Jorge Drexler: “No tengo interés en hacer apología de la canción seria”

MADRID. Jorge Drexler procesa aún “el subidón de liberación lenta” que supuso alzarse como el máximo triunfador de la noche en los pasados Latin Grammys.

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Muchos quisieron leer ese desenlace en clave de victoria de la canción de autor “seria” sobre el abundante número de músicos urbanos nominados.

“Si hay algo bueno que le puede pasar a la comunidad iberoamericana es ser diversa; yo no tengo interés en hacer apología de la canción seria, porque la seriedad no me parece un atributo importante de las canciones, más allá de tomarse en serio el hacerlas”, indica el músico al respecto.

Lo dice en una charla con Efe celebrada en su estudio del centro de Madrid, desde el mismo sillón chester “hundido de canciones” en el que durante un largo año compuso su premiado último álbum, Salvavidas de hielo (2017), con una vitrina a la vista que guarda tanto el Óscar de Hollywood que consiguió en 2004 como de dos de los tres Latin Grammys cosechados esa noche.

“Aún desconcertado” por lo inesperado de su triunfo, Drexler (Montevideo, 1964) no reconoce una especial predilección por su decimotercer trabajo de estudio, pero sí por lo que implicó su creación, autolimitada a la voz y la guitarra como únicos ingredientes, ya fuese tocada, percutida como una batería o procesada.

Se lo propuso, dice, no tanto “como detalle técnico, sino como metáfora poética de zambullirse hasta la veta de la madera”, con un instrumento que siente como “extensión” de su cuerpo e “intentando encontrar el infinito sonoro dentro de un espacio finito y concreto”.

“Queríamos ponernos limitaciones para usar una herramienta que se debilita mucho cuando la oferta de medios es muy grande: la imaginación”, argumenta el autor, pensando en “la búsqueda como el auténtico destino”, no tanto como el medio para llegar a un punto concreto.

No fue un proceso sencillo, reconoce.

“¡No sabes lo difícil que es hacer sonar una guitarra como un bombo!”, exclama, antes de reconocer que cambiaron hasta tres veces el sonido entero del álbum.

“Pasamos por varias etapas de frustración en las que dijimos: 'Ya está, que vengan un bajista, un percusionista y los vientos, que el disco tenga todo el colorido que merecen las canciones'. Pero seguimos buscando y encontramos una paleta nueva”, celebra hoy.

Por este trabajo, Drexler recibió los galardones a grabación del año, mejor disco de canción de autor y canción del año por Telefonía, que interpretó en vivo en la ceremonia con seis guitarras y la ayuda de amigos como Mon Laferte, Natalia Lafourcade y David Aguilar, curiosamente rivales en esa misma categoría.

“No creo mucho en el concepto de mensaje de las canciones, como si estas tuviesen un código secreto o un compuesto activo dentro y el resto fuese solo el excipiente. Igual que la búsqueda es el destino, la canción es el destino en sí mismo”, señala sobre el sentido del citado tema.

Además no conoce la moraleja de Telefonía, más allá de versar sobre la comunicación es las distintas etapas de la historia “con algo que no siempre” tienen sus composiciones: “ironía y sentido del humor”.

“Tiene algo más importante que el mensaje, que me pone contento. Es difícil escribir una canción que diga cosas sencillas como 'Te quiero', una declaración de amor tan frontal, y la hice teniendo en cuenta otras canciones de ese estilo como I Just Called to Say I Love You de Stevie Wonder”, relata Drexler.

De alguna manera, su victoria fue el de la globalización: un uruguayo residente en España desde hace más de 20 años que se ha coronado ante la Academia Latina de la Grabación y que hace años también clavó una pica en el corazón de Hollywood.

¿Por qué el mundo parece tender sin embargo en sus discursos políticos en la dirección contraria?

“El camino a la apertura es irreversible, aunque no lineal”, replica Drexler.

Para él, “estamos claramente en uno de esos pasos atrás que ha dado el hombre cada vez que se producía un impulso hacia el desarraigo, pero la economía y la información ya están muy internacionalizadas y los problemas que estamos pasando, como los migratorios o los medioambientales, no se pueden resolver a nivel nacional”.

“Da miedo desarraigarse. Yo he ido haciéndolo con el tiempo. Amo Uruguay y estaba muy contento allí, pero es cierto que ahora me siento en casa en muchos lugares, ya sea en Lima o en Murcia”, apostilla este artista que disfrutará durante un breve tiempo de los placeres del hogar, antes de lanzarse en febrero a una nueva gira.

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