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Esta circunstancia, sin embargo, no impidió que la obra se convirtiera en un fenómeno literario de primer orden en Alemania y el resto de Europa para, posteriormente, incidir de forma notable, asimismo, en las costumbres sociales juveniles, sobre todo las relacionadas con la vestimenta y la manera de hablar.
El protagonista de la obra, Werther, dibujado por Goethe como un joven hombre de origen burgués hastiado de los convencionalismos sociales, devino rápidamente en un símbolo de la apasionada reacción romántica ante la frialdad y el distanciamiento del neoclasicismo, hasta entonces imperante en la época.
EL ESTADO DE ANIMO ROMANTICO
El romanticismo, en efecto, supuso ante todo una nueva concepción del hombre y de la sociedad, influyó poderosamente en la política, especialmente en el origen de los nacionalismos, y representó una duda ontológica sobre el poder de la razón, dominante en los ideales de la Ilustración.
Para Ortega y Gasset, significó el triunfo apoteósico del "sentimiento", hasta entonces reprimido y reducido por la razón y las ideas, y se caracterizó por la dominación abrumadora de la tristeza y de una cierta voluptuosidad morbosa hacia la desesperación y el suicidio. Y, verdaderamente, "Las tribulaciones del joven werther" es una representación perfecta de este peculiar estado de ánimo romántico.
El libro, tras su publicación, fue adquirido masivamente por los jóvenes elegantes y rebeldes de Prusia, amantes de la liberación individualista, que produjo además el romanticismo, centrado en las pasiones primarias, y, según diversos autores, generó una empática oleada de suicidios entre jóvenes amantes rechazados, émulos de Werther, no solo en Alemania, sino también en Austria, Francia y otros países europeos.