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El crítico Miguel Angel Fernández comenta que "en 1974, un artista desconocido presentó un cuadro naif a un concurso internacional de afiches, organizado por la orden salesiana y que la obra no respondía a las especificaciones, pero que llamó la atención del jurado que le otorgó una mención".
Luego prosigue: "El artista resultó ser Jenaro Morales, un joven que por primera vez incursionaba en el arte. Uno de los miembros del jurado fue entonces a buscarlo en la compañía de Capiatá, donde vivía con sus padres, para darle la noticia y animarle a que siguiera trabajando.
El artista, al cabo de un año y medio, realizó en el Centro de Estudios Brasileños su primera exposición con el apoyo entusiasta del maestro Livio Abramo", agrega.
Jenaro Morales, como muchos otros artistas naives, tuvo diversas ocupaciones antes de dedicarse plenamente a la pintura, y recorría los pueblos del interior como pintor de brocha gorda, animador de fiestas, acopiados de frutos, entre otras cosas.