Lollapalooza Chile, tan lejos de Woodstock y tan cerca de YouTube

SANTIAGO. Lollapalooza Chile vivió este sábado su primera jornada con un desfile de grupos y artistas locales y extranjeros que evidenciaron que el festival está cada vez más lejos de Woodstock y más cerca de YouTube.

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Y la prueba la dieron la noche de este sábado dos actuaciones antitéticas. Por un lado Jack White, el exvocalista del dúo The White Stripes, y por otro, Skrillex, el gran emperador del dubstep de los últimos tiempos.

El duelo entre uno de los músicos más reconocidos de la década pasada, fiel heredeo del legado blues rock, que figuraba como cabeza de cartel del festival, y el dj y productor californiano, se saldó en favor de la estrafalaria megaestrella de los circuitos festivaleros.

Skrillex, cuyo verdadero nombre es Sonny Moore, encendió la primera noche del Lollapalooza Chile con su palpitante pirotecnia musical de procedencia extraterrestre pilotando el espectáculo desde lo alto de una colosal cabina, cual aeronave extraterrestre, que emergía por encima de la marea de peregrinos de la electrónica.

Poco antes, The Smashing Pumpkins, uno de los grandes emblemas del rock alternativo de los noventa, se había presentado en uno de los seis escenarios con una nueva formación con la que Billy Corgan ha conseguido imprimirle a la banda de Chicago mayor versatilidad.

Tras un año de descanso, el grupo nacido en Illinois en 1988, ha vuelto a los escenarios para presentar su último trabajo, Monuments to an Elegy, estrenado en diciembre de 2014, tras el rotundo éxito de Oceania (2012).

Para la gira del nuevo trabajo, Corgan ha enrolado como músicos de apoyo al exbaterista de Rage Against the Machine, Brad Wilk, y al bajista de The Killers, Mark Stoermer, un fichaje que esta noche demostró ser todo un acierto.

Cinco años después de su primera actuación en Chile, The Smashing Pumpkins abrió fuego en el escenario del Lollapalooza con One and All (We Are) para a continuación preparar un cóctel musical a base de clásicos como Bullet Whit Butterfly Wings, 1979, Disarm, y temas recientes Being Beige y One and All (We Are).

En el variopinto paisaje del festival chileno no faltaron ritmos étnicos y folclor autóctono a cargo de las bandas locales Congreso y Matanza y las solistas Camila Moreno y Ana Tijoux, representantes de una corriente musical que aúna el pop y el hip hop con la electrónica y la tradición musical.

La fusión entre lo tradicional y lo contemporáneo, la música latinoamericana interpretada con sintetizadores funciona a la perfección con un público que no tiene empacho en escuchar a Víctor Jara o Violeta Parra sobre una base de beats electrónicos.

Pero Lollapalooza es, sobre todo, el escaparate en el que se muestran las piezas más valiosas del universo indie rock del momento, como The Kooks y Foster the People.

Nueve años después de concebir Naive, uno de los himnos del olimpo musical británico de los últimos tiempos, la formación de Brighton liderada por el vocalista y guitarra Luke Pritchard, demostró hoy en Chile que aún son capaces de hacer vibrar al público con sus hits de influencia sesentera y sus nuevos temas de rejuvenecido espíritu multicultural.

Con este concierto, el tercero en Chile, la banda, que durante los últimos años no había sido recibida con mucho entusiasmo por la crítica, demostró al público del Lollapalooza que sobre el escenario siguen gozando de una ciclópea energía musical.

La condensada programación del festival, que tantas veces juega malas pasadas a los decididos a no perderse ni un concierto, fue condescendiente con los amantes del indie rock que pudieron encadenar el concierto de The Kooks con el espectáculo del polifacético trío Foster the People, que regresó al Lollapalooza por segundo año consecutivo con la intención de repetir el éxito de la edición anterior.

Y aunque nunca antes habían estado en este festival, los mexicanos Molotov inauguraron el Lollapalooza Chile con una exitosa descarga de hip hop gamberro y combativo que encendió el tórrido ambiente de uno de los mejores festivales de indie rock de Latinoamérica.

Y hoy el público más joven, ése que ocupa las primeras filas frente al escenario y no para de saltar aunque la temperatura supere los 30 grados a la sombra, le tributó la más cálida de las acogidas a una banda que en sus comienzos fue comparada Beastie Boys y Rage Against the Machine por su fuerte crítica social. 

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