Cargando...
Michael Bay, el viejo archienemigo de los críticos, para muchos el heraldo de la muerte del cine y la personificación de todo lo que está mal en el séptimo arte, un mercader de gigantescas explosiones en cámara lenta, robots digitales, autos caros, estética de publicidad, supermodelos con poca ropa y otras formas de entretenimiento sin cerebro.
Sin embargo, para otros – entre los que me incluyo – Bay es un cineasta mucho más interesante que la versión estereotípica que sus críticos ven; un realizador con un estilo único, inconfundible e inimitable, un director con un ojo visual siempre calibrado para imágenes de máximo impacto que sitúan sus películas en una existencia ultra-estilizada, un mundo en perpetuo estado de videoclip musical; y un cinismo particular que a menudo arroja algunas de las películas más corrosivas y ácidas que Hollywood ha producido jamás.
Para aquellos que se consideran caballeros de las Cruzadas del cine y ven a Michael Bay como el Maligno, su nueva película Escuadrón 6 no cambiará su percepción del director en lo más mínimo, porque al dejar los estudios tradicionales en favor de Netflx, Bay repentinamente cuenta con carta blanca para dejarse llevar por sus instintos cinematográficos más bajos con un presupuesto de superproducción pero con total libertad creativa.
Y por esa misma lógica, los que se consideran admiradores del hombre de las explosiones probablemente estarán ante una de sus películas favoritas del año.
En Escuadrón 6, un multimillonario y genio tecnológico (Ryan Reynolds), luego de ser testigo de una atrocidad perpetrada por un dictador (Lior Raz) en el país ficticio de Turgistán – una especie de combinación alegórica de Siria y Turquía – decide formar un grupo de élite de justicieros dispuestos a fingir sus muertes, desamarrarse de la sociedad y convertirse en “fantasmas” para eliminar al dictador.
Para eso recluta a una agente de la CIA (Mélanie Laurent), un sicario (Manuel García-Rulfo), un acrobático ladrón (Ben Hardy), una médica (Adria Arjona), un conductor (Dave Franco) y un francotirador (Corey Hawkins), y deciden destruir sistemáticamente la estructura de poder del dictador para reemplazarlo con su hermano (Peyman Maadi), de inclinaciones más democráticas.
Usando como base una visión más bien infantil y simplificada de los conflictos geopolíticos que uno puede encontrar en Oriente Medio, que en la película no superan en complejidad lo que uno encontraría en un episodio de la vieja serie animada de G.I. Joe, el guión de Rhett Reese y Paul Wernick – los guionistas de Zombieland y Deadpool – sirve como poco más que un esqueleto en el que Bay pueda colgar sus dementes y destructivas secuencias de acción, entre las que destaca una apabullante persecución en las calles de Florencia al principio del filme.
La edición ultrarrápida y las tomas cerradas que tan poco beneficiaban a Bay en Transformers, con sus incomprensibles robots computarizados, en esta película – y en otras de su filmografía con acción más (relativamente) “aterrizada” como Bad Boys II o 13 Horas – se combinan en secuencias de acción que por momentos rozan lo abstracto, pura sensación con cero lógica y mínima coherencia, mientras Bay canaliza el espíritu del difunto Tony Scott (una de sus más grandes influencias) en su etapa más visualmente experimental de mediados de la década del 2000, cuando el hermano de Ridley estrenaba películas de acción alucinógenas como Hombre en llamas o Domino.
Es una cautivadora y perversamente divertida orgía de violencia, con espectaculares y catastróficos choques y explosiones intercalados con tomas que bien podrían ser publicidades turísticas de Florencia o Hong Kong, entre otros diversos puntos del globo que Bay retrata con su incombustible ojo de director de videoclips o publicidades para Victoria's Secret.
Todos los demás aspectos marca registrada de Bay, como las cantidades de daños colaterales a nivel de desastre natural, el humor adolescente y la desvergonzada ubicación de publicidad en pantalla están presentes con toda su fuerza, pero lo que no está presente es esa sensación de odio al mundo que emana como pus de las película de Bay siempre que no se traten de soldados o policías y/o Ed Harris.
A diferencia de algo como Sangre, sudor y gloria – en mi opinión la obra maestra absoluta de Bay –, en la que el director desprecia abiertamente a sus deleznables protagonistas y al mundo que los rodea, el guión de Wernick y Reese le da a la historia de Escuadrón 6 algo de corazón, pintando al equipo protagonista como una familia disfuncional y al personaje anónimo de Reynolds como el patriarca aterrado de acercarse demasiado a gente que podría perder en un abrir y cerrar de ojos.
No es la caracterización más profunda del mundo, pero el elenco se encarga de hacer que los personajes sean lo suficientemente entrañables para que al público le importe que salgan con vida de las innumerables explosiones, derrumbes, choques, palizas y tiroteos a los que Bay los somete.
Escuadrón 6 es Michael Bay en su forma más pura y sin filtro. Si la idea de algo así se le antoja insoportable a alguien, es algo más que comprensible, pero personalmente ya le hice un hueco en mi “Top 10” del año.
-----------------------------------------------------------------------------------------
ESCUADRÓN 6 (6 Underground)
Dirigida por Michael Bay
Escrita por Rhett Reese y Paul Wernick
Producida por Michael Bay, Ian Bryce, David Ellison, Dana Goldberg y Don Granger
Edición por Roger Barton, William Goldenberg y Calvin Wimmer
Dirección de fotografía por Bojan Bazelli
Banda sonora compuesta por Lorne Balfe
Elenco: Ryan Reynolds, Mélanie Laurent, Corey Hawkins, Manuel García-Rulfo, Adria Arjona, Ben Hardy, Dave Franco, Lior Raz, Peyman Maadi, Yuri Kolokolnikov, Kim Kold, Lídia Franco, James Murray, Elena Rusconi