Elvis sigue siendo inmortal para sus fans

MEMPHIS, EE.UU. Miles de peregrinos llegan cada día a la tumba de Elvis Presley, a veces en silencio o aguantando las lágrimas, donde se toman un momento para reflexionar, hacerse una foto o rezar.

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Más de 600.000 fanáticos visitan cada año el Meditation Garden, donde el Rey del rock and roll se encuentra enterrado en su casa de Graceland, en Memphis, Estados Unidos.  Allí rinden tributo al ícono de la cultura pop, el alguna vez rebelde “sex symbol” devenido en un artista familiar, sobre quien John Lennon dijo: “Antes de Elvis no había nada”.

Cuarenta años después de su trágica muerte a los 42 años, ofrendas florales de todas partes del mundo rodean su tumba y este martes se espera que miles, o decenas de miles, enciendan velas en la vigilia con que cada año se conmemora el aniversario de su fallecimiento.

Lisa Bseiso será una de los asistentes. Ella asegura haber tenido un “encuentro muy espiritual y profundo” con el espíritu de Presley la primera vez que visitó Graceland con su esposo, en agosto de 2014. “Él estaba sentado en una silla”, recuerda esta mujer de 36 años, de padre palestino y madre colombiana, pero nacida y criada en Catar. “Salían lágrimas de sus ojos y dijo: ’No me olvides, difunde mi legado en tu parte del mundo”, asegura.

Entonces, volvió a casa y fundó el Club Oficial de Elvis Presley en Catar, que ahora planea expandir a Dubái, Bahréin y Kuwait.

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“Él es un regalo de Dios para todos nosotros”, dice Bseiso a la AFP en Graceland, donde se encuentra de visita con su esposo palestino-jordano, su madre y algunos amigos.

“Dios se lo llevó de vuelta a casa, pero él aún está aquí”, asegura. Fan de toda la vida, esta mujer asegura que escuchar la música de Elvis le ayudó a recuperarse de un accidente de carro que la dejó en coma por dos semanas en 1999.

La idea de que el espíritu de Presley sigue vivo es crucial para sus fanáticos, de todas las edades y nacionalidades, quienes encuentran su música reconfortante en momentos difíciles, se conmueven con su historia de niño pobre devenido en estrella millonaria y también con su legendaria generosidad.

Presley es mucho más que una celebridad, que un chico de póster que logró el sueño americano y también más que un hombre cuyo físico encajaba en la definición griega de belleza clásica, dice el escritor británico Ted Harrison.

“El Elvis que hoy se conoce no es el Elvis real, sino una figura mitológica con la que millones se pueden relacionar, cada uno a su modo”, asegura el autor de “The Death and Resurrection of Elvis Presley” (La muerte y resurrección de Elvis Presley).

“Para algunos fanáticos, él también viene a llenar un vacío espiritual y religioso en la sociedad secular moderna. Se le ha dado un estatus semidivino y casi mesiánico, y frecuentemente se escuchan historias místicas sobre su vida”, explica.

Miles de personas tienen santuarios de Elvis en sus casas, consideran las visitas a Graceland como una peregrinación, escriben rezos en las paredes y algunos incluso llegan al punto de confundirlo con Jesús, dice Harrison.

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Bseiso no eleva a Presley al estatus de profeta o figura bíblica, pero asegura que escuchó de él un llamado y busca difundir su música y desafiar estereotipos en la sociedad árabe. “Creo que cuando él nació Dios lo marcó para ser capaz de influenciar y tocar a la gente”, asegura. “Su música te habla... tiene un significado espiritual en sus letras”.

A 10 minutos de Graceland, un guía de “Sun Studio” le dice a los seguidores del ídolo pop que están en territorio “sagrado y santificado” cuando llegan al sótano donde Presley grabó su primera canción, “That’s All Right”, en 1954.

Fanáticos extasiados se empujan para pararse en el punto exacto donde él se paró y canturrean en el micrófono que él utilizó, mientras toman fotos y se estremecen de emoción.

“Es el cielo”, suspira Daniela Soto-Cuadra, una abogada chilena de 42 años y madre de dos hijos, que se casará en Graceland con un hombre con el que ha estado saliendo solo por un mes. “Se me puso la piel de gallina” , dice a su vez Tessa Bruns, una anestesista de 40 años llegada de Wisconsin y que reboza de felicidad bajo su gorra de béisbol.

“Siendo una persona de algún modo religiosa y católica (...), yo diría que Elvis es una religión: el blues, el ritmo, su legado” , asegura. Pero ¿qué le hubiese dicho Bruns a Presley de haberle conocido en persona? “Le hubiese dicho que venero el piso sobre el que camina”.

 

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