñeco de madera en una noche de borrachera, y un espíritu decide darle vida al muñeco, asignando a un grillo con aspiraciones de escritor (Ewan McGregor) como guardián y guía.
Como hizo con el trasfondo de la guerra civil española en El espinazo del Diablo o El laberinto del Fauno, o el contexto de la persecución anticomunista del macartismo estadounidense en La forma del agua, Del Toro vuelve a contrastar una historia de fantasía y criaturas sobrenaturales con horrores concebidos por el hombre, donde la vida es amenazada no por criaturas con colmillos o tentáculos sino por bombas soltadas al azar, balas utilizadas para acallar disidencia, eslóganes patrióticos en reemplazo de educación o uniformes colocados sobre jóvenes - o incluso niños - como antídoto contra la individualidad.
Pero si en esas películas el fascismo era algo a ser temido y enfrentado, en Pinocho es tratado con desdén y burla, sin dejar de retratar sus efectos como trágicos, pero reduciendo su iconografía a una caricatura y al propio Benito Mussolini a un zombi monosilábico al que Pinocho, en un arrebato de inocencia justiciera, dedica una serenata cargada de insultos escatológicos.
Como algunas de las mejores películas animadas jamás hechas, el Pinocho de Del Toro y Gustafson apunta a un público infantil, pero sin condescendencia, confiando en su capacidad de asimilar y reflexionar sobre temas sociales, políticos y existenciales complejos, resumiendo y simplificando esos temas sin restarles su complejidad.
Con la adición de una subtrama en la que Pinocho muere en varias ocasiones pero, al no haber estado técnicamente vivo, no puede quedarse en el más allá y es devuelto a la Tierra una y otra vez, la película hace una conmovedora y cautivante reflexión sobre la naturaleza pasajera de la vida humana y cómo el ser humano define su existencia en base a su propia mortalidad; no es un tema particularmente novedoso en el cine - prácticamente todas las películas que involucran a seres inmortales la exploran – pero Pinocho lo utiliza para cerrar la película con un gran golpe emocional.
Visualmente la película es asombrosa, como era de esperarse. El nivel de detalle en las marionetas y los escenarios es deslumbrante, y los diseños de los personajes están llenos de personalidad, desde el inmediatamente entrañable Pinocho con sus rasgos toscos pero adorables hasta la calidez apagada de Geppetto o la rigidez angular del oficial fascista que se convierte en uno de los antagonistas del filme.
Eso sin mencionar las criaturas más fantásticas del filme, donde las sensibilidades más tradicionales de Del Toro salen a relucir, desde el monstruo marino que en esta película adquiere características casi de un monstruo lovecraftiano, hasta la personificación de la Muerte (Tilda Swinton) que recibe a Pinocho en el más allá cada vez que muere, un ejemplo más de la predilección que el mexicano tiene por colocar ojos en partes de cuerpos donde no debería haber ojos – aunque en un ejemplo mucho menos grotesco que el Ángel de la Muerte de Hellboy II o el espeluznante monstruo pálido de El laberinto del fauno.
Probablemente lo único que le resta algo de fuerza a la película es el hecho de que los números musicales dejan un poco qué desear; no son para nada malos, pero sí poco memorables. No hay, sin embargo, nada que reprocharle a la excelente banda sonora orquestal de Alexandre Desplat.
El Pinocho de Guillermo del Toro es un nuevo triunfo del director mexicano, una fábula oscura pero esperanzada sobre las luces y sombras del mundo vistas desde una perspectiva de inocencia y asombro.
Calificación: 4/5
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PINOCHO
Título original: Guillermo del Toro’s Pinocchio
Dirigida por Guillermo del Toro y Mark Gustafson
Escrita por Guillermo del Toro y Patrick McHale (basada en un cuento de Carlo Collodi)
Producida por Guillermo del Toro, Alexander Bulkley, Corey Campodonico, Lisa Henson y Gary Ungar
Edición por Holly Klein y Ken Schretzmann
Dirección de fotografía por Frank Passingham
Banda sonora compuesta por Alexandre Desplat
Elenco: Gregory Mann, David Bradley, Ewan McGregor, Christoph Waltz, Tilda Swinton, Ron Perlman, Cate Blanchett, Finn Wolfhard, Burn Gorman, Tim Blake Nelson, John Turturro, Tom Kenny