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(Disponible en Netflix)
El dúo de directores compuesto por Henry Joost y Ariel Schulman, que firmó la grata sorpresa de 2016 Nerve y la muy efectiva tercera entrega de Actividad Paranormal – aunque también la desechable cuarta entrega de esa saga – está de vuelta con Proyecto Power, un filme de ciencia ficción que parte de una premisa muy interesante y, aunque no se molesta en explorar a mucha profundidad las provocativas ideas que insinúa, acaba siendo lo suficientemente entretenida para justificar una inversión de 110 minutos de tiempo.
La historia parte de la aparición de “Power”, una milagrosa droga capaz de dar superpoderes a cualquiera que la consuma, por espacio de cinco minutos. La droga va directo de las manos de sus fabricantes a “dealers” de la ciudad de Nueva Orleans, y un mes y medio después la ciudad lógicamente se ve sumida en el caos.
En medio de esa situación, el exmilitar Art (Jamie Foxx), el policía Frank (Joseph Gordon-Levitt) y la joven “dealer” Robin (Dominique Fishback) acaban volviéndose un inesperado equipo mientras intentan descubrir el origen de la droga, cada uno por sus propios motivos personales.
La influencia más obvia en el filme es la de X-Men, en su uso de superpoderes como alegoría de un drama social. Pero mientras X-Men desde su origen en los cómics era un comentario sobre la discriminación en general, con el odio y el miedo hacia las personas con superpoderes presentado como el equivalente fantástico de las actitudes hacia las distintas minorías del mundo real – y las películas de X-Men dirigían la alegoría explícita y específicamente hacia la discriminación contra la comunidad LGBT -, Projecto Power es un comentario sobre la desigualdad social y la forma en que los poderosos se aprovechan de las comunidades de bajos recursos.
La forma en que la droga es entregada directamente a los “dealers” de calle como una especie de pacto faustiano se siente como una referencia a las acusaciones de conspiración gubernamental en el tráfico de crack en los Estados Unidos durante la era Reagan, con la diferencia de que el filme pinta el complot de los creadores de las pastillas como una gigantesca prueba de laboratorio en vez de un plan para financiar golpes de Estado.
Aún así, el hecho de que los creadores de “Power” - representados por el siempre entretenido Rodrigo Santoro – quieren vender la droga a una poderosa líder política sudamericana hace que la referencia sea directamente explícita.
La elección de Nueva Orleans tampoco es al azar, al tratarse de una ciudad de gran población de color y que aún tiene una relación complicada con el gobierno de su país luego de la crisis del huracán Katrina y la pobre respuesta de las autoridades.
Con tanto bagaje alegórico, resulta un poco decepcionante que la película acabe relegando todo eso a poco más que un trasfondo cuando decide centrarse más en la historia de Art y su objetivo, que si bien es bien dramatizado por el siempre carismático Jamie Foxx, sencillamente no es lo suficientemente original o interesante para satisfacer por completo, y para cuando llegan los créditos finales, el desenlace se siente mucho más genérico de lo que debería.
Si en vez de tratar de repartir el protagonismo de forma equitativa entre sus tres protagonistas, el guión hubiera girado más en torno a Robin, con Art y Frank en roles más secundarios, el producto final podría haber sido más memorable. Pero aunque acaba relegada a secundaria en la segunda mitad del filme, Dominique Fishback da una actuación que debería garantizar que veamos mucho más de ella en el futuro.
Pero aún con su potencial no del todo aprovechado, la película entretiene lo suficiente, haciendo eco de unos efectos especiales auténticamente impresionantes y bastante creatividad a la hora de retratar los superpoderes.
A modo de herencia de aquellas tomas y secuencias a nivel celular que eran tan populares en las películas de superhéroes de principios de la década del 2000, Joost y Schulman se aseguran de detallar la piel endureciéndose o las células estallando en llamas cuando un personaje toma su pastilla, y la premisa de que cada persona tiene un poder aleatorio se presta para una buena variedad de poderes, aunque ninguno de ellos sea algo que ya no se haya visto mil veces en películas o series.
Proyecto Power no particularmente memorable ni tan profunda como podría ser, pero es una alternativa válida para matar un par de horas más de la lenta marcha de este atípico año.
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PROYECTO POWER (Project Power)
Dirigida por Henry Joost y Ariel Schulman
Escrita por Mattson Tomlin
Producida por Eric Newman y Bryan Unkeless
Edición por Jeff McEvoy
Dirección de fotografía por Michael Simmonds
Banda sonora compuesta por Joseph Trapanese
Elenco: Jamie Foxx, Dominique Fishback, Joseph Gordon-Levitt, Rodrigo Santoro, Amy Landecker, Machine Gun Kelly, Courtney B. Vance, Mohammad Tiregar, Allen Maldonado, Kyanna Simone Simpson, Andrene Ward-Hammond