Los DJs defienden el elemento humano tras su música

NUEVA YORK. ¿La música electrónica es un género menor, con DJs que se limitan a hacer ’click’ en sus computadoras? Eso afirman muchos de sus detractores. Varios artistas del sector quieren combatir esta percepción enfatizando el elemento humano.

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En su última gira Richie Hawtin, peso pesado de la música tecno, ha ido no solo a clubes sino también a campus de universidades a dar conferencias para otros DJs.

Hawtin, un productor y DJ canadiense de origen británico que se ha presentado también con el seudónimo Plastikman, es conocido por su tecno minimalista pero aseguró que perfeccionar su estilo llevó tiempo.

“Pese a lo grande que se ha vuelto el escenario y lo fácil que es involucrarse (...) ir más allá y encontrar tu propia voz o sonido único es bastante difícil”, indicó a una audiencia de aspirantes a artistas electrónicos en la New School de Nueva York.

“A veces la gente critica la música electrónica por ser música de computadora, diciendo ’no es hecha por personas, la máquina es todo’”, sostuvo.

“Bueno, puede ser, pero no debería serlo”, indicó Hawtin, que encabeza las fiestas tecno de verano en la española Ibiza.

Las conferencias universitarias incluyeron talleres para estudiantes y fueron patrocinadas por fabricantes de equipos. Pero el mensaje de Hawtin fue diferente: es fundamental encontrar una voz en el estudio.

“Nuestro instrumento cambia y evoluciona todo el tiempo y siempre parece haber alguien -un amigo o un fabricante- intentando persuadirte de que hay algo nuevo que tienes que conseguir para sonar fabuloso”, dijo. “Pero puedes pasarte todo el tiempo buscando eso y nunca tener suficiente para encontrarte a ti mismo”.

Los ’millennials’ o generación Y de los países occidentales han abrazado la música electrónica como el sonido que define a su generación.

Un estudio presentado el año pasado en la cumbre internacional de música en Ibiza reveló que esta industria representa 6.200 millones de dólares, en fuerte alza en relación a los 4.500 millones de dólares un año antes.

Unos dos tercios de los ingresos provenientes de la industria de la música electrónica provino de festivales y clubes, con un crecimiento especialmente fuerte en India, señaló el estudio.

Entre los motivos del alto margen de ganancias está lo relativamente bajo de los gastos estructurales de muchos DJs, que pueden volar fácilmente con su equipo a los distintos shows internacionales.

Pero Francois Kevorkian, pionero de la música house, indicó a los estudiantes que es un error pensar que un equipamiento caro es la clave del éxito.

El DJ francés, desde hace tiempo referente de la escena neoyorquina bajo el nombre Francois K, sintió de primera mano la necesidad del elemento humano cuando mezcló “Violator”, exitosísimo álbum de 1990 de Depeche Mode.

Confesó que compró un artilugio de 3 dólares en la popular tienda de electrónica Radio Shack que le dio un tono de gorjeo al cantante Dave Gahan.

Los ejecutivos de la música quedaron extasiados, pensando que había invertido miles de dólares en equipamiento de alta tecnología, recordó.

“No es eso para nada. Se trata más bien de la idea que quieres experimentar”, aseguró Kevorkian.

Mientras el pegadizo dance alimentó el boom de este género en festivales, el artista británico Squarepusher ha puesto a prueba los límites tomando una dirección electrónica diferente, con una complicada red de bips y pitidos chirriantes que acompañan frenéticos ritmos de percusión.

Squarepusher, que utilizó su experiencia en el jazz para darle un giro radical al drum-and-bass que comenzó en la década del 90, fue un paso más allá en su nuevo álbum, “Damogen Furies”, al diseñar su propio software.

El artista, cuyo nombre real es Tom Jenkinson, trabajó durante años para crear este sistema y también toca un bajo eléctrico personalizado, con seis cuerdas.

Squarepusher diseñó un show en vivo en el que usa una máscara con LEDs destellantes, aunque en sus últimos espectáculos ha actuado en lo que parece un traje de esgrima.

También lanzó el pasado martes su álbum en una pequeña galería del Lower East Side de Nueva York, donde actuó detrás de una pantalla con imágenes proyectadas y colgó un manifiesto en la pared exterior.

El manifiesto indicaba que grabó “Damogen Furies” en una sola toma, para darle una sensación de grabación en vivo con su nuevo sistema.

“El impulso inicial para desarrollarlo provino de una necesidad de liberarme de las limitaciones de usar herramientas estándar y de la cultura del consumismo que en particular envuelven la música electrónica”, aseguró.

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