Su nuevo álbum, Honeymoon, salió a la venta buscando recuperar el éxito masivo.
Con una portada sesentera, el disco contiene 14 canciones, de las que se lanzaron dos como adelanto, Honeymoon y High by the Beach, temas pegadizos y que son una vuelta al estilo fresco de su disco más vendido para un nuevo álbum que ha sido bien recibido por la crítica.
“El sonido y la tristeza se mantienen igual en los 14 exquisitos temas”, asegura la revista NME (New Musical Express) , que sin embargo señala que no es tan diferente de Born to Die como la artista había asegurado que sería.
Un cuarto trabajo que tiene el doble desafío de reconectar con la audiencia y de mostrar “hasta dónde puede forzar el personaje antes de que se convierta en una caricatura”, agrega NME.
Mientras, la revista Rolling Stone califica el disco de “pegadizo” y de una vuelta “a lo que Del Rey sabe hacer mejor”, que es la mezcla de dulzura, romances torturados, lujuria y amargura.
Con temas que recuerdan a su álbum de debut y entre los que destaca una versión de Don't Let Me Be Misunderstood, el clásico de Nina Simone versionado posteriormente por The Animals, Joe Cocker, John Legend o Jamie Cullum.
Coescrito y producido por Rick Nowels -con el que trabajó en Born to Die-, este tercer álbum de Del Rey es un “estudio narcisista sobre la infelicidad” lleno de susurros, suspiros y voces que se entremezclan “como en un sueño en medio de sintetizadores en descomposición”, afirma el diario británico The Telegraph.
Canciones melancólicas, que mantienen el estilo de Del Rey y su personaje impostado que tan buen resultado le ha dado en una carrera que comenzó de manera fulgurante desde internet, medio en el que publicó Lana del Ray (2010) , primer trabajo cuando aún no había cambiado su nombre artístico.
Su cuidada estética hizo de ella un inmediato icono de la modernidad, incluso antes del éxito mundial de Born to Die (2012), y que a la larga se ha convertido en un lastre para una carrera musical que se ha visto arrinconada por una imagen demasiado potente, pero que ella cultiva sin reparos.
Un aire de diva retro que ha cautivado a la audiencia por encima de su música y que ella potencia con sus escasas apariciones en los medios de comunicación.
Todo un fenómeno social para esta neoyorquina de 30 años nacida como Elizabeth Woolridge Grant, que primero fue conocida como Lizzy Grant, para pasar a ser Lana Del Ray y, finalmente, Lana Del Rey. Un personaje que ha trascendido el mundo de la música, que cuenta con 5,7 millones de seguidores en su cuenta oficial de Twitter y que incluso tiene un bolso con su nombre, el modelo “Del Rey”, creado por la casa británica Mulberry.
Respaldada por una gran discográfica, Del Rey camina sobre una difícil línea, que separa comercialidad e influjo “indie”, algo que ha vuelto a repetir en este nuevo álbum, en el que no arriesga y apuesta por lo seguro.