“Cry Macho”

Clint Eastwood presenta una melancólica pero ligera y conmovedora reflexión sobre la masculinidad en la historia de un hombre a la deriva que encuentra el amor perdido y cierta medida de redención en un niño, un gallo y un pequeño pueblo mexicano.

Clint Eastwood y Eduardo Minett en "Cry Macho", en cartelera en cines de Paraguay.
Clint Eastwood y Eduardo Minett en "Cry Macho", en cartelera en cines de Paraguay.Claire Folger / Warner Bros.

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(Disponible en cines)

A sus 91 años, resulta claro que Clint Eastwood no piensa dejar de trabajar hasta que su cuerpo deje de permitírselo, ya que ha estado dirigiendo películas de forma casi anual – y a veces sacando más de una por año - desde hace décadas.

Sin embargo, su reciente regreso a la actuación con La mula en 2018 – su primera película frente a las cámaras desde 2011 – y su nuevo filme recién llegado a cines, Cry Macho, tienen cierto tono de despedida, o al menos de retiro.

No un retiro de Eastwood del mundo del cine, sino uno de su leyenda; una última excursión por los parajes desiertos y áridos de lo que alguna vez fue el Salvaje Oeste o el sur texano que Eastwood usaba como escenario cuando era uno de los “machos alfa” del cine “western”; una versión de esas historias vista a través del prisma ajado de la edad avanzada, la melancolía de las cosas perdidas y la esperanza de encontrar cosas nuevas en el ocaso de la vida.

Clint Eastwood como Mike y Eduardo Minett como Rafael.
Clint Eastwood como Mike y Eduardo Minett como Rafael.

Cry Macho es la historia de Mike Milo (Eastwood), una exestrella de rodeo de Texas que perdió su carrera luego de un accidente en el ruedo y a su famila en un choque de autos. El año es 1980, y Milo es contactado por su exjefe Howard (Dwight Yoakam) con una misión: ir a México, encontrar al hijo adolescente de Howard, Rafael (Eduardo Minett), y llevarlo a los Estados Unidos con su padre.

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Uno podría lanzar hacia la película la queja de que no hay demasiada tensión ni conflicto: Mike encuentra a Rafael con relativa facilidad y los elementos antagónicos de la película - principalmente la madre de Rafael, Leta (Fernanda Urrejola), una mujer rica y abusiva que envía a sus secuaces a intentar recuperar al chico – no influyen demasiado en la película durante gran parte de su duración.

Pero a diferencia de La mula, Cry Macho no tiene demasiado interés en ser ser un filme de suspenso.

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Es, más bien, una versión aún más ligera y simplificada de Gran Torino, ya que es otra historia sobre Eastwood como un viejo tipo duro entablando amistad con un joven descarriado, aunque sin el elemento de racismo que incluía aquella película de 2008.

Es simplemente una historia muy efectiva y conmovedora de un hombre que perdió a su familia y un chico que a efectos prácticos nunca tuvo a sus padres convirtiéndose en una familia circunstancial, y hallando en su travesía entre Ciudad de México y la frontera con Estados Unidos la vida que uno perdió y el otro nunca tuvo.

En la comparación, Cry Macho sale perdiendo ante la excelente La mula, pero no por una gran diferencia en calidad.

El estilo holgado de dirección de actores de Eastwood, que es notorio por insistir en filmar la mayoría de las escenas de las películas que dirige en una sola toma en vez de repetir escenas varias veces para hallar la mejor versión, es un arma de doble filo que suele dar momentos actorales refrescantemente naturales o escenas en las que los errores o falta de experiencia salen a relucir con mayor notabilidad.

En Cry Macho, la proporción de aciertos y errores del “método Eastwood” está más o menos en un 50-50, pero la química entre Eastwood y Minett se siente genuina, pasando de la cautela y la desconfianza hacia el respeto y eventualmente el afecto genuino, y acaba empapelando sobre los momentos individuales en que una línea de diálogo se siente mal actuada o forzada.

Hay algo de palpable naturalidad en las interacciones de Mike y Rafael retratadas en momentos de actuación sin pulir; se siente adecuado para la dinámica entre un hombre cargando con el peso de décadas de culpa y dolor, y un niño que cree – a veces con razón, a veces no – tener una sabiduría superior a su edad.

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Eastwood incluso se las arregla para tener momentos memorables con un gallo, Macho – el gallo de pelea de Rafael –, y el ave se lleva uno de los momentos más inolvidables de la película, convirtiéndose probablemente en el mejor pájaro (no animado) del cine desde la gaviota de Miedo profundo.

La presentación en general de la película es impecable, con el bello trabajo en dirección de fotografía del veterano Ben Davis que le da una capa de esplendor cinematográfico a las grandes expansiones de desierto árido del norte mexicano, mientras la banda sonora de Mark Mancina arrulla al espectador con gentiles guitarras.

Cry Macho es Clint Eastwood en su faceta más reconfortante, un drama cautivador y emocionante de un director y actor al que ya no le queda nada qué demostrar y sin embargo sigue regalando pequeñas joyas.

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<b>CRY MACHO</b>

Dirigida por Clint Eastwood

Escrita por Nick Schenk (basada en una novela de N. Richard Nash)

Producida por Clint Eastwood, Jessica Meier, Tim Moore y Albert S. Ruddy

Edición por David S. Cox y Joel Cox

Dirección de fotografía por Ben Davis

Banda sonora compuesta por Mark Mancina

Elenco: Clint Eastwood, Eduardo Minett, Natalia Traven, Dwight Yoakam, Fernanda Urrejola, Horacio García Rojas, Jorge-Luis Pallo

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