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Hacia el final de El irlandés – aunque aún al menos media hora antes de los créditos, porque esta es una película bien larga –, el personaje de Peggy Sheeran, la hija del protagonista Frank Sheeran, interpretada por la actriz Anna Paquin, habla una de las poquísimas líneas que tiene en toda la película.
Es solo una sílaba, pero es devastadora como una bomba nuclear, más elocuente que un discurso de dos mil palabras, y resume en medio segundo tres horas y media de película. Los 209 minutos de película que rodean a esa línea son contexto para ese momento.
El irlandés, que tuvo un estreno anticipado en cines esta semana, días antes de su debut en Netflix, es una película que explora la profunda tristeza de una vida entera sacrificada al sacrificio de otras vidas por dinero, y la inimaginable tragedia existencial de llegar al final de esa vida sin hallar las palabras para justificar tanto dolor y sangre.
Es la historia de Frank Sheeran (Robert De Niro), un veterano de la Segunda Guerra Mundial que trabaja como camionero hasta que, en la década de 1950, entra en contacto con Russell Bufalino (Joe Pesci), jefe de una familia mafiosa en Pensilvania que pronto toma a Frank como su protegido y lo introduce en el mundo del crimen, donde Frank prueba ser obediente y efectivo en las tareas que le encomiendan, entre las que pronto se incluyen los asesinatos.
Eventualmente, Bufalino pone a Frank en contacto con Jimmy Hoffa (Al Pacino), un poderoso líder sindical con quien el exsoldado pronto entabla una fuerte amistad, pero a medida que los negocios de Hoffa y la mafia comienzan a tener repercusiones políticas y consecuencias judiciales, las cosas se van deteriorando y se ve obligado a elegir entre sus lealtades.
El irlandés marca la prolongación de una racha intachable de Scorsese, siguiendo a El lobo de Wall Street (2013) y Silencio (2016), dos filmes extremadamente distintos sobre los que se puede colgar con justificación el título de obras maestras.
Igualmente, El irlandés es una película muy distinta a las incursiones previas de Scorsese en el género “gangster”.
Películas como Buenos muchachos o Casino, que son con las que este nuevo filme comparte más similitudes, también eran obituarios de vidas de crimen en los que sus protagonistas narraban sus ascensos y caídas, pero eran películas firmemente arraigadas en el “presente” de lo que relataban, y se movían con una energía juvenil que hacía que uno, aunque no pueda simpatizar con los protagonistas, al menos pueda experimentar cierta empatía al ver el atractivo de ese mundo de sexo, drogas, rock & roll y trajes caros con bolsillos en los que siempre parecía haber un fajo de billetes listo para ser gastado.
El irlandés, en cambio, está enmarcado en las reminiscencias de un anciano que mira hacia su pasado con un arrepentimiento que ni siquiera sabe expresar, y la energía es muy distinta, la actitud general más sombría y la cinematografía más apagada.
Como en Buenos muchachos o Casino - o El lobo de Wall Street, que es directamente una comedia -, Scorsese pone una lupa sobre el sinsentido de vivir a sangre y plomo, pero en aquellas películas había cierto tono de burla, cierto grado de caricatura.
En El irlandés, Scorsese trata la historia de Sheeran como una tragedia con todas las letras de la palabra en mayúscula. Si en esas películas anteriores los protagonistas temían la muerte o la cárcel, en esta el verdadero terror está en llegar a viejo y descubrir que todo el dinero o el poder del mundo no hace que se llegue al final menos frágil o solo.
Pero si bien el ritmo de la película es mucho más “blues” que “rock and roll”, Scorsese se las arregla para hacer que tres horas y media pasen volando. Y es que literalmente en cada uno de esos 209 minutos hay algo interesante, siempre un diálogo atrapante, una actuación brillante, la sigilosa inclusión de momentos de humor del más negro o algún ejemplo del inagotable dinamismo de Scorsese y su eterna colaboradora en la edición, la legendaria e inigualable Thelma Schoonmaker.
Y es que Scorsese cuenta con un trío de actores de leyenda en los que centrar sus lentes.
La filmografía de Robert De Niro durante el último par de décadas ha sido bastante mixta, pero como Frank Sheeran se asegura de recordarnos su estatus de leyenda se lo ganó con justificación.
El trabajo de rejuvenecimiento digital – que realmente nunca es tan extremo como los que se ven en las más recientes películas de Marvel, por ejemplo – no es perfecto durante toda la película, más que nada porque es difícil disfrazar el lenguaje corporal de una persona de cierta edad – véase también a Samuel L. Jackson en Capitana Marvel –, pero la combinación de efectos digitales y maquillaje acaba funcionando bien.
A diferencia de la filmografía de De Niro, la de Joe Pesci ha sido prácticamente inexistente desde finales de los ’90, pero su regreso de la vida de retirado encuentra al antiguo actor fetiche de Scorsese en gran forma como el paternal pero escalofriante Russell Bufalino, que proyecta un tipo de amenaza muy distinto e infinitamente más sutil que las bombas de tiempo que eran Tommy DeVito en Buenos muchachos o Nicky Santoro en Casino, pero no menos inquietante.
Pero el que se roba la película es Al Pacino como Jimmy Hoffa, a quien el legendario actor, en su primera colaboración con Scorsese, interpreta como un hombre compuesto al 100% de intransigencia y carisma teatral que se hacen a un lado para demostrar una lealtad sincera cuando está a solas con Frank.
La química entre ambos es eléctrica, y tan natural que no fue hasta cerca de dos horas y media de película que caí en cuenta de la emocionante realidad de que estaba viendo a Robert De Niro y Al Pacino de nuevo haciendo un sparring actoral. Ambos se pierden y pierden al espectador en la realidad de la película.
El irlandés es, sencillamente, otra obra maestra consecutiva de uno de los mejores cineastas con vida.
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EL IRLANDÉS (The Irishman)
Dirigida por Martin Scorsese
Escrita por Steven Zaillian (basada en un libro de Charles Brandt)
Producida por Martin Scorsese, Robert De Niro, Troy Allen, Gerald Chamales, Randall Emmett, Gastón Pavlovich, Jane Rosenthal, Emma Tillinger Koskoff e Irwin Winkler
Edición por Thelma Schoonmaker
Dirección de fotografía por Rodrigo Prieto
Banda sonora compuesta por Robbie Robertson
Elenco: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Ray Romano, Bobby Cannavale, Harvey Keitel, Stephen Graham, Stephanie Kurtzuba, Anna Paquin, Jesse Plemons, Kathrine Narducci, Welker White, Domenick Lombardozzi, Sebastian Maniscalco