La semilla del death metal

En el marco de su gira Death to All, exintegrantes de la influyente agrupación estadounidense Death sacudieron el microcentro de Asunción con su crudo y frenético sonido.

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Death puede no ser el nombre más original para una banda de metal, pero el grupo fundado en 1983 por Chuck Schuldiner es más que simplemente una banda de metal. Se trata nada menos que del gurpo precursor del subgénero del death metal; si hubo una banda con derecho a llamarse Death, era esa.

El grupo ha estado oficialmente fuera de actividad desde 2001, cuando Schuldiner falleció víctima de una neumonía agravada por el estado débil en que se hallaba a causa de su tratamiento de un tumor cerebral, pero varios exintegrantes de Death han estado trayendo la música de la legendaria banda a los escenarios en los últimos años bajo la nomenclatura de Death to All.

La noche del miércoles le tocó el turno a Paraguay.

La noche de metal en la Sala García Lorca del Centro Cultural Manzana de la Rivera, en pleno microcentro asunceno, fue la primera fecha de la cuarta edición del festival Paraguay Alternativo y tuvo una previa a cargo de los prometedores grupos locales de metal NAO y Ablaze, que hacían vibrar las moléculas del público que iba llegando a la sala, lenta pero sostenidamente, cerrando los claros que quedaban entre la multitud.

Hacia las 21:45, finalmente el recinto se tiñó con el rojo intenso de las luces y los norteamericanos salieron al escenario ante el rugido del público, devolviéndoles el estruendo con la canción Out of touch, seguida de un enganchado de las igualmente brutales Leprosy y Left to die.

Siguieron Living monstrosity y una muy celebrada Suicide machine, con prolongados y demenciales momentos de energía pura y cruda, con todos los instrumentos unidos en un arrasador muro de sonido puntuado por eventuales solos de guitarra.

Tras esto el grupo interpretó In human form y con una introducción muy trabajada con interesantes y variados “riffs” dio paso a Lack of comprehension, que a su vez abrió el paso de nuevo a los sonidos más frenéticos y apabullantes, y los gritos ensordecedores de Spiritual healing y Within the mind.

Para lucimiento absoluto del batería llegó luego Flattening of emotions, tras lo cual se dedicaron unas palabras al ya mencionado Schuldiner, el desaparecido fundador de Death y por ende quizá el hombre al que el subgénero del death metal debe su existencia tal y como es ahora.

Max Phelps, que hasta ese momento había cumplido la tarea de vocalista, cedió el micrófono al cantante Steffen Kummerer, quien tomó la posta con la canción Symbolic, seguida de Zero tolerance y Bite the pain, cerrando su aparición por sobre el sonido de una fantasmagórica guitarra en Overactive imagination.

Phelps retomó el micrófono para el “encore”, que comenzó con un enganche de las canciones Zombie ritual y Baptized in blood, para luego poner a cientos de fans a sacudir con fuerza la cabeza con Crystal mountain.

El show terminó como comenzó, crudo y duro, con la temáticamente adecuada Pull the plug, dejando quizá algún cuello dolorido, algo de sordera parcial y el recuerdo de haber recorrido la historia musical del grupo que es considerado el origen del death metal.

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