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(Disponible en cines y Disney+)
Durante el período que siguió inmediatamente al estreno de la excelente Piratas del Caribe: La maldición del Perla Negra en 2003, y que se extendió... digamos hasta 2015, Disney tuvo una interesante racha de ambiciosos y en algunos casos obscenamente costosos filmes de aventuras de resultados mixtos pero que demostraban una admirable voluntad de la compañía de poner todos sus masivos recursos al servicio de directores atrevidos con el deseo de servirle al público algo más que simple espectáculo vacío.
Las dos secuelas de Piratas del Caribe de Gore Verbinski siguen siendo algunos de los “blockbusters” más técnicamente impresionantes y narrativamente alocados de lo que va del siglo (mientras menos se diga de las dos últimas Piratas post Verbinski, mejor), y el mismo director tuvo resultados similarmente admirables con su espectacular – e injustamente vilipendiada - película de El llanero solitario.
Incluso los fracasos innegables de ese periodo de “hubris” cinematográfico descontrolado de Disney, como el John Carter de Andrew Stanton o el Tomorrowland de Brad Bird, fallaron por apuntar alto y errar el tiro, no por jugar seguro.
Pero la mayoría de esos filmes fueron fracasos en taquilla – en especial El llanero solitario – y con sus nuevos juguetes como Marvel y Star Wars redituándoles camionadas de dinero con cada película nueva, además de sus lucrativas “remakes” de clásicos animados, Disney parece haber perdido el hambre por un nuevo éxito que siga el modelo de alto riesgo y posible alta recompensa de Piratas del Caribe.
Por eso Jungle Cruise se veía interesante: un aparente filme de acción y aventuras de época con una ambientación exótica inspirada en otra atracción de Disneylandia, para quitar el sabor de boca de las mediocres “remakes” de Disney, y una emocionante elección para director en el español Jaume Collet-Serra, un cineasta sin experiencia en grandes mega producciones pero con una filmografía más que interesante cuya lógica no se siente muy distinta a la que llevó a la elección de Verbinski para la primera Piratas.
Y, sin embargo, Jungle Cruise es una decepción.
La película trascurre a principios del siglo XX y sigue a la doctora inglesa Lily Houghton (Emily Blunt), que llega a Brasil con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) en busca de las Lágrimas de la Luna, un mítico árbol cuyas flores supuestamente pueden curar cualquier enfermedad.
Para emprender la búsqueda, Lily y MacGregor contratan a Frank (Dwayne Johnson), el capitán de un pequeño barco, para que los lleve por el río Amazonas a las profundidades de la selva, mientras son perseguidos por el príncipe alemán Joachim (Jesse Plemons), que cree que el poder del mítico árbol puede ayudar a cambiar el curso de la Primera Guerra Mundial.
A pesar de la clara ambición de Disney de hacer de Jungle Cruise su nuevo Piratas del Caribe, al principio la principal inspiración de la película parecer ser otra película de aventuras clásica que los millennials adoramos: la versión de 1999 de La momia.
Los protagonistas tienen más o menos la misma dinámica: la mujer intrépida con inclinaciones académicas y su hermano bondadoso pero algo temeroso contratan a un musculoso hombre de acción para que los lleve por un ambiente exótico y peligroso en busca de un premio sobrenatural.
Los vínculos más explícitos con Piratas del Caribe no se manifiestan hasta mucho después, cuando la película intenta tejer una red de traiciones, mentiras y revelaciones para complicar la búsqueda del árbol mágico y la relación entre Frank y Lilly, y un grupo de antagonistas sobrenaturales liderados por el conquistador español inmortal Aguirre (Édgar Ramírez) entra en escena con sus propias intrigas con el príncipe Joachim.
La imitación es más de las dos secuelas de Piratas de Verbinski que de la primera.
El problema es que Jungle Cruise no se acerca a la calidad tanto de La momia como de Piratas, ya que ambos de esos clásicos la superan con facilidad en prácticamente cada aspecto: química entre los protagonistas, villanos interesantes, calidad en la acción e incluso en los efectos especiales...
Quizá la principal debilidad del filme es Dwyane Johnson, un actor que parece haberse dormido en sus laureles hace años y parece contento con simplemente aparecer en películas en vez de actuar en ellas. A estas alturas Johnson es una marca más que un actor, y su trabajo en filmes recientes como Rascacielos, Rampage, las dos últimas Jumanji o incluso sus últimas apariciones en Rápidos y Furiosos ha sido prácticamente la misma interpretación de un tipo duro, ligeramente cínico pero genéricamente bondadoso, cuyos diálogos parecen escritos y aprobados por cinco equipos de marketing antes de cada escena.
Eso acaba convirtiendo a Frank, un personaje que en el papel debería ser complicado y lleno de posibilidades dramáticas atractivas - en especial luego de cierto giro sorpresa a la mitad de la película - en solo otra extensión más de la marca.
En algunos momentos él y Blunt logran rebotar de forma natural y entrañable mientras dialogan, pero más adelante la película comienza a desarrollar un romance entre ambos que, a pesar del talento que ambos han sabido demostrar en el pasado, simplemente son incapaces de vender de forma convincente, y queda lejísimo de la tensión sexual entre los personajes de Brendan Fraser y Rachel Weisz en La momia, o el romance clásico de Keira Knightley y Orlando Bloom en Piratas.
La contratación de Jaume Collet-Serra para dirigir hacía pensar en que al menos el filme podría tener algo de acción interesante con un tono quizá algo más oscuro que lo habitual para Disney, teniendo en cuenta la trayectoria de violentas películas de suspenso, acción o terror que el español ostenta (de las cuales lo mejor probablemente sean La huérfana, Miedo profundo y El pasajero), pero como tantos otros cineastas ajenos a la maquinaria de las superproducciones que han sido recientemente asimilados por Marvel, los rasgos distintivos de la personalidad de Collet-Serra como director acaban perdiéndose bajo toda la parafernalia de Jungle Cruise.
Hay algunas secuencias ingeniosas, como un caótico escape de un pueblito portuario o un encuentro demasiado cercano con una cascada, pero por lo general la acción del filme se siente demasiado ensayada, muy limpia y sin peso o sensación de peligro, a lo que no ayuda el hecho de que los efectos especiales son inesperadamente mediocres.
Próxima, el jaguar mascota de Frank, parece un efecto digital de hace 20 años, y los conquistadores malditos tienen diseños interesantes – el cuerpo de Aguirre está hecho de una multitud de serpientes, otro de sus compañeros parece hecho de lodo y uno de ellos es parcialmente una colmena humanoide de abejas – pero nunca terminan de ser creíbles, tangibles.
De la misma forma que cuando uno ve a Frank es consciente de que solo está viendo a Dwayne Johnson, uno mira a los conquistadores y solo ve animación por computadora.
Resulta curioso que han pasado 15 años desde Piratas del Caribe: El cofre de la muerte y la versión de ese filme de Davy Jones sigue siendo el villano digital más impresionante y creíble del cine. Una mirada al cuerpo cefalópodo de Jones y uno puede comenzar a imaginarse cómo se sentiría al tacto; viendo a Aguirre y sus compañeros uno solo ve píxeles.
Todo eso - la falta de química, lo artificial de la acción, y además una historia que va perdiendo fuerza y energía con cada revelación y giro – hacen que Jungle Cruise, aunque sea por momentos entretenida, acabe sintiéndose como una amarga decepción.
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JUNGLE CRUISE
Dirigida por Jaume Collet-Serra
Escrita por Michael Green, Glenn Ficarra y John Requa
Producida por Dwayne Johnson, John Davis, Beau Flynn, John Fox, Dany Garcia y Hiram Garcia
Edición por Joel Negron
Dirección de fotografía por Flavio Martínez Labiano
Banda sonora compuesta por James Newton Howard
Elenco: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Jack Whitehall, Jesse Plemons, Édgar Ramírez, Paul Giamatti, Verónica Falcón, Dani Rovira, Quim Gutiérrez, Dan Dargan Carter, Andy Nyman
Horarios de “Jungle Cruise” en cines de Paraguay