Andersson protagonizó varios clásicos de Bergman como “El séptimo sello” (1957), “Fresas salvajes” (1957) y “Persona” (1966). La actriz comenzó a trabajar con el director cuando tenía sólo 15 años, en varios anuncios de la marca de jabón sueca “Bris” dirigidos por él. Recibió varios premios, entre ellos el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival internacional de cine de Berlín en 1963 por su papel en “La amante”, de Vilgot Sjoman (1962).
Sus primeros créditos cinematográficos llegaron en 1951 y continuó trabajando y protagonizando películas hasta 2009, cuando sufrió un derrame cerebral que le paralizó un lado de su cuerpo. Su hija explicó que Andersson dejó huella en la vida de muchas personas. “Deja un gran vacío para cada uno de los que tuvimos el privilegio de estar cerca de ella”, aseguró Grede Dahlstrand.
Jan Holmberg, directora general de la Fundación Ingmar Bergman, dijo a la AFP que, aunque Andersson llegó a estar muy vinculada a Bergman, era una artista por derecho propio. Andersson a menudo interpretaba personajes simples y, a veces, mal escritos, pero “tomaba esos roles y los hacía mucho más grandes”, sentenció Holmberg.