Maroon 5 asume la “pesadilla” de protagonizar un Super Bowl con polémica

WASHINGTON. El grupo Maroon 5 será el protagonista, junto al deporte, de la Super Bowl este domingo, una de las grandes citas del año en Estados Unidos que en esta ocasión está enredada en polémicas que eclipsan la célebre competición.

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Estas polémicas han desanimado a artistas como Rihanna y Pink de actuar en su mítico descanso.

El grupo liderado por Adam Levine asumió en septiembre pasado la responsabilidad de encargarse del tradicional número musical que ameniza el descanso de la final deportiva.

Seguirá así los pasos de artistas como Madonna, Beyoncé, Coldplay, Bruno Mars, Lady Gaga, Katy Perry y Justin Timberlake, quienes cosecharon audiencias millonarias con sus respectivos espectáculos.

Los números musicales de este evento son seguidos en directo por más de 100 millones de telespectadores en Estados Unidos y terminan recibiendo comentarios por todo el mundo, incluso algunos de ellos se han convertido en fuentes de parodias, memes -con los tiburones bailarines de Katy Perry, en cabeza- y mensajes en redes sociales.

Pero, en cambio, el gran escaparate que supone esta cita no ha convencido fácilmente a intérpretes como Rihanna o Pink, quienes se negaron a actuar este año por una polémica vinculada a las reivindicaciones en favor de la comunidad negra estadounidense.

En 2016, el jugador Colin Kaepernick del equipo San Francisco 49ers decidió no permanecer de pie en el momento en que se canta el himno antes de comenzar el juego, como señal de protesta por los numerosos casos de tiroteos de policías contra ciudadanos negros.

A pesar de que entonces la dirección de la Liga de Fútbol Americano respaldó al deportista, Kaepernick no ha sido contratado por ningún equipo desde 2017 y ahora una nueva normativa obliga a los jugadores a estar de pie durante el himno.

La propia Rihanna citó este tenso contexto como el motivo por el que rechazó la oferta de los productores para convertirse en la gran estrella de esta edición.

Tras ella, la cantante Pink abandonó también unas nuevas negociaciones y dejó a los organizadores del espectáculo sin un candidato para su ceremonia hasta que Maroon 5 aceptó participar.

En el momento en que se anunció su presencia, una petición en internet recogió más de 100.000 firmas para pedir que la banda tomara partido en el boicot hacia la competición deportiva, pero no ha prosperado a pesar de que sigue activa a menos de 48 horas de la gran final de la liga de fútbol americano.

Ante esta situación, Maroon 5 decidió darle la vuelta y dar con un intérprete vinculado a la comunidad negra como su artista invitado, pero la búsqueda también fue más intrincada de lo esperado. Ya en diciembre, la revista Variety publicó que más de una decena de cantantes rechazaron participar en la actuación, como Mary J. Blige, Usher, Lauryn Hill y Nicki Minaj entre ellos.

Incluso la rapera Cardi B, quien participa en un tema con Maroon 5, se negó a actuar junto al grupo por las mismas razones que Rihanna, y dijo que solo aceptaría cuando “el jugador Kaepernick regresara a la competición”.

Así, los intentos no terminaron hasta que los raperos Travis Scott y Big Boi confirmaron su presencia en el escenario.

La lluvia de críticas no empapó demasiado a Big Boi, porque es de Atlanta (Georgia), ciudad que acogerá el encuentro deportivo y de la que el rapero es uno de los principales exponentes de su prolífica escena musical.

El otro invitado, Travis Scott, sí que recibió varios mensajes de desaprobación, algunos por parte de compañeros de profesión, pero aprovechó la oportunidad para donar 500.000 dólares junto a la liga nacional en favor de una organización que trabaja por la defensa de los derechos y la justicia social.

Mientras todo esto acontecía, el deportista que centra las polémicas, Colin Kaepernick, no se ha pronunciado en ningún momento y ha hecho del silencio su modo de protesta.

Por su parte, las reivindicaciones tendrán otro espacio durante la Super Bowl, pues más de veinte murales mostrarán la cara más diversa de Atlanta a las casi 150.000 personas que llegarán este fin de semana a la capital de Georgia.

El proyecto busca resaltar el legado de la ciudad en la lucha por los derechos civiles en el sur del país.

Pero probablemente todo este enredo sea ajeno a los millones de estadounidenses que ocuparán sus sofás y bares para ver la cita televisiva, acompañados de millones de alitas de pollo que se consumen cada año, toneladas de aguacates para guacamole y las clásicas pizzas de peperoni.

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