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Horarios de “El hombre del norte” en cines de Paraguay
El hombre del norte es visual, sonora y dramáticamente embriagante, y posiblemente la película épica ambientada en la antigüedad más audaz y única desde el Noé de Darren Aronofsky.
Adaptando una antigua leyenda escandinavia, el joven cineasta Robert Eggers hace el salto de filmes de presupuesto minúsculo - para los estándares del cine estadounidense – como las excelentes La bruja y El faro a una producción de gran escala sin perder en lo más mínimo su voz creativa y su estilo visual de tétrica teatralidad, presentando un espectacular relato de venganza y misticismo.
La película relata la historia de Amleth – la leyenda en que William Shakespeare basó su Hamlet –, un joven príncipe que huye al exilio luego de que su padre, el rey Aurvandill (Ethan Hawke) es asesinado por su tío Fjölnir (Claes Bang), quien toma el trono para sí.
Años después, Amleth (Alexander Skarsgard) se ha convertido en un temible guerrero criado y entrenado por vikingos, y luego de un encuentro profético decide ir a Islandia para cumplir la promesa que ha estado murmurando para sus adentros todo ese tiempo: vengar a su padre, salvar a su madre, la reina Gudrún (Nicole Kidman) y matar a Fjölnir.
Un salto en escala sin perder la identidad
El salto de directores de cine “indie” a producciones de alto presupuesto se ha vuelto algo frecuente en particular en los últimos años en Hollywood, donde los estudios buscan darle prestigio a sus superproducciones estampándoles el nombre de cineastas emergentes renombrados, pero demasiado a menudo esa transición acaba ahogando las voces únicas de esos directores; véase el caso de Eternals de Marvel, en que por la mayor parte la identidad creativa de Chloé Zhao es asimilada y neutralizada por el “estilo de la casa” del estudio.
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Es por esos antecedentes que resulta especialmente satisfactorio reportar que la voz de Robert Eggers no se ha diluido en lo más mínimo al tener que pintar en un lienzo más grande y caro. La escala es mayor, pero la película es igual de únicamente rara, sensorialmente hipnótica y temáticamente rica que las dos películas anteriores del director.
Como La bruja y El faro, en El hombre del norte Eggers se centra en la relación entre el ser humano y el mito. Sus películas trascurren en contextos históricos en los que, emulando la perspectiva de alguien que vive en esos tiempos, la frontera entre lo mundano y lo místico, lo real y lo fantasioso, es borrosa o directamente inexistente.
Un asombroso espectáculo
Eggers visualiza esa realidad mágica con inolvidables momentos de trance visual y auditivo en pantalla: guerreros vikingos reunidos alrededor de una hoguera brillando en medio de la más absoluta oscuridad, sumidos en un ritual para transformar sus espíritus para entrar en batalla con la ferocidad de un oso salvaje; el linaje de un rey visto como un árbol de cuerpos que al mismo tiempo asemeja el sistema circulatorio del cuerpo humano; un duelo con un guardián no-muerto por una espada demoníaca; un viaje al Valhalla, el más allá de los guerreros nórdicos, en el regazo de una valquiria.
Y también al igual que en La bruja y El faro, la vida definida por el mito que vive Amleth lo atrapa en un destino de violencia inevitable, un camino de sangre y fuego, de acero contra carne y hueso que a sus ojos está escrito en piedra en el guion de su destino.
Esa violencia se manifiesta en asombrosas secuencias de batalla en las que Eggers favorece tomas largas y claras de la carnicería desarrollándose alrededor de Amleth, a quien la película pinta en algunos momentos como un imponente héroe vengador y en otros como el equivalente escandinavo antiguo de un asesino como Michael Myers, acechando en la oscuridad para sembrar terror entre los siervos y súbditos de Fjölnir.
Lejos del estilo caótico y frenético con que muchos directores de filmes históricos suelen intentar comunicar la ferocidad del combate en la Antigüedad, Eggers presenta su acción como si fueran versiones animadas de murales antiguos retratando batallas históricas.
Otra cosa que tienen en común las tres películas de Robert Eggers es que son una excelente vidriera para que destacados actores hagan impresionantes despliegues de histrionismo.
Skarsgard interpreta a Amleth como un ser capaz de calidez, vulnerabilidad y angustia que a la hora de la batalla se transforma en un avatar de furia animal, y el Fjölnir de Claes Bang tiene una fascinante evolución a lo largo de la película, un personaje mucho más complejo que el simple usurpador ambicioso que aparenta ser al principio y desde la perspectiva de Amleth que el espectador comparte casi en exclusiva hasta el final de la película.
Anya Taylor-Joy sigue justificando su estatus como una de las grandes jóvenes figuras del cine actual con su interpretación de Olga, una esclava que acaba aliándose con Amleth en su odisea de venganza; y Nicole Kidman, quien tiene poca presencia en gran parte de la película, acaba prácticamente robándose toda la película en una sola grandiosa escena.
Y por si eso fuera poco, la película se pega el lujo de hacer desfilar a grandísimos intérpretes como Willem Dafoe, Ethan Hawke, Kate Dickie, Ralph Ineson o Björk para hacer su magia en una o dos escenas y retirarse.
El hombre del norte es un matrimonio prácticamente perfecto de ambición narrativa y presupuesto: embriagante en su esplendor y surrealismo, emocionante e impactante en su calidad de acción y su historia de rencores blandidos como espadas. Absolutamente imperdible.
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EL HOMBRE DEL NORTE (The Northman)
Dirigida por Robert Eggers
Escrita por Robert Eggers y Sjón
Producida por Robert Eggers, Alexander Skarsgard, Mark Huffam, Lars Knudsen y Arnon Milchan
Edición por Louise Ford
Dirección de fotografía por Jarin Blaschke
Banda sonora compuesta por Robin Carolan y Sebastian Gainsborough
Elenco: Alexander Skarsgard, Anya Taylor-Joy, Claes Bang, Nicole Kidman, Ethan Hawke, Willem Dafoe, Björk, Gustav Lindh, Elliott Rose, Eldar Skar, Ingvar Eggert Sigurðsson, Kate Dickie, Ralph Ineson, Hafþór Júlíus Björnsson