Alborán se presentará este jueves en el teatro Ágora de la Casa de la Cultura de Quito en medio de una trepidante gira que le llevará por casi una decena de países de América Latina hasta abril y que luego enlazará con una amplia agenda de conciertos en España.
Aunque defiende que la vida debe ser vista “de una manera romántica”, aseguró en una entrevista con Efe que en su cuarto disco, Terral, “hay de todo”.
“Yo le canto a lo que veo, a lo que vivo”, afirmó el cantautor y aseguró que en este trabajo “hay canciones que hablan de muchas otras cosas, incluso historias que no tienen nada que ver con una relación amorosa”.
Refleja lo que ve, vive y siente un joven de 25 años, pero, “por supuesto, el amor está presente y los sentimientos también y la pasión y el necesitar contar lo que uno siente y el necesitar decir te quiero, pedir perdón, echar de menos”, explicó.
Que su público sea eminentemente femenino no quita para que también su música llegue a los hombres, si bien en proporción mucho menor que a ellas.
Eso obedece, en su opinión, a que “a veces nos da un poco más de pudor o de vergüenza decir lo que sentimos, ¿no? E incluso hay veces en que a mi me da vergüenza y lo digo en forma de canción, precisamente”.
Pero recuerda, como anécdota, a hombres que asistían a su primeros conciertos a regañadientes, arrastrados por sus novias y “acababan bailando y pasándolo bien”, porque “en definitiva en los conciertos hay mucho más que esa parte, quizá solamente sensible”.
Y aunque no se decanta por tocar temas políticos, aseguró que, entre esas otras canciones que no son románticas en su más reciente trabajo, aparecen algunas de corte social, con mensajes de esperanza y optimismo, como Vívela y Está permitido.
Con cuatro discos superventas en su mochila en cuatro años, el interprete ha llegado a un punto en que necesita descansar antes de afrontar de nuevo el reto de la composición, pues a sus giras por América Latina y España seguirán actuaciones en Europa y en EE.UU. y será necesario un receso.
“Yo creo que no hay que hacer discos como churros y hay que parar. De hecho, antes de preparar este disco necesité parar y creo que todo tiene que venir con una lógica y con una calma necesaria”.
Alborán digiere el éxito gracias al apoyo, no solo profesional, sino humano, que le brinda su equipo de trabajo, pero también gracias a una familia y a unos amigos que entienden su profesión.
Con eso, dijo, se hace más llevadera la “maratón” del viaje constante, de los cambios de continente, de horarios, el ritmo frenético de combinar conciertos con actuaciones en televisión entre avión y avión y, además, mostrando “una sonrisa constante”.
Pero lo que no le han enseñado estos años en la cima del éxito es cómo afrontar un posible “bajón”. “No estoy preparado; tampoco estaba preparado para el éxito”, admitió, al asegurar que para él el éxito es poder seguir haciendo lo mismo que hace hoy dentro de 20 o 30 años.
“Que sea el número uno no quiere decir ni que sea bueno, ni que guste a todo el mundo, ni que vaya a durar para siempre, está clarísismo”, argumentó y subrayó que la gran aceptación de que goza le motiva a seguir trabajando en una profesión que es su pasión y su vida y a seguir aprendiendo.
Por eso, quizás, no cree que dejar de estar en lo más alto fuera un fracaso, porque ninguna carrera es siempre ascendente y todas tienen altibajos, explicó mientras trazaba en el aire una línea ondulada con la mano.
“No hay que darle tanta importancia al número uno, al número dos o al número tres. Lo importante es hacer lo que te gusta y poder tener un publico que, sea uno, dos, tres o cien mil personas, te están escuchando, ¿no? Yo desde luego voy con mi guitarra debajo del brazo para quien me quiera escuchar. Ese es el objetivo, y lo sigue siendo, desde el minuto uno”, proclamó.