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Si bien el artista, en este caso un músico, se vale de su arte para subsistir, también hay momentos para entender que el arte puede estar en un teatro como también sobre el asfalto, donde en esta oportunidad se erigió un gran escenario. Fue específicamente sobre la llamada “cuadra cultural” de La Chispa, sobre Estrella entre Montevideo y Colón.
Entre los viejos edificios y mientras el sol caía, el universo melancólico y nostálgico del Trío Blue empezaba a erigirse. La propuesta que nació hace unos años de los corazones de Mar Pérez (trompeta y sintetizadores), Ale Leju (violín y viola) y Miguel Santacruz (piano), surcó los mares de cielo.
Ellos entregaron las obras que integran su EP “Microfantasías I”, su álbum “Microfantasías II” y estrenos. Las formas sonoras que nos transmiten son como imágenes mentales, como el vuelo de una hojarasca, el trinar de los pajaritos, el suave murmullo del agua golpeando las piedras; también olores como a tierra mojada, fragancias florales, un té de menta recién preparado.
Como es habitual en sus conciertos, para quienes ya fueron a otros saben que sus obras ganan aún más brillo con el lujo que representan sus invitados, sin quienes su música no tendría el resultado que oímos.
Nelson Sosa (flauta traversa y guitarra), Paula Rodríguez (contrabajo) y Arturo Benítez (corno), intervienen con una presencia única en diferentes partes de la travesía. Además, el equipo suma a una sólida instrumentista como Fátima Abramo en trombón y del mundo del pop y el rock se unió también el músico LSAN para aportar su toque de poesía musical en sintetizadores.
También se hizo presente la plasticidad artística de la escritora, poeta, cantante y actriz brasileña Puta Romântica, quien intervino una obra musical en un arrebato de delirio y frenesí eléctrico.
El Trío Blue es así, genera momentos de pura energía, de sobresaltos, de conmoción, para tenernos al segundo siguiente atravesando paz, serenidad y ternura. Todo esto estuvo sostenido en gráficas montadas por Gaspar Insfrán, para que el contexto cierre impecable.
Común unión
El público, conformado por cientos de personas, vivió esta misa al que el Trío Blue nos invitó. La gente estaba como en estado de hipnosis, entregando escucha atenta, mientras algunos lo vivieron meciéndose al son de las olas sonoras que generaba la música.
Todos en común unión, siguiendo los pasos del ritual. Las músicas eran el rezo que todos compartieron para expresar anhelo y deseos.
Mar, Ale y Miguel Ángel supieron crear una propuesta sensible y resistente, llena de matices de fuerza que se renuevan dentro de su vulnerabilidad. Intercambiándose instrumentos sin que falle nunca el resultado, al contrario, logrando algo cada vez más conmovedor, porque no son solo virtuosos sino sensibles y comprometidos.
Porque pensando en democratizar, este grupo viene haciendo eso hace tiempo, tomando los instrumentos y ciertas formas de la música clásica para sacarla de la formalidad de un teatro, para llevarla a otro plano, más bien haciendo que esta encuentre nueva vida entre la gente, en todos lados, y amalgamándola con lo electrónico, con lo libre, con las “no estructuras” o las “no formas”.
Era un 8 de diciembre, feriado nacional por el día de la Virgen de Caacupé. Muchos peregrinos con la fe puesta en María, llegaron a la Villa Serrana a orar, a hablar con la virgen de los milagros.
Mientras, a esta calle de Asunción llegaron también otros peregrinos buscando ser salvados, quienes también depositan su fe en algo que creen con sumo fervor: en el arte, un arte que une y sana, que por un momento nos hace olvidar del caos, de la maldad del mundo.
Quizás no tenga que ver la comparación, pero al suceder el mismo día fue inevitable. Pero es al mismo tiempo un ejercicio para pensar en que una fe válida es el darle la mano a algo que pueda curarnos, el confiar en algo que no vemos pero que sentimos, algo que nos conmueve y nos vuelve cercanos unos a otros. Para muchos el arte es un milagro y, en ese sentido, el Trío Blue es una oleada de esperanza.