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Se siente raro llamar “revelación” a una película de un director tan establecido y experimentado como Guy Ritchie, que lleva más de 20 años como un nombre importante en el cine internacional, pero su nueva película Wrath of Man – que llega a Latinoamérica con el genérico y reciclado título de Justicia implacable – lo amerita, no solo por el hecho de que es por lejos la mejor película de la carrera del inglés, sino por lo atípica que es dentro de su filmografía.
Claro que Ritchie ha estrenado películas de acción y crímenes antes; es como se dio a conocer inicialmente, antes de sus excursiones a superproducciones sobre Sherlock Holmes y el Rey Arturo, o películas de Disney. Pero películas como Snatch, RocknRolla o la más reciente Los caballeros son historias cargadas de humor negro, violencia irónica y personajes jocosamente locuaces en ese estilo que Quentin Tarantino popularizó en los ‘90 y tantos otros guionistas y directores intentaron imitar luego.
Wrath of Man de humor tiene poco, sus diálogos son estoicos y su violencia brutal y fríamente precisa, y esos elementos visten una historia de venganza y codicia en esencia sencilla pero que adquiere matices titánicos gracias a la dirección de Ritchie, un cautivador guion y la fantástica actuación protagónica de Jason Statham.
Al igual que la infravalorada El robo perfecto de 2018, esta película trascurre en un Los Ángeles moderno pero asediado por ladrones de bancos y caudales como si la era del “Salvaje Oeste” nunca hubiera terminado. En vez de forajidos armados con revólveres y rifles a palanca asaltando trenes y convoyes de carruajes, la película nos muestra a asaltantes con armas automáticas, alta tecnología y entrenamiento militar interceptando camiones blindados.
Meses después de un violento asalto en que dos guardias de una empresa privada de transporte de caudales y un civil fueron asesinados, el británico Patrick Hill (Statham) es contratado por la misma empresa como uno de sus nuevos transportadores. Sin embargo, “H” - como lo apoda su compañero de transporte, el experimentado “Bullet” (Holt McCallany) - no es un simple guardia ni está allí solo por un sueldo, sino que tiene un objetivo más oscuro.
Lo que sigue es una tenebrosa y sombría batalla entre dos fuerzas del mal en un conflicto alimentado por la sopa primordial de una sociedad estadounidense cicatrizada por codicia económica, fácil acceso a armas de guerra y los escombros humanos de la “Guerra contra el Terror”; un duelo entre un criminal “respetable” y un grupo de exmilitares mentalmente atrapados en Afganistán, que emplean las habilidades de combate que heredaron del ejército para hacerse ricos, aunque ellos mismos admiten que no lo hacen tanto por el dinero sino por tener una “misión” para escapar del aburrimiento.
Aunque el tono amargo y oscuro de la película es muy distinto al del resto de su filomgrafía, Ritchie incluye elementos característicos suyos como la forma en que cuenta la historia de forma no totalmente linear, o su tendencia a poner en boca de sus personajes conversaciones filosóficas con lenguaje exageradamente literario que en otro contexto podrían resultar insoportablemente pretensiosas como en Revólver, la última colaboración previa de Ritchie y Statham, una película con ambiciones similares a las de Wrath of Man pero que no pasaba de ser un desastre incoherente.
En esta película, sin embargo, ese lenguaje no del todo natural encaja perfectamente con la puesta en escena de bares siniestros, áridos puertos, ásperos laberintos de asfalto y concreto y mazmorras urbanas que albergan todo tipo de horrores; con la banda sonora de Christopher Benstead que asemeja menos un “soundtrack” tradicional de acción y más el acompañamiento sonoro de una película de terror como El resplandor de Stanley Kubrick.
Y con las actuaciones, entre las que destaca un Jason Statham que explota y subvierte a la perfección su habitual imagen de tipo duro y estoico, demostrando que es un mucho mejor actor de lo que se le da crédito. Un “flashback” al momento anterior al incidente que dar partida a los eventos de la película muestra al “H” humano no solo para ilustrar los antecedentes de la historia, sino para darnos algo con qué contrastar al “H” que vemos en el resto de la película, un ser poseído por una fría furia que nunca se ve en los músculos de su cara, solo en sus ojos.
Es genuinamente una de las mejores actuaciones de Statham sin sacarlo de su zona de confort, sino aprovechando a la perfección su intensidad natural y su energía intimidante. Y el elenco secundario está a la altura, con destacados como Holt McCallany (fantástico también en la serie Mindhunter) como “Bullet” o un sorprendente Scott Eastwood como un volátil miembro del equipo de asaltantes.
Las secuencias de acción ven a Ritchie dejando de lado sus florituras habituales – nada de cámara lenta o edición excéntrica - para presentar tiroteos de alta tensión y fuerte impacto, presentados con una sobriedad y frialdad a tono con el accionar altamente calculado de “H” y la coreografía de precisión militar de los ladrones... hasta que, inevitablemente, los planes calculados con precisión milimétrica se van deshaciendo y el mundo que rodea a las fuerzas en conflicto se derrumba de forma espectacular.
Wrath of Man es una grandiosa sorpresa y es obligatoria para cualquier aficionado del buen cine de acción.
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JUSTICIA IMPLACABLE (Wrath of Man)
Dirigida por Guy Ritchie
Escrita por Guy Ritchie, Ivan Atkinson y Marn Davies (basada en una película escrita por Nicolas Boukhrief y Éric Besnard)
Producida por Guy Ritchie, Ivan Atkinson y Bill Block
Edición por James Herbert
Dirección de fotografía por Alan Stewart
Banda sonora compuesta por Christopher Benstead
Elenco: Jason Statham, Holt McCallany, Josh Hartnett, Scott Eastwood, Jeffrey Donovan, Andy García, Eddie Marsan, DeObia Oparei, Laz Alonso, Raúl Castillo, Chris Reilly, Niamh Algar