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(Disponible en Netflix)
Más allá de la intrigante presencia de nombres de la talla de Ralph Fiennes o Carey Mulligan en sus créditos, La excavación no se veía particularmente interesante; su tráiler da la impresión de tan solo un drama más ambientado en la Gran Bretaña de principios del Siglo XX, de los que probablemente hay decenas solo en Netflix, pero con un giro arqueológico.
Pero como vienen enseñándonos desde pequeños, no hay que juzgar a un libro por su portada – o a una película por su tráiler -, porque tanto en su temática como en su presentación, La excavación acaba siendo un filme mucho más interesante de lo que aparenta a primera vista.
Basada en una historia real, la película trascurre en 1939, mientras el Reino Unido se prepara para entrar oficialmente en guerra con la Alemania nazi. En un campo por encima del cual pasan cada vez más aviones de la Real Fuerza Aérea, el excavador profesional Basil Brown (Fiennes) se dispone a abrir unos llamativos montículos de tierra que la dueña de esas tierras, Edith Pretty (Mulligan) cree podrían ocultar tesoros arqueológicos.
Pronto las sospechas de Edith acaban confirmándose con la revelación de que un barco anglosajón de asombrosa antigüedad se ocultaba bajo la tierra, e inicia una operación para intentar descubrir todos los secretos del sorprendente halllazgo antes de que la guerra obligue a detener la excavación, mientras desacuerdos brocráticos y triángulos amorosos de desenvuelven en torno al ancestral barco enterrado.
Las películas que exploran el gran factor común que une a la humanidad, la mortalidad, siempre prometen al menos ser interesantes, y La excavación no es la excepción.
Aunque de una forma más sutil que otros filmes recientes que han hecho de la relación entre el ser humano y lo finito de su existencia su idea central, este filme pone al espectro de la muerte como una omnipresencia en varias formas: primero a un nivel macro, con la sombra de la guerra que se vuelve más y más inminente a medida que avanza el filme, y las radios hablan de ultimatums ignorados y llamados a enlistamiento, y los escuadrones de cazas que sobrevuelan el terreno de los Pretty van creciendo en número.
Y a un nivel micro con Edith, que sufre de una enfermedad cardiaca que a lo largo del filme va volviéndose cada vez más preocupante; o con su primo Rory (Johnny Flynn), que llega para asistir en la excavación, pero espera ser llamado en cualquier momento para integrarse a la fuerza aérea y ser enviado a combate.
Todo esto gira en torno a la excavación de un barco que, según Brown y los arqueólogos especulan, es la tumba de algún personaje anglosajón de gran importancia. Y el filme comunica de forma elegante y emotiva su postura sobre la mortalidad, la idea de que el individuo es finito pero al mismo tiempo forma parte de un todo, una línea histórica que ha ido desde mucho antes de que ese barco haya sido enterrado y se extenderá hasta el fin de los tiempos; y los esfuerzos de Edith y Brown por asegurarse el crédito del descubrimiento histórico son, a su manera, una forma de asegurarse una especie de inmortalidad indirecta.
Es todo dramáticamente muy cautivador, y el director Simon Stone contribuye a que el filme se sienta único y distinto a los innumerables otros dramas sobre esa época y región del mundo con un audaz uso de simbolismo visual, contrastes irónicos y curiosas decisiones de presentación.
Mientras en el terreno de los Pretty se está desenterrando un monumento histórico, en Londres Edith ve como estatuas están siendo cubiertas con bolsas de arena, efectivamente siendo enterradas, para resguardarlas de los eventuales bombardeos; una vez que la noticia del descubrimiento del barco enterrado se hace pública, despierta fascinación febril en un público británico que mira al pasado con esperanza ante la incertidumbre de un futuro inmediato que les augura su segunda guerra mundial, solo dos míseras décadas después de la primera.
Stone también toma la curiosa decisión de hacer que muchas de sus conversaciones trascurran en “off”, haciéndonos oir a los personajes que hablan mientras vemos otra cosa, o a los propios interlocutores mirándose en silencio; es extraño y no parece tener ningún propósito discernible, pero tampoco molesta y en cierta forma contribuye a la sensación de ligero surrealismo que un país en vísperas de una guerra habrá experimentado.
La película pierde un poco de impulso cuando se centra en la relación romántica entre Rory y la joven arqueóloga Peggy Piggott (Lily James), un elemento que parece insertado por obligación, porque figura en la novela que el filme adapta a pesar de que el personaje de Rory es totalmente ficticio. Eso, y la adición de personajes innecesariamente caticaturescos como el esposo de Peggy o el arqueólogo esnob que toma el liderazgo de la excavación sobrecargan un poco la película.
Pero aunque no sea perfecta, La excavación es un gran drama sobre el romance inherente en la arqueología y la ciencia en general.
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LA EXCAVACIÓN (The Dig)
Dirigida por Simon Stone
Escrita por Moira Buffini (basada en una novela de John Preston)
Producida por Carolyn Marks Blackwood, Murray Ferguson y Gabrielle Tana
Edición por Jon Harris
Dirección de fotografía por Mike Eley
Banda sonora compuesta por Stefan Gregory
Elenco: Ralph Fiennes, Carey Mulligan, Lily James, Johnny Flynn, Archie Barnes, Ken Stott, Ben Chaplin, Monica Dolan