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Fueron cuatro días de actividades. Llegaron desde distintos puntos del país y el exterior para hacer lo que más les apasiona: tomar los instrumentos con sus manos para llenar los silencios desde el alma. Es lo que, a fin de cuentas, aprendieron a hacer de la mano de Sonidos de la Tierra, el proyecto creado y dirigido por el maestro Luis Szarán, ya hace 14 años.
La pasión y disciplina quedó demostrada desde las 18:15, cuando los más de 1.100 niños y jóvenes pusieron broche de oro al seminario iniciado el lunes 18 pasado, y extendido hasta la fecha. Delegaciones de todo el país e incluso del exterior (se sumaron entusiastas músicos de Ponta Porã, Brasil, y Sanfa Fe, Argentina) se alistaron en sus posiciones para interpretar clásicos locales e internacionales.
El concierto abrió con "My heart will go on", originariamente grabado por Celine Dion y popular banda sonora de la película Titanic. Con una puesta coreográfica y emoción a flor de piel, el recital siguió con canciones como "Sonidos del agua", el emblemático "Chaco boreal" -aplaudido con fuerza- y un homenaje a la comunidad indígena nivaclé, con "Avaguata".
La dirección orquestal fue variando a lo largo del repertorio, con figuras juveniles como Elio Fleitas, Samuel Riego y Gerolf Hartman. El público acompañaba con entusiasmo versiones de "Rohechajeývo", "Chiní", "Himno a la alegría" y, como cierre del espectáculo, un medley de éxitos de la emblemática agrupación británica Queen.
Los integrantes de la superbanda tienen entre 5 y 71 años, y participaron de distintas actividades en Neuland, Loma Plata, Filadelfia y Mariscal Estigarribia. En distintos momentos de la puesta, la organización hizo un pedido de unión de los pueblos, un llamado de atención sobre la importancia del agua y un reconocimiento histórico a nuestros antepasados.
Entre aplausos, emociones y homenajes -el maestro Szarán fue declarado visitante ilustre del distrito de Mariscal Estigarribia y recibió las llaves de la ciudad-, los más de mil pequeños músicos compartieron sus logros en un clima de fiesta. Confetis, fuegos artificiales y una lluvia de aplausos sellaron la conquista chaqueña. Una conquista que solo la música puede lograr.