“Habíamos llegado a la cima y era un buen momento para terminar. De esa forma, Joey podría recibir tratamiento médico, pero creo que, si hubiésemos dejado pasar 4 o 5 años de retiro, podríamos habernos reunido de nuevo”, opina el músico sobre una época en la que el punk, estilo que prácticamente acuñaron ellos, volvió a estar de moda gracias a bandas jóvenes como Green Day.
Lo dice en una entrevista con Efe concedida hoy, un día antes del inicio de sus conciertos en España y con motivo de la publicación de sus primeras memorias, Punk rock blitzkrieg (Libros Cúpula).
Tardó cinco años en escribir estas páginas que arrancan en su infancia, fascinado en primer lugar por los músicos que escuchaba en su transistor RCA 3RH10, antes de descubrir en televisión a los Beatles en su mítica actuación en el “show” de Ed Sullivan en 1964.
“Me impresionaron, eran muy animados. Me gustaba especialmente Ringo, que era como un personaje de dibujos. Me influyó mucho”, recuerda.
Marc Bell, auténtico nombre de Marky Ramone, empezó tocando con Richard Hell & The Voidoids y conoció a los Ramones de su paso por el no menos famoso local de Nueva York CBGB. Cuando comenzaron los problemas con el entonces batería, Tommy Erdélyi, fue este mismo quien le recomendó para sustituirle en 1978 en la grabación de Road to Ruin.
“Yo tocaba mucho más duro que Tommy, pero quería mantener la intensidad original”, ha explicado quien terminó grabando ocho álbumes en total, hasta ¡Adiós amigos! (1995), muchos más que su predecesor, y que asegura haberse sentido parte de la banda “desde el mismo momento en el que entró al estudio”.
Parte de la mitología e historia real que les rodea tiene que ver con tumultos, adicciones, desencuentros..., pero el cuarteto que decidió compartir apellido artístico llegó a ser una familia feliz, como cantarían en uno de sus temas (We're a Happy Family).
“En este negocio, es normal encontrar diferencias de opiniones, animadversiones y peleas, pero se hacen las paces y se continúa. Por ejemplo, fuimos muy felices cuando nos dimos cuenta de la influencia que había tenido nuestra música en bandas de todo el mundo”, asegura el músico de 59 años.
Una de las riñas tuvo como motivo la cancelación de un concierto en 1981, porque Bell, que ya entonces tenía problemas con el alcohol, no llegó a tiempo tras pasar una noche de fiesta. A causa de su dependencia dejó el grupo en 1982 y, ya recuperado, retornó en 1987.
“No fue duro tener que recordar esos tiempos, sino olvidarlos”, dice sin poder evitar una carcajada, ahora que todo quedó atrás.
“Hice lo que tenía que hacer y paré. Si no lo hubiese hecho, podría estar muerto”, considera.
Al final ha resultado ser el único Ramone superviviente de los miembros más emblemáticos y, aunque no fue uno de los fundadores, su aportación fue reconocida cuando en 2002 fue incluido junto a Dee Dee, Joey, C.J. y el propio Tommy en el Salón de la Fama del Rock and Roll.
“Toda banda, no importa cuál, aspira al éxito comercial, porque supone llegar a más gente. Cuando oigo que un grupo dice que no quieren vender discos, no me lo creo”.