Música: Calidad y polémicas en pleno auge del 'streaming'

El 'streaming' se convirtió en el método favorito para disfrutar de la música entre los nativos digitales desde el lanzamiento de Spotify, en 2008.

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Al día de hoy, son muchos los servicios equivalentes al sueco -convertido en sinónimo de streaming- ya sea nacidos destart-ups innovadoras como la francesa Deezer, o de grandesempresas digitales como Apple.

La preponderancia del sistema ya no se cuestiona, pero las preguntas sobre la sustentabilidad siguen vigentes, al menos en dos frentes: la calidad de la escucha y la retribución de los artistas, autores y sellos.

En la primera cuestión puso el foco recientemente Neil Young: la leyenda del rock y el folk pidió y obtuvo la remoción de sus álbumes (excluyendo los publicados bajo el sello Geffen) por la baja fidelidad de sus archivos de audio, equivalentes al estándar mp3, que impedirían una buena escucha de su música. Por otra parte el canadiense no parece del todo desinteresado en la cuestión, dado su papel principal en el desarrollo y lanzamiento del lector musical para audiófilos Pono.

Mientras tanto, en ocasión del lanzamiento de Apple Music resurgieron las críticas a propósito de una compensación equitativa para los artistas: la compañía californiana, que ofreció tres meses de streaming gratuito a sus inscriptos antes de la suscripción paga obligatoria (9,99 dólares al mes), había decidido no pagar nada por las canciones escuchadas en este trimestre de prueba.

Lo que convenció a Apple de volver atrás en sus pasos, además de la protesta de sellos independientes como el inglés BeggarsGroup, fue una carta de Taylor Swift. “Apple me trató como una voz de la comunidad creativa en la que estaban realmente interesados, es irónico que la compañía multimillonaria haya reaccionado a las críticas con humildad, mientras la start-up sin beneficios (Spotify, NDR) reaccionó como un gigante industrial”, dijo Swift con ironía a la revista Vanity Fair.

El pasado noviembre, Swift había hecho remover su música de todos los servicios de streaming, mientras tras la disputa con Apple sus álbumes volvieron a quedar disponibles en la nueva plataforma.

El primer artista famoso en cerrarse al streaming para protestar contra las políticas de retribución de Spotify fue en 2008 Thom Yorke: el líder de Radiohead removió así todo surepertorio solista y del proyecto Atoms For Peace, pero no fue el último.

En julio fue Prince, desde hace años en lucha contra la distribución digital de sus obras, quien eliminó toda su colección de los servicios de streaming para conceder una exclusiva a Tidal, la plataforma de alta fidelidad en manos del rapero Jay Z.

Precisamente este último jugador, relanzado en marzo con un evento al que asistieron desde Madonna a Beyoncé, Daft Punk y Alicia Keys, quería responder a los dos puntos críticos del streaming, proponiendo un audio de alta calidad y sólo suscripciones pagas (de 9,99 o 19,99 dólares al mes) para garantizar una mejor distribución de los ingresos.

Pero el “Spotify de los artistas”, como se lo conoce, con sólo 580.000 abonados tiene mucho terreno por ganar aún frente a las plataformas que ofrecen soluciones gratuitas con publicidad.

Por su parte Spotify tiene 75 millones de inscriptos, de los cuales 20 millones pagos (a junio 2015) y Deezer 16 millones (seis millones pagos, a enero 2014).

Así las cosas, el mundo discográfico apunta a descubrir desde octubre -cuando termine el período de prueba de AppleMusic- cuántos de los actuales 11 millones de abonados decidirán si pagar para seguir disfrutando los servicios musicales herederos del iPod.

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