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VIENA (EFE, por Antonio Sánchez Solís). “Es un gran acontecimiento. A todos los amantes de la ópera les va a encantar esta producción” declaró recientemente a Efe el director de esta ópera estatal, Dominique Meyer.
El alemán Christian Thielemann dirigirá a los filarmónicos vieneses en un montaje que tiene al tenor estadounidense Stephen Gould, a la soprano sueca Nina Stemme y a la finlandesa Camilla Nylund ocupando los papeles protagonistas.
Esta obra, que el propio Strauss calificó de “la última ópera romántica” mezcla el mundo real y el de los sueños y tiene una profundidad y una gama tan amplia de interpretaciones que el propio Thielmann considera que “no se entiende completamente”.
“Es un cuento de hadas que cada uno puede interpretar“, opina. A preguntas de Efe, Thielemann recuerda que la obra se compuso en 1919, un momento de profundos cambios tras la I Guerra Mundial.
Al respecto, el director destacó que la ruptura que se refleja en la obra puede tener paralelismos con el convulso tiempo actual en que el que, como entonces, cabe preguntarse: “¿Qué va a pasar?”
Esta nueva “La mujer sin sombra” es la novena producción de esta obra que programa la Ópera de Viena desde su estreno en 1919. Este estreno es el momento álgido de las celebraciones por el 150 aniversario, pero no el único ni el último. Desde hace meses se han celebrado conferencias y exposiciones, editado libros e incluso estrenado películas sobre la Ópera.
En la mañana de ayer, sábado, se ha celebrado un concierto en el que cantantes de la compañía de la Ópera, los niños del coro, miembros de las distintas orquestas han interpretado piezas de compositores como Verdi, Wagner o Mozart, en un homenaje a la institución y a los trabajadores y artistas que la hacen posible.
Hoy domingo la Ópera de Viena saldrá literalmente a la calle con un espectáculo que transformará la avenida del Ring y la plaza frente al teatro es un escenario al aire libre. Cantantes de primer nivel como Tomasz Konieczny, Erwin Schrott o, Roberto Alagna, entre otros, cantarán en un concierto gratuito que será retransmitido en directo por la televisión pública austríaca, la ORF, y por el canal ARTE.
La Ópera de Viena fue inaugurada el 25 de mayo de 1869 como Teatro de la Ópera de la Corte Real e Imperial con una función del "Don Giovanni" de Mozart a la que acudieron el emperador Francisco José y la emperatriz Sisi.
Este escenario ha sido desde entonces uno de los principales faros culturales de Austria y de Europa, también con épocas muy oscuras, como cuando durante el nazismo la institución expulsó a 105 trabajadores por ser judíos, de los que once fueron asesinados.
Hoy día, más allá de su peso cultural, la Ópera de Viena es también un motor económico y turístico. La pasada temporada recibió más de 600.000 visitantes, con una ocupación media diaria del 98,03 %. El propio Meyer estima que los turistas, que suponen un tercio del público, llenan cada día hasta siete hoteles en la ciudad.
Los ingresos de taquilla, de más de 35 millones de euros la pasada temporada, cubren el 44 % de su presupuesto. El sistema de repertorio permite a este teatro ofrecer cada temporada unas 350 funciones, entre óperas, ballets, conciertos y representaciones para niños.
En los últimos años, este teatro, cuyo edificio fue destruido en un bombardeo aliado durante la II Guerra Mundial y reconstruido según el original en 1955, ha emprendido un ambicioso proyecto de renovación tecnológica.
Aparte de instalar tabletas en cada asiento, con las que se pueden seguir las óperas con subtítulos en seis idiomas, Meyer ha impulsado un sistema de pago por visión en alta calidad, que emite 45 óperas en directo cada temporada, con retransmisiones adaptadas a distintas zonas horarias, y la posibilidad de acceso a una videoteca.
“Mi objetivo ha sido llevar la Ópera de Viena a la época moderna y mantener el amor que encuentras aquí por la ópera y por la música, igual que cuando llegué“, resume Meyer su época al frente de la Ópera, que terminará en junio de 2020.
Respecto al futuro, el teatro tiene también muchos programas destinados a la infancia, no sólo cumpliendo su función de servicio público, sino también, como Meyer destaca, para trasmitir el amor por la ópera a una nueva generación de público.
Señalada por algunos expertos como culpable de tener un programa poco arriesgado y centrado demasiado en los grandes clásicos, Meyer se defiende asegurando que desde que él asumió la dirección en 2010, ha trabajado para renovar el repertorio. Así, afirma que este aniversario es una buena ocasión tanto para celebrar el pasado como para “abrir las ventanas y la puerta a la música contemporánea, y al futuro musical.”