La música pop pierde a un talento enigmático

El cantante y compositor británico-estadounidense Scott Walker murió a los 76 años, anunció el lunes su sello discográfico, tras una carrera que lo llevó de ser ícono del pop en los años 1960 a un músico de vanguardia en el siglo XXI.

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LONDRES (AFP). “Con gran tristeza anunciamos la muerte de Scott Walker”, afirmó su discográfica 4AD en Twitter, sin precisar la fecha ni la causa de su fallecimiento, pero calificándolo como “titán único e innovador a la vanguardia de la música británica”.

El homenaje está a la medida del inmenso talento de este músico que, pese a ser poco conocido del gran público, influenció e inspiró con su talento melódico a varias generaciones de rockeros: David Bowie, Alex Turner, Jarvis Cocker, Radiohead, Pulp, The Divine Comedy, R.E.M., Elvis Costello, Marc Almond, U2, o The Last Shadow Puppets.

Para muchos era una referencia pop bastante lejana de los años 1960, cuando tocó con The Walker Brothers temas como “The Sun Ain’t Gonna Shine (Anymore)”, pero para los conocedores es toda una leyenda.

Walker tuvo “una gran influencia para Radiohead y para mí mismo, mostrándome cómo podía usar mi voz y mis letras”, escribió en Twitter el líder de Radiohead, Thom Yorke. “Tan triste de conocer el fallecimiento de Scott Walker... realmente uno de los más grandes, tan único, un verdadero artista”, reaccionó el productor británico Nigel Godrich.

- “Genio musical absoluto” - Walker, que nació en Ohio -Estados Unidos- pero adquirió después la ciudadanía británica y vivió cinco décadas en un Londres donde alcanzó la plenitud musical, fue el vocalista de The Walker Brothers antes de emprender una carrera en solitario en 1967. Con una voz grave y potente que, según él mismo admitió, se inspiraba un poco en la de Frank Sinatra, será por siempre recordado por sus cuatro primeros álbumes en solitario, conocidos como la serie de los “Scott”, “2”, “3” y “4”.

Su música, sinfónica y barroca, es a veces grandiosa, como en “The Old Man’s Back Again”, sobre la invasión de Checoslovaquia en 1968. Los años 1970 estuvieron marcados por un ligero declive y Walker, que ya se ocultaba del éxito tras su gafas oscuras, se convirtió en uno de los artistas más enigmáticos y recluidos del sur de Londres.

En las décadas de 1980 y 1990 siguió sin embargo creando, sacando de vez en cuando álbumes en que mostraba su orientación experimental y componiendo música para películas, como “Pola X” de Leos Carax. Los años 2000 lo vieron salir de la penumbra. Jarvis Cocker, uno de sus grandes fans, le confía las riendas del último álbum de Pulp, “We Love Life”, y da a luz dos discos, “The Drift” y “Bish Bosch”, ensalzados por la crítica.

Uno de los primeros en reaccionar a su desaparición fue Marc Almond. “Enigmático, misterioso (...) Un genio musical absoluto, existencial e intelectual. Perdimos a Bowie y ahora a él. Hay una grieta en el universo”, escribió el excantante de Soft Cell en Instagram.

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