El frío de Las Vegas no pudo contener la energía de un público que vibró también con las melodías de No Doubt y Foster the People.
“¡Buenas noches Las Vegas, buenas noches México, buenas noches Latinoamérica!”, gritó Fher Olvera, líder de Maná, que no dudó en rescatar hasta cuatro canciones de su primer disco (¿Dónde jugarán los niños?, 1992) durante una intervención de hora y media en la que no probaron los temas de su nuevo álbum, Cama incendiada.
La formación comenzó la velada con su popular Oye mi amor y la continuó con De pies a cabeza, donde Olvera cambió una estrofa de la letra para preguntar al respetable: “¿Quién te hará el amor aquí en Las Vegas?”
Otros dos temas que incluyeron de ese disco debut fueron Vivir sin aire -con el que la banda arengó al público a que se oyera hasta en su ciudad de origen, Guadalajara- y la enérgica Me vale, con gran protagonismo para el batería del grupo, Álex González.
Entre medias hubo tiempo para Corazón espinado, Déjame entrar, Manda una señal, Lluvia al corazón, Mariposa traicionera, Eres mi religión y las inmortales baladas En el muelle de San Blas y Rayando el sol, todo ello entre arengas y proclamas de Olvera, que no dudó en animarse con unos vasos de tequila y dedicar elogios “a las mamacitas coquetas que van seduciendo al viento”.
“¡Estamos en Las Vegas, cabrones! ¡Esta noche nadie va a dormir, vamos a calentar los motores!”, gritaba antes de asumir un gesto más serio y pedir “esperanza para Latinoamérica” durante la interpretación de Lluvia al corazón.
El grupo abandonó por unos segundos el escenario y regresó para dedicar al respetable un par de clásicos más: Labios compartidos y Clavado en un bar, ambos ante un mar de móviles y de voces entregadas al carisma de Olvera.
Para entonces el respetable ya había disfrutado de grupos como The Pretty Reckless, liderados por la actriz Taylor Momsen (Gossip Girl) , o Foster The People, que puso a saltar a “la ciudad del pecado” con temas tan pegadizos como Pumped Up Kicks o Helena Beat.
La acción comenzó en torno a las 17.30 hora local en la llamada Ciudad del Rock, un recinto de unos 150.000 metros cuadrados situado en la zona norte del Strip, la principal avenida de Las Vegas, con distintas actividades más allá de la música.
Miles de personas dispusieron de tres calles repletas de puestos de comida y bebida, además de un contenido de lo más variopinto: galerías de arte, una capilla para bodas exprés, sesiones fotográficas improvisadas y artistas callejeros que se entremezclaban con el olor a marihuana mientras fluía el alcohol hasta encharcar el césped artificial del recinto.
Eso a pesar de los 500 lavabos dispuestos para satisfacer las necesidades de los espectadores. Cuando se acercaba la medianoche, los más incansables -incluidos los que se tiraban en tirolina en mitad de las actuaciones- seguían pidiendo guerra a la espera de la aparición de los californianos No Doubt.
La formación de Gwen Stefani estuvo a la altura de las expectativas brindando algunos de sus temas más conocidos, tanto en su faceta más rockera (Ex-girlfriend y Hey baby) como en la más íntima, con versiones acústicas de sus célebres Don't Speak o Just a girl.
Así fue la primera toma de contacto entre Las Vegas y Rock in Río, un certamen que cumple 30 años desde su nacimiento y para el que sus organizadores en suelo norteamericano han destinado un presupuesto de 75 millones de dólares. Se espera la asistencia de unos 150.000 espectadores entre este fin de semana y el siguiente.