“Mank”

David Fincher homenajea a la era dorada de Hollywood con una fantasiosa pero fascinante mirada a la creación de uno de los mayores clásicos del cine a la vida de uno de sus creadores.

Gary Oldman en "Mank".
Gary Oldman en "Mank".Netflix

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(Disponible en Netflix)

Con excepciones como su debut con Alien 3 o su intento de hacerse pasar por Robert Zemeckis con El curioso caso de Benjamin Button –coincidentemente considerados sus filmes más débiles–, el director de cine David Fincher se ha especializado en un tipo muy específico de cine clínico y frío que, cual médico forense, realiza autopsias de personajes e historias retorcidas y perturbadas por las que no puede evitar sentir una cierta fascinación morbosa con la que infecta al público.

Sus mejores películas -desde la enormemente influyente Siete pecados capitales hasta la inmaculada exploración de un matrimonio en caída libre como un duelo mortal por el favor de la opinión pública en Perdida, pasando por la estremecedora crónica asesina de Zodíaco o la inolvidable radiografía la naciente “era de Facebook” en Red social– han sido miradas fascinadas a figuras que de una forma u otra y por lo general para mal, alteran el mundo a su alrededor.

Su nueva película, Mank, es en esencia similar, aunque para variar la mirada de Fincher es una de genuina admiración en vez de perversa fascinación.

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La historia se enmarca en 1940, cuando el guionista Herman J. Mankiewicz (Gary Oldman), convaleciente tras un accidente automovilístico, se dedica a escribir el guion de su próxima película, El ciudadano Kane, para el joven pero ambicioso director Orson Welles (Tom Burke).

Pero la película usa eso solo con un marco para el verdadero grueso del filme, en el que Mankiewicz (“Mank” para los amigos) recuerda la década anterior de su vida, su relación con el poderoso magnate de la prensa William Randolph Hearst (Charles Dance) y la forma en que la figura de Hearst y las convicciones éticas y políticas de Mank fueron dando forma a la historia que contaría en Kane.

La película toma como base un ensayo de la legendaria crítica de cine Pauline Kael que argumenta que solo Mankiewicz merece el crédito por la autoría del guion de Kane. La veracidad de ese ensayo ha sido desmentida, y el consenso general actual es que el filme es en igual medida el producto del esfuerzo de Mankiewicz y de Welles.

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Pero Fincher –que trabaja con un guion escrito por su difunto padre Jack Fincher– parece menos interesado en los pormenores de la disputa por créditos entre Mank y Welles, quien en el filme es un personaje terciario a lo mucho –y más en explorar a Mank como persona y como motor creativo.

Y a través de ese personaje Fincher pinta un atrapante retrato del Hollywood de la post-Depresión y la pre-guerra, uno en el que el poder político y los grandes estudios paseaban perturbadoramente de la mano.

En una escena particularmente memorable, el legendario productor Louis B. Mayer (Arliss Howard), del estudio Metro-Goldwyn-Mayer, da un discurso en el que trata de convencer a sus trabajadores de aceptar un enorme recorte a sus salarios refiriéndose al estudio como un lugar sagrado, un templo religioso cuya existencia es más importante que cualquiera de sus empleados, asignando de forma cínica a Hollywood –no al arte del cine sino a Hollywood– una reverencia mística; una Iglesia moderna.

Y la película pinta la relación entre Hollywood y el mundo político, con Hearst como intermediario, de forma similar a la simbiosis entre Iglesia y Estado que existía en las monarquías europeas de siglos pasados, y cuyos rastros aún permanecen en las democracias de la actualidad.

No es casualidad que Mank, luego de caer fuera del favor de Hearst, es llamado en repetidas ocasiones el “bufón de la corte” del rey.

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Al final Mank -al menos en su narrativa- es menos una celebración del cine, de esos que tanto gustan a la Academia de Hollywood y que suelen dominar los Óscar, y más un atrapante drama político sobre un hombre que rechaza que se utilice el arte como herramienta para corromper e influir en la voluntad del pueblo; una temática que es tan relevante ahora como lo era en los años ’30 y ’40, y que probablemente nunca va a dejar de serlo.

La celebración de aquél Hollywood de antes está en lo técnico. Visualmente, Fincher hace una emulación casi impecable de los filmes de la época en la que transcurre, homenajeando al Orson Welles al que el guion semi-calumnia con referencias directas al estilo visual de ese genio del séptimo arte. Más allá de la calidad de imagen y sonido, que están más allá de lo que habría sido posible en la era dorada de Hollywood, el filme genuinamente se siente como lo que habría producido un director de esa época si hubiera tenido acceso a las herramientas modernas del cine.

Y eso va más allá de los encuadres de Erik Messerschmidt y la edición, o de la maravillosa banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, sino que está presente en los diálogos teatrales de Jack Fincher y las actuaciones similarmente grandilocuentes del elenco.

Gary Oldman interpreta a Mank como un torbellino incontenible de carisma y decisiones cuestionables detrás de las cuales se esconde una férrea integridad ética, y el actor lo interpreta con una calidez y humor que resultan en su mejor actuación desde El topo hace nueve años.

El elenco está lleno de actores secundarios de carrera haciendo su trabajo a la perfección –Charles Dance canaliza esa capacidad nata que tiene para interpretar a patriarcas aristocráticos infinitamente intimidantes como Hearst– , pero entre ellos destaca Amanda Seyfried, dando quizá la mejor actuación de toda su carrera como la legendaria actriz Marion Davies.

David Fincher es uno de los mejores cineastas que el Hollywood actual tiene, y es un gran placer ver que luego de la brecha de seis años desde su última película ha vuelto para demostrar que no tiene que limitarse a sus habituales thrillers de suspenso para darnos algo brillante.

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MANK

Dirigida por David Fincher

Escrita por Jack Fincher

Producida por Ceán Chaffin, Eric Roth y Douglas Urbanski

Edición por Kirk Baxter

Dirección de fotografía por Erik Messerschmidt

Banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross

Elenco: Gary Oldman, Lily Collins, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Pelphrey, Sam Troughton, Ferdinand Kingsley, Tom Burke, Tuppence Middleton, Joseph Cross, Jamie McShane, Toby Leonard Moore

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