Los Grammy, entre rosas blancas y política

NUEVA YORK. La 60ª edición de los premios Grammy, los Oscars de la música, fue caracterizada por discursos y momentos dedicados a los movimientos #Metoo y Time’s up.

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Casi todas las estrellas presentes lucieron una rosa blanca, adoptada como símbolo de la lucha de las mujeres contra los abusos sexuales.

Elton John cantó Tiny Dancer (junto a Miley Cyrus) con una rosa blanca sobre el piano y la pop star Kesha llevó hasta las lágrimas al público con una performance cargada de emociones.

La cantante se exhibió en Praying junto a un grupo de colegas, Cyndi Lauper, Andra Day, Camila Cabello, que al final de la canción se abrazaron conmovidas. También el conductor de la ceremonia, James Corden, estaba visiblemente emocionado.

Kesha fue especialmente explícita al hablar de la reciente batalla de las mujeres contra los abusos sexuales. Por otra parte, la batalla legal contra el productor Dr. Luke, acusado por la cantante de violencia sexual y molestias, se convirtió en noticia de todos los días y muchos artistas, como Taylor Swift, se ofrecieron a ayudarla y pagar los gastos legales que debe afrontar para llevar adelante su lucha.

Praying, salido en junio, señaló un cambio en la música de Kesha. Sus tonos emotivos fueron atribuidos a la batalla que ella lleva adelante. La cubana Camila Cabello en cambio habló de los “dreamers”, los jóvenes inmigrantes ilegales que llegaron a Estados Unidos de niños juntos a sus padres y que luchan por obtener la naturalización.

Los Grammys estuvieron fuertemente politizados, aunque pocas señalizaciones fueron hechas al presidente Donald Trump. En forma sorpresiva apareció Hillary Clinton en un sketch que mostraba las imágenes de una audición para un audiolibro, candidato a ganar el Grammy el año próximo.

Clinton leyó un pasaje de Fire & Fury, el libro de Michael Wolff que cuenta con espíritu crítico el primer año de Trump en la Casa Blanca. Primero escondida detrás del libro y poco a poco descubriendo el rostro, Clinton leyó un pasaje que describe las habituales particularidades alimentarias de Trump.

“Desde hace tiempo vive en el miedo de ser envenenado y esta es una de las razones por las que ama comer en McDonald’s. Nadie sabe que él está llegando y la comida es cocinada un poco antes y entonces es segura”, leyó.

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