The Strokes rebusca en su pasado y echa el cierre al Lollapalooza Brasil

SAO PAULO. La banda neoyorquina The Strokes rebuscó entre sus grandes éxitos en el cierre del Lollapalooza Brasil, una cita sónica marcada por el rock y que esta edición contó con grandes dosis de electrónica.

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La lluvia dio inicio al concierto -uno de los más esperados del festival-, pero cesó con los primeros acordes de Someday, un clásico indiscutible de este grupo al que muchos llegaron a considerar como “los salvadores del rock”.

Nostálgicos o quizá “saudosos”, como dicen los brasileños, los estadounidenses desempolvaron sus mejores temas para hacer vibrar al respetable, que saltó con Last night y Hard to explain, ambas del álbum debut de la banda Is This It (2001).

De su último trabajo, Future, Present Past (2016), The Strokes, una de las bandas de garaje más icónicas del nuevo milenio, tan sólo tocó Threat of joy y Drag queen, una canción que no acabó de convencer del todo a los seguidores que abarrotaron el autódromo de Interlagos, en Sao Paulo.

La agrupación liderada por Julián Casablancas realizó varias pausas que despistaron al público y otorgaron al concierto un cierto aire de ensayo, llegando incluso a desanimar a una parte de los congregados poco antes del final de la actuación, que duró cerca de una hora y media.

Entre los reclamos de Casablancas por el sonido que llegaba de otros palcos del festival y una cierta apatía en las palabras del vocalista, el batería brasileño Fabrizio Moretti hizo un guiño a los suyos, habló en portugués y decoró su instrumento con una bandera de Brasil.

Antes de caer la noche, Two Door Cinema Club conquistó al público más joven del festival con una mezcla de temas consolidados, como Come back home y sencillos de su nuevo álbum de estudio Gameshow, con el que el trío irlandés expone un lado más maduro y consistente, sin abandonar su espíritu indie.

Los muchachos prodigio de Irlanda del Norte hicieron saltar a un séquito de veinteañeros con el ritmo de sus canciones, especialmente con su superéxito What you want, que convirtió el autódromo en una auténtica pista de baile.

El pelirrojo Alex Trimble se metió en el bolsillo a los brasileños y les prometió que su próxima visita al país suramericano no tardará tanto en repetirse: “Han sido cuatro años y ha sido jodidamente largo”.

En otro de los escenarios, el grupo británico Duran Duran convenció a los más veteranos con una vuelta a la década de los ochenta, época en la que la banda se consagró en el firmamento del pop rock.

Con cuarenta años de música a sus espaldas y 14 álbumes de estudio, Simon Le Bon y compañía abusaron de sus viejas glorias para despertar nostalgia, pero dejaron de lado su mítico Save a prayer, ante la decepción de algunos fans.

Duran Duran compartió tabla durante algunos minutos con la cantante brasileña Céu, que actuó a primera hora de la tarde en el palco principal del festival.

Después llegó el turno del revolucionario artista del rhythm and blues (R&B) alternativo The Weeknd. En auge, el ganador de dos premios Grammy realizó su primera actuación en tierras brasileñas y se metió en el bolsillo a los presentes.

El palco brasileño del Lollapalooza reunió el domingo a 90.000 personas, frente a las 100.000 congregadas el sábado, cuando Metallica se entregó de lleno en un concierto de rock duro que duró cerca de dos horas.

El sábado también pisaron fuerte Cage The Elephant, The 1975, Glass Animals y de The XX.

Con cerca de cincuenta actuaciones y dos días de música, Lollapalooza puso fin a su sexta edición en Brasil, su primer destino antes de aterrizar el próximo fin de semana en Buenos Aires y Santiago de Chile.

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