Flores, música y libertad: 50 años del Festival de Monterey

“Sé feliz, sé libre, viste flores, trae campanillas.” Este era el único consejo que dio a sus asistentes el Festival de Monterey, un evento que hace medio siglo supuso el primer gran encuentro musical del movimiento hippie y que marcó todo un hito.

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Los Ángeles (EE.UU.), 16 jun (EFE). Héroes de la contracultura como Jimi Hendrix (en la que sería su arrolladora presentación para el público estadounidense), Janis Joplin o The Who actuaron del 16 al 18 de junio de 1967 en Monterey, una ciudad a 200 kilómetros al sur de la revolución sociocultural que se gestaba en San Francisco y que albergó tres días de mensajes de amor y paz, espíritu contestatario y optimista aliento juvenil.

“Era la primera vez que muchas bandas se conocían y se veían actuando, así que todos nos maravillamos los unos a los otros (...). Había un ‘backstage’ con comida cocinada y servida todo el día, por lo que todo el mundo deambulaba por ahí conociendo a gente. Era simplemente increíble“, dijo Grace Slick, estrella del grupo Jefferson Airplane, según el libro “Hippie” (2004) de Barry Miles.

Considerado como el precursor de Woodstock (agosto de 1969) y como un modelo pionero de los grandes encuentros de rock, Monterey conmemora desde hoy y hasta el domingo sus 50 años con un festival en el que se presentarán Jack Johnson, Norah Jones o Leon Bridges. Además, el cartel incluye a algunos artistas que ya participaron en 1967 como Phil Lesh (bajista de Grateful Dead), Eric Burdon & The Animals y Booker T. Jones (teclista de la banda de Otis Redding).

Los homenajes no se acaban ahí ya que el Museo de los Grammy de Los Ángeles acoge hasta octubre una muestra dedicada al Festival de Monterey en la que ha colaborado Lou Adler, uno de los promotores de los conciertos de hace 50 años.

Bajo el nombre completo de Festival Internacional de Pop de Monterey desfilaron por el escenario una treintena de artistas, entre los que figuraban Simon & Garfunkel, Otis Redding, Ravi Shankar, Country Joe and the Fish y Scott McKenzie con su himno hippie “San Francisco (Be Sure to Wear Some Flowers in Your Hair).”

Pero casi tan importante como lo que sucedió bajo los focos fue el ambiente que se respiraba en el festival, al que acudieron unas 50.000 personas y donde sobrevolaba una mezcla de inocencia, ilusión y esperanza en un mundo mejor y radicalmente distinto.

En Monterey, como durante toda la época de oro de la psicodelia, la música actuó como reflejo de una juventud que buscaba una vía de escape, que nació después de la II Guerra Mundial y no se reconocía en el relato del “estilo de vida estadounidense” de sus padres, y que quería experimentar con todo lo que estuviera a su alcance: el sexo, el arte, las drogas.

“No les llevó mucho tiempo (a los policías) tener flores en su pelo y en sus cascos, y flores en sus pistolas (...). El cambio de lo que les habían contado que iba a suceder a lo que realmente pasó en Monterey fue muy especial“, dijo Lou Adler a la emisora NPR para explicar la atmósfera del lugar.

Pero la música también fue extraordinaria, como expuso el documental “Monterey Pop” (1968) de D.A. Pennebaker, que capturó para la eternidad el explosivo concierto de Jimi Hendrix en sus primeros pasos para convertirse en una leyenda del rock. Con la guitarra ardiendo para terminar su recital, una actitud sexual e imparable y una lasciva versión de “Wild Thing“, el guitarrista se presentó por todo lo alto en Monterey ante los fans estadounidenses, ya que su carrera hasta entonces había brillado en Inglaterra.

También desde Gran Bretaña llegaron a la costa californiana The Who para no dejar nada en pie tras su paso: después del grito de “My Generation” destrozaron sin piedad la guitarra y la batería.

Por su parte, Janis Joplin cautivó a todo el público con su carisma y nervio sobre el escenario pero también dejó una misteriosa leyenda para los registros de Monterey. La titánica vocalista dio un primer concierto asombroso e irrepetible, según los asistentes, pero a Pennebaker no le dejaron grabarlo, por lo que Joplin se subió de nuevo al día siguiente a cantar en una brillante actuación que sí fue incluida en el documental pero que todavía hace suspirar a sus fans por lo que se perdió para siempre en el recital inicial.

Monterey también coronó a algunos triunfadores improbables como Otis Redding, estrella negra del soul sureño que se encontraba totalmente fuera de su entorno en el festival pero que se ganó a los hippies con una arrebatadora declaración de amor en “I’ve Been Loving You Too Long.”

The Mamas & The Papas clausuraron los conciertos de Monterey, una semilla más para un Verano del Amor que ya germinaba en el horizonte de San Francisco.

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