“Si piensas que eres demasiado viejo para el rock and roll, es que lo eres”, escribió Kilmister en su autobiografía White Line Fever (2002), un libro en el que resumió con humor las leyendas que le convirtieron en una figura indispensable del rock más duro y acelerado, tanto por sus aventuras sobre el escenario como por sus juergas de sexo, drogas y alcohol entre vestidores.
Ian “Lemmy” Kilmister nació el 24 de diciembre de 1945 en Stoke-on-Trent (Reino Unido) y creció bajo el cuidado de su madre ya que su padre lo abandonó a los pocos meses de nacer.
“Mi primer recuerdo es el de estar gritando: a quién y por qué motivo, lo ignoro. Probablemente fuese una rabieta... o puede que estuviera ensayando. Siempre he sido muy precoz”, explicó en su autobiografía un músico que siempre abogó por el lema “más rápido y más alto”.
Como adolescente, Lemmy vivió el nacimiento del rock con auténtica pasión y Buddy Holly, Little Richard y luego The Beatles se convirtieron en sus ídolos, antes de que en los años sesenta pudiera trabajar como parte del personal de Jimi Hendrix en su gira por el Reino Unido. En 1971 se incorporó al grupo de rock espacial Hawkind, con quienes permanecería como bajista hasta 1975, cuando fue detenido en Canadá por posesión de drogas.
Fue a mediados de esa década cuando fundó Motörhead junto al guitarrista Eddie Clarke y el batería Phil Taylor (fallecido en junio de 2015 a los 61 años), la formación clásica de una banda que se convertiría en una referencia ineludible y fundamental del heavy.
Rápidos, agresivos y muy potentes, Motörhead, con Lemmy al bajo y la voz, debutaron en 1977 con un álbum homónimo, pero fueron discos como Overkill (1979) o Ace of Spades (1980), título también de una de sus canciones más exitosas, los que les dieron una gran popularidad en todo el mundo dentro del rock más duro y vertiginoso.
Impulsados por la carismática presencia de Lemmy, siempre con ropa oscura, característicos bigote y sombrero y pose desafiante, Motörhead experimentó numerosos cambios en su formación, pero su vocalista siempre se mantuvo al frente del grupo, que en 2015 bordeaba ya los cuarenta años en activo y que presentó en agosto el álbum número 22 de su discografía, Bad Magic.
La fama de Lemmy también se beneficio de todas las leyendas y mitos que rodearon su figura: la del gran vividor del rock, el amante del bourbon y las drogas, el coleccionista de objetos nazis y el mujeriego sin control.
“Decidí dedicarme a la guitarra en parte por la música, pero al menos un sesenta por ciento de la responsabilidad hay que atribuírsela a las chicas”, señaló Lemmy en su autobiografía.
A los pocos días de cumplir setenta años, Lemmy falleció en su casa de Los Ángeles (Estados Unidos) el 28 de diciembre de 2015 debido a un cáncer fulminante. Preparaba para 2016 una nueva gira por Europa junto a sus compañeros entonces en Motörhead, Phil Campbell y Mikkey Dee, quienes en un comunicado lamentaron la muerte de su líder y pidieron a sus seguidores que brindaran por él y su obra recordando el lema del grupo: “Nacido para perder, vivo para ganar”.
Compañeros y figuras del rock como Ozzy Osbourne (Black Sabbath), Nikki Six (Mötley Crüe) o Gene Simmons (Kiss) expresaron su tristeza por el fallecimiento de Lemmy, a quien consideraron “un guerrero”, “una leyenda ” y “un pilar de dignidad”.